Un equipo internacional en el que participa una investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto recientemente que la oruga de la polilla de la cera (de nombre científico ‘Galleria mellonella’) es capaz de degradar o descomponer plásticos tan resistentes como el polietileno.

Este gusano que en otras circunstancias supone un peligro para las colmenas de abejas (hasta convertirse en una plaga), puede digerir el plástico y convertirlo en substancias menos contaminantes.

Quizás en el futuro, el uso de este tipo de insectos podría ayudar a reducir el grave problema de la acumulación de residuos plásticos -especialmente preocupante en los mares y océanos-, aunque la solución real debería pasar por reducir el uso de plásticos procedentes del petróleo y evitar que sus desechos contaminen el medio ambiente.

La acumulación de residuos plásticos es uno de los problemas más preocupantes para el presente y el futuro del medio marino. Cada año llegan al mar entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas de restos de plásticos sintéticos, según un estudio publicado en febrero de 2015 en la prestigiosa revista ‘Science’ por investigadores de la Universidad de Santa Bárbara (Estados Unidos). De forma paralela, investigadores del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC) calculan que la superficie del Mediterráneo contiene unas 1.455 toneladas de residuos plásticos, según los resultados del proyecto NIXE III.

Para ser conscientes de que el problema afecta a la práctica totalidad de los rincones marinos del planeta, se debe mencionar también un estudio publicado el pasado 19 de abril [2017] en la revista ‘Science Advances’ en el que se muestran datos actuales sobre los plásticos que se están acumulando en las aguas del océano Ártico. Los residuos procedentes del Atlántico Norte están siendo arrastrados hacia el Polo Norte y se concentran en una zona en la que cada vez hay menos hielo por culpa del cambio climático. En este estudio, que contó con la participación del investigador Andrés Cózar, profesor de la Universidad de Cádiz, se destaca que la presencia de plásticos en el Ártico supone una seria amenaza para el ecosistema marino y muchas de sus especies de animales y plantas.

Sus impactos negativos ya se dejan notar. Los responsables de este estudio indican que en el norte del mar de Groenlandia y en la frontera noreste del mar de Barents fueron localizados unos 63.000 fragmentos de plástico por kilómetro cuadrado. En los últimos años se han puesto a prueba algunas tecnologías que pueden ayudar a reducir la presencia de desechos persistentes como los plásticos.

El verano de 2016, por ejemplo, la fundación The Ocean Cleanup que lidera el joven Boyan Slat instaló en el mar del Norte, a 23 kilómetros de la costa de Holanda, el primer prototipo de barrera flotante para la recogida de residuos. Este dispositivo experimental, de 100 metros de largo, permanecerá flotando en el mar hasta julio de este año [2017] para poner a prueba el diseño, prestaciones y resistencia del sistema.

El objetivo final de The Ocean Cleanup es construir y poner en funcionamiento varios equipos de grandes dimensiones que permitan recoger los residuos flotantes (principalmente plásticos) en la zona del Pacífico. Diversos estudios y observaciones desde aviones muestran que en estas aguas es donde se acumulan -por acciones de las corrientes marinas- las mayores concentraciones de estos residuos producidos por los humanos.

El sistema ideado por Boyan Slat consiste en desplegar al mar grandes barreras flotantes en forma de V, con el fin de concentrar el residuo y facilitar su recogida mecánica. El proyecto ha recibido una decena de galardones internacionales y ha conseguido recaudar fondos suficientes -y ayudas de empresas tecnológicas- para poner en marcha las primeras fases de investigación y desarrollo.

Plásticos mares residuos plásticosLa iniciativa del joven Boyan Slat es una de las más conocidas pero no es la única que trata de aplicar nuevas tecnologías a la limpieza del agua del mar, veamos otras iniciativas interesantes.

El dispositivo SeaBin, diseñado por los jóvenes Andrew Turton y Peter Ceglinski, es una especie de papelera marina que funciona de forma similar a los dispositivos de recogida de hojas y residuos flotantes de las piscinas. Una bomba conectada con este recogedor chupa el agua superficial y los residuos flotantes, que quedan retenidos en un filtro. El primer prototipo de SeaBin fue puesto a prueba durante el 2016 en el Club Marítimo de Palma (Baleares, España).

En Baltimore (Estados Unidos) 2016 se puso en servicio un prototipo del recogedor de basuras marinas impulsado con energía solar; una pequeña embarcación bautizada como ‘Profesor Trash Wheel’ que hace subir a bordo los desechos flotantes gracias a una cinta transportadora.

La Universidad North Carolina en Wilmington (EE.UU.) y el Plastic Ocean Project trabajan desde 2009 en el dispositivo de recogida de basura conocido como Manta Trawler. En este caso, una embarcación arrastraría una red semiflotante con forma de embudo y depósito de recogida en la parte final.

En otro proyecto realmente innovador, la Abundant Seas Foundation, con sede en

Gig Harbor (Estados Unidos), ha propuesto el denominado Pod Project, una iniciativa que cuenta con un prototipo que simula  una gran boya en la que se recogen los residuos flotantes de forma automática, aprovechando el movimiento de las olas y las corrientes marinas. Cuando el depósito de esta boya se llena, un sistema automático da una señal al servicio de recogida de basura.

Autor: Joaquim Elcacho, Periodista especializado en Medio Ambiente y Ciencia
Bio Eco Actual Junio 2017