Uno de los mayores problemas de la alimentación actual, que puede afectar tanto a familias vegetarianas como no vegetarianas, es el exceso de azúcar.

El consumo de azúcar aumenta el riesgo de desarrollar sobrepeso, diabetes, y elevación del colesterol y triglicéridos en sangre (lo que eleva el riesgo cardiovascular), y favorece la formación de caries. Además aporta “calorías vacías”, lo que puede conducir a una carencia relativa de nutrientes importantes como vitaminas y minerales. La Organización Mundial de la Salud recomienda que el consumo de azúcar sea inferior al 10% de las calorías totales de la dieta, y preferiblemente menor del 5%. Para un niño o niña de 5 años, esto significa no más de 15g de azúcar al día, el equivalente a dos sobrecitos de azúcar.

En nuestra sociedad actual la mayoría no tomamos el azúcar “en sobres” sino oculto en otros alimentos, y por ello somos menos conscientes de la cantidad de azúcar real de nuestra dieta. Este hábito se puede corregir aprendiendo a leer las etiquetas de los alimentos y conociendo su contenido en azúcar y otros nutrientes. Los alimentos que con más frecuencia tienen azúcar añadido son las galletas y el resto de bollería/repostería, muchas papillas de cereales para bebés, los batidos, helados y postres lácteos (o de soja), los refrescos, horchatas y zumos, y algunas leches vegetales.

Todo el azúcar añadido, aunque se llame integral, panela, azúcar de coco, sirope, etc., tiene los mismos efectos negativos y debe ser evitado con la misma firmeza

Los azúcares naturales presentes en las frutas enteras (frescas o desecadas) no cuentan en este sentido y se pueden comer libremente.

La mejor manera de evitar que nuestros hijos no desarrollen dependencia por el azúcar es no ofrecérselo cuando son pequeños y su sentido del gusto se está desarrollando. Si un bebé no toma productos endulzados, aprenderá a disfrutar del sabor natural de los alimentos. Si en casa no hay azúcar ni productos azucarados y los niños no los ven, no podrán tomarlos ni pedirlos. Otra cosa es que fuera de casa, en una ocasión especial como una fiesta o un cumpleaños, los tomen, pero esto debe ser siempre la excepción. Muchos padres piensan que la infancia sin azúcar ni golosinas no es infancia y que un niño sin dulces no puede ser feliz, pero si pensamos esto con detenimiento nos daremos cuenta de que lo que necesitan nuestros hijos es atención y amor, además de una buena salud; y el consumo de azúcar es incompatible con una buena salud. No subestimes sus peligros.

Autora: Miriam Martínez, médica pediatra vegetariana-vegana
Bio Eco Actual Julio-Agosto 2017

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