Me gustaría hablar hoy de un tema al que no se le presta casi atención: la cocina. Más allá de la calidad y cantidad de alimentos que consumimos, hay otros factores, como las formas de cocción que cambian las propiedades de los alimentos.

El propio National Geographic apuntó a la cocina como factor número uno en el proceso evolutivo humano. Desafortunadamente para nuestra sociedad y nuestra salud, la dedicación  que le prestamos es cada día más escasa y poco valorada.

Un concepto que quizás sea novedoso para algunos lectores es el hecho de que los métodos culinarios y los estilos de corte modifican la cualidad de los alimentos, de forma que un mismo alimento puede tener diferentes efectos en el cuerpo según la forma en la que haya sido manipulado. Esto permite adecuar no solo el tipo de alimento, sino también su cocción a las diferentes estaciones y también a la propia condición interna de la persona.

El uso del fuego, el tiempo, la sal, la presión, cocinar tapado o destapado son algunos aspectos a tener en cuenta

Así tenemos: licuado, germinado, crudo, macerado, prensado, fermentado corto, escaldado, vapor, salteado corto, plancha, frito, estofado, presión, salteado largo, horno, barbacoa, fermentado largo.

Algunos abren, aligeran, enfrían, dispersan la energía, hacen el alimento más húmedo, o más crujiente, o más seco; activan o relajan; calientan más superficial, o más profundamente y algunos sintonizan también con las funciones específicas de determinados órganos; por ejemplo la cocina al vapor da una cualidad más húmeda al alimento, requiere de poco tiempo y ayuda a eliminar proteína y grasa animal. Favorece al hígado y la vesícula, así como al corazón y al intestino delgado. Cada uno aporta su personalidad. El estudio detallado excede el espacio de este artículo, y para el que sienta más curiosidad o inquietud, es parte del contenido fundamental del arte de la Macrobiótica.

Hay un ingrediente extra adicional que no podemos pasar por alto al cocinar: intentar cocinar en un estado de presencia, paz, alegría y sobre todo agradecimiento. Tener presente que este trabajo realmente va a beneficiar la salud propia y la de nuestra familia o amigos; que nuestra actitud al cocinar influye en el resultado final de la comida; poner en marcha nuestra intuición: usar colores, sabores y olores como nuestros guías e ir aprendiendo a sentir cuando un plato ya está listo.

Te voy a proponer un tip: para aprender a cocinar mejor, ¡cocina para alguien a quien quieras!

Autora: Dra. Eva T. López Madurga. Médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública.  Consultora de Nutrición, Macrobiótica y Salud Integral
Bio Eco Actual Septiembre 2017