La coexistencia entre cultivos transgénicos y no transgénicos es mucho más difícil de lo que se pensaba, y perjudica especialmente a los agricultores ecológicos.

La contaminación que nos llega de los transgénicos

La polinización natural de las plantas se produce por la transferencia o intercambio del polen de las flores, según nos explicaban los libros de biología de educación primaria. La polinización cruzada, más en concreto, es el transporte del polen de una planta a otra en especies en que las flores de sexos masculino y femenino no se encuentran separadas.

En la naturaleza, este proceso se produce principalmente por la acción de los insectos polinizadores y el viento, y puede ser determinante en la calidad y cantidad de los cultivos.

Con la aparición de los vegetales transgénicos (organismos genéticamente modificados, OGM) la polinización cruzada ha tomado un nuevo camino puesto que el polen de las nuevas variedades puede alcanzar las plantas convencionales (o naturales) y modificar su genética. Además de la polinización cruzada durante el cultivo, existen muchas otras etapas de la cadena alimentaria en la que se puede producir contaminación procedente de organismos transgénicos, desde el transporte y el almacenamiento de granos hasta las etapas de procesado.

Los primeros cultivos transgénicos fueron autorizados en España en 1998

Algunos expertos consideran que en la fase de cultivos se pueden poner en práctica medidas de control y aislamiento para evitar este fenómeno conocido también como transferencia genética, garantizando la coexistencia de los cultivos de plantas convencionales y las variedades transgénicas.

De hecho, en la Unión Europea y en otros muchos países existen normativas que establecen las condiciones de separación física y barreras para reducir la polinización cruzada (o contaminación) entre estos dos tipos de vegetales.

En la práctica, la coexistencia entre transgénicos y no transgénicos es mucho más difícil de lo que se creía, sobre todo cuando los perjudicados son los agricultores comprometidos con la producción ecológica.

Durante los últimos años, en España se han llevado a cabo algunos estudios que muestran la complejidad de esta pretendida coexistencia, el primero y quizás más importante de los cuales fue publicado en 2008 en la revista Journal of Agricultural and Environmental Ethics por Rosa Binimelis, en aquella fecha investigadora del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA) en el proyecto europeo ALARM.

La contaminación que nos llega de los transgénicos

Los primeros cultivos transgénicos fueron autorizados en España en 1998, siguiendo la legislación aprobada por la Unión Europea. En la práctica hasta ahora sólo se ha cultivado en España una variedad transgénica, el maíz Bt (MON 810, patentado por la compañía Monsanto). Aunque sólo se pueden encontrar extensiones importantes de esta variedad transgénica en campos de comunidades como Andalucía, Aragón o Cataluña, la práctica ha demostrado que la coexistencia en el caso concreto del maíz prácticamente es inexistente.

Según explicaba la investigadora Rosa Benimelis en un artículo publicado en 2007 (Diez años de transgénicos en España: La imposible coexistencia), “la introducción de OGMs ha supuesto, en primer lugar, un recorte a la libertad de elegir productos no transgénicos tanto en el campo como en el plato. Actualmente es extremadamente difícil conseguir pienso no modificado genéticamente debido a que la inmensa mayoría de cooperativas donde se produce maíz modificado genéticamente no separa sus líneas de producción debido a la no diferenciación de precios, con grandes repercusiones para los agricultores que no producen transgénicos en zonas donde éstos predominan y que quieren mantener su producción libre de transgénicos”.

Rosa Benimelis, en la actualidad investigadora de la Cátedra de Agroecología y Sistemas Alimentarios de la Uvic-UCC, explicaba que existían “numerosos casos de contaminación que han sido reportados por ONGs, sindicatos y comités de certificación de agricultura ecológica en el estado español desde 2001 a lo largo de toda la cadena alimentaria”, aportando para ello una relación de casos y denunciando que “por el momento el gobierno no ha reconocido estos casos, ni ha llevado a cabo ningún estudio sistemático para analizar el alcance de la situación”.

En las zonas en las que se ha extendido el cultivo de maíz transgénico han ido desapareciendo los cultivos de maíz convencionales o de producción ecológica

En un sentido muy parecido, en 2015, el presidente del Consejo Catalán de la Producción Agraria Ecológica (CCPAE), Daniel Valls, compareció en la Subcomisión de estudio de los transgénicos del Parlament de Catalunya para explicar los problemas del sector de producción ecológica provocados por los cultivos de maíz transgénico.

Ante la expansión del maíz Bt, los escasos productores de maíz ecológico que se resisten a desaparecer se ven obligados “a sembrar más tarde para no coincidir con la época de floración del maíz transgénico, con la consiguiente bajada de producción; y sin que ello garantice que no se produzca la contaminación”, según explicó Valls en sede parlamentaria.

Los problemas de contaminación se extienden a las fábricas de piensos que procesan maíz de ambas procedencias y obligan a tomar medidas de limpieza que encarecen el producto de los agricultores ecológicos, recordaba Valls.

Las explicaciones del presidente del CCPAE y los trabajos de Rosa Benimelis dejan en evidencia que en las zonas en las que se ha extendido el cultivo de maíz transgénico han ido desapareciendo los cultivos de maíz convencionales o de producción ecológica, y no necesariamente porque los agricultores estén convencidos de las ventajas de los transgénicos sino simplemente porque en la práctica se convierten en una competencia desleal que hace imposible seguir cultivando otro tipo de maíz.

Al igual que hacía el artículo de Benimelis, la Sociedad Española de Agricultura Ecológica publicó en 2005 un informe sobre coexistencia de cultivos convencionales y transgénicos con una lista en la que incluyeron una veintena de “casos y sospechas” de contaminación por transgénicos en Navarra, Aragón, Cataluña, Castilla-La Mancha, Andalucía, Extremadura, Madrid y País Vasco.

En las zonas en las que se ha extendido el cultivo de maíz transgénico han ido desapareciendo los cultivos de maíz convencionales o de producción ecológica.

Autor: Joaquim Elcacho, Periodista especializado en Medio Ambiente y Ciencia.

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