La certificación ecológica ofrece la garantía a los consumidores que los métodos utilizados para la obtención de los alimentos bio se ajustan a la normativa europea de producción ecológica. Pero, ¿cómo se lleva a cabo este proceso? El equipo de Bio Eco Actual pudo asistir a una visita guiada organizada por el Consell Català de la Producció Agrària Ecològica (CCPAE) en el Parc de les Olors del Serrat, en Santa Eulàlia de Ronçana (Barcelona), para conocer como se llevan a cabo las inspecciones en producción ecológica en cultivos de plantas aromáticas y medicinales.
El proceso de certificación ecológica
La certificación ecológica ampara la transparencia y la fiabilidad de la producción a partir de un control permanente y un análisis continuado del sistema productivo y los productos, la calidad organoléptica y nutritiva de los alimentos y su trazabilidad (es decir, desde el origen hasta el destino de los productos). Cada Comunidad Autónoma se rige por las autoridades competentes y normativa ecológica marcada por la Unión Europea.
Para optar o renovar la certificación ecológica, los operadores tienen que inscribir su actividad al registro de la autoridad competente y superar una inspección técnica anual que garantice los estándares de producción ecológica. En el proceso, es clave la figura de los inspectores técnicos: los encargados de verificar los datos del registro sobre el terreno de los operadores ecológicos. El CCPAE, responsable de la certificación en Cataluña, cuenta actualmente con 40 técnicos inspectores distribuidos por comarcas, que supervisan a los operadores ecológicos anualmente.
Los inspectores técnicos verifican los datos del registro sobre el terreno de los operadores ecológicos
Inspección ‘In situ’
La inspección empieza con un recorrido de análisis a la finca y el área de actividad. Se visita tanto el área de producción, como la área de elaboración y comercialización, en función de la categoría del operador. En el caso del Parc de les Olors, se opera en los tres ámbitos, de forma que el recorrido contempla los cultivos, el obrador, el almacén y la tienda.
Con la ayuda de un guía, los inspectores observan el estado de los cultivos y las instalaciones y comprueban que el estado de la finca corresponde con los datos registrados. Verifican que no hay cambios sustanciales no notificados y que en ningún momento la producción vulnera el reglamento europeo. Entre otros cosas, analizan las especies cultivadas, las entonces utilizadas, la presencia de leguminosas (elemento clave en la agroecología), los niveles de nitratos y nitrógeno del suelo o el riesgo de contaminación ambiental por deriva.
También se revisan los productos catalogados y se comprueba que se hace un uso correcto de los etiquetados y certificados ecológicos
Aportación documental
Una vez finaliza el recorrido de inspección, la siguiente fase de la visita técnica es la inspección documental. Se hace un control exhaustivo de toda la documentación aportada por el operador y la memoria, en caso de que se haya pasado una inspección con anterioridad. Se revisa el cuaderno de campo, que recopila todos los registros de producción y las funciones concretas que se llevan a cabo, así como los cultivos y las plantaciones, el sistema de reguera y siembra, la metodología y el calendario de cosechas o los trasplantes que se hayan podido hacer, etc. También se revisa que, a lo largo del año, se han ido rellenando los registros de elaboración, donde constan las materias primas empleadas, la metodología utilizada en todas las fases de la producción y cómo se comercializa el producto final, así como la rigurosidad de los albaranes y el volumen comercial.
Simultáneamente, los inspectores hacen balances para comprobar que el volumen de productos comercializados se corresponde al volumen de materias primas cultivadas, para comprobar la trazabilidad de los productos. Por eso, en esta fase también se revisan los productos catalogados y se comprueba que se hace un uso correcto de las etiquetas y los certificados ecológicos, tanto de las autoridades ecológicas estatales como la Euro Hoja de la UE. “Hay que tener en cuenta el proceso de conversión ecológica de los campos. Si un campo no ha completado la conversión al 100%, los productos que derivan no se pueden vender con la etiqueta ecológica”, puso como ejemplo la inspectora.
Fase final: expedición de la certificación ecológica
Al final de la visita, el técnico inspector emite un informe resumen que recoge todos los datos de la inspección, informando de las faltas o divergencias de la norma detectadas. Si hay incumplimientos leves o graves respeto la normativa, el técnico insta al operador a aplicar acciones correctoras para resolverlas. El documento es firmado por las dos partes y se tramita al Comité de Certificación para formalizar la verificación y resolver la certificación. Si todo está correcto, el operador queda registrado al censo ecológico y recibe (o renueva) su certificado de conformidad ecológica. De este modo, el operador puede seguir comercializando su producción con los términos protegidos y utilizando los sellos ecológicos de la normativa europea.
Si todo está correcto, el operador queda registrado al censo y recibe (o renueva) su certificado de conformidad ecológica
En cambio, si las acciones correctivas no se han aplicado y no se han resuelto los incumplimientos detectados en el momento de la inspección, el Comité de Certificación procede a la apertura de un expediente sancionador. Este puede ir acompañado de una retirada de la certificación del producto y/o una suspensión cautelar. Después de una última revisión de los datos, se verifica que el operador es apto.
Mecanismos de control exigentes
La certificación es necesaria para garantizar que el sistema de producción ecológico de los alimentos llegue al consumidor con las máximas garantías. Por eso establece unos requisitos exigentes que muy a menudo no se piden a la producción convencional. “Es un requisito indispensable y una motivación imperativa para entrar al censo de operadores ecológicos. Es triste que los que lo hacemos bien (productores ecológicos) seamos los que pagamos más y tengamos más controles”, reivindica Pilar Comes, promotora del Parc de les Olors.
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