A la catedrática de Edafología (la ciencia que estudia los suelos) y Química Agrícola de la Universidad Politécnica de Valencia Dolores Raigón el convencimiento de que es mejor consumir productos no tratados con pesticidas y plaguicidas industriales le llegó en el laboratorio.

Sus experimentos con lechugas, tomates y otros productos hortícolas le hicieron abrir los ojos y preguntarse, ¿si esto está pasando con las plantas qué no pasará en mi organismo?

Desde entonces abandera el activismo por el consumo de comida ecológica, que en contra de lo que todo el mundo piensa “no es más caro si se tienen en cuenta los gastos indirectos en agua, emisión de gases de efecto invernadero para producirlos, o en sanidad”.

Raigón también preside la Sociedad Española de Agricultura Ecológica, un grupo científico que aboga por formar e informar al consumidor. La profesora ha participado esta semana en las Jornadas Temáticas de la Escuela de Ingenieros Agrónomos de Ciudad Real organizadas por los alumnos.

“Los consumidos debemos generar la necesidad de comer de calidad, en la medida que lo hagamos habrá también mayor transformación de los productores”. Dolores Raigón, una de las científicas de referencia sobre el valor nutricional de los alimentos ecológicos, responde así cuando se le pregunta si todavía se puede hacer algo para influir en la manera de producción y distribución de los alimentos en el mercado actual.

Ella piensa que sí, y para eso sociedades científicas como la suya trabajan por fomentar y divulgar los beneficios de un tipo de alimento “que se obtiene bajo un sistema de producción normalizado que viene de Europa y que tiene que cumplir  unos requisitos: la no existencia de sustancias químicas de síntesis como fertilizantes y plaguicidas que se emplean en la agricultura convencional”.

Lo ecológico está moda, pero sigue siendo objeto de controversias, una de ellas es que conseguir producir de una manera totalmente ecológica, sin sustancias químicas, es hoy por hoy misión imposible, “eso es cierto, el nivel de contaminación del agua por la agricultura intensiva no lo podemos evitar, pero podemos intentar no potenciarlo más y que los productos que se obtengan sean lo más respetuosos posibles”.

Esto último ya se hace. La profesora señala que además de las normas que fija la Unión Europea en España existen comités de agricultura ecológica territoriales que si detectan tóxicos no certifican el alimento.

¿En Castilla-La Mancha y España se pueden consumir alimentos ecológicos de buena calidad? “No es díficil”, dice, “se pueden encontrar en cualquier supermercado de proximidad”.

Según Raigón aunque España se ha incorporado más tarde al consumo de productos ecológicos, no ha sido así a la producción. “Ya somos el  primer país de la Unión Europea en producción de alimentos ecológicos en unidades de superficie, lo que ocurre es que es una producción de calidad que principalmente se va a la exportación, porque el consumo interno no se había desarrollado, excepto en este último año en el que ha pegado un vuelco impresionante”.

El consumo interno ha crecido un 28% en un año

La catedrática asegura que entre los años 2015 y 2016 el consumo interno de comida ecológica se ha incrementado un 28%, “y eso nos ha posicionado en niveles de países punteros del norte Europa. Ahora mismo somos el sexto país en consumo ecológico de la Unión Europea cuando hace poco estábamos en el puesto veintitantos”.

Distinguir un alimento ecológico es sencillo, hay que buscar la etiqueta, “cualquier alimento ecológico, de calidad diferenciada, viene con un sello de control que es la ‘ecohoja’ que funciona a nivel de toda la Unión y que como consumidores debemos buscar para asegurarnos de que lo es”.

En cuanto al precio y la idea extendida de que no merece la pena gastar un poco más en elegir estos productos la investigadora afirma que no es un condicionante pese a lo que se piensa, “precisamente en los años en los que más ha crecido el consumo ha sido en los de la crisis, lo que significa que hay otros factores colaterales que influyen en la decisión”.

Para argumentar que consumir ecológico no más caro Raigón recurre a una investigación que promovió la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación) en 2014 para dar respuesta a esta crítica global a los productos ecológicos: el precio, “el estudio concluyó que por cada euro que los  consumidores gastamos en un alimento convencional hay que gastar otro euro para subsanar los problemas medioambientales que genera, más otro  euro para corregir los problemas de salud que están derivados del consumo de alimentos convencionales, por ejemplo la malnutrición, la diabetes tipo b,  problemas dardiovasculares, cáncer o determinados procesos de alergia que se están disparando por los problemas de alimentación, y eso tiene un coste para la sanidad altísimo”.

“No somos conscientes de que lo que no nos gastamos directamente luego se lo gasta el Estado que es como decir que nos lo gastamos todos, son costes reales, que están ahí, y que si no salen de nuestro bolsillo saldrán en impuestos”, añade.

La profesora de la Universidad Politécnica de Valencia, que  pronunció en Ciudad Real hace unos días la conferencia ‘Beneficios de los alimentos ecológicos’ en la Escuela de Ingenieros Agrónomos  de Ciudad Real también dirigió una cata en la que los alumnos pudieron probar  y comparar varios productos del mercado convencionales y otros producidos de forma ecológica, “creo que las diferencias con este simple ejercicio han sido muy evidentes, y sólo en cuanto a sabor”.

Verduras y huevos

Para iniciarse en el consumo de estos alimentos la profesora propone empezar por las verduras, “también hay carne ecológica, pero es cierto que cuenta con  unos problemas técnicos más importantes que la producción vegetal en la que ya tenemos mucho más avanzado. Al inicio de la charla puse una gráfica en la que comparaba los niveles de plaguicidas en orina en una familia antes del consumo de alimentos ecológicos y después de quince semanas de comer ecológico, se ha comprobado que se reducen y no aparecen”.

Otro alimento que Raigón considera muy importante para comenzar a comer “verde” es el huevo. “Hay un médico que está muy sensibilizado por la ingesta en ecológico y él dice que si tenemos que empezar por algo que empezamos por aquello que constituye la dieta más básica: frutas, verduras, cereales, la leche y el huevo”.

Ecológico en las grandes superficies

Curiosamente y según la experta en estos momentos la situación del mercado no es la de hace años, en las que existían muy pocas tiendas especializadas en productos de agricultura ecológica. “Las grandes superficies son las que están haciendo la apuesta más clara por incluir estos productos y creo que esta ha sido la clave de que el consumo se esté disparando”.

La Sociedad Española de Agricultura Ecológica, a la que también pertenece la profesora de la Escuela de Agrónomos de Ciudad Real Marta Moreno (es vocal de la directiva), centra sus investigaciones en estos momentos en  promocionar el consumo interno “lo vemos vital”, concluye Raigón.

Fuente: agroecologia.net | SEAE | Belén Rodríguez, Ciudad Real www.lanzadigital.com