El último número de la revista The Ecologist está dedicado a analizar cómo se está esterilizando a la especie humana y a todos los seres vivos en Gaia.
Organismos modificados genéticamente, pesticidas, flúor, cloro y sus dioxinas, plásticos tóxicos, estrés generalizado, hábitos perniciosos, alimentos desvitalizados y peligrosos… todo parece destinado a desangrar la fertilidad humana y la del planeta. Pero la gran pregunta es: ¿Todo ello responde a un plan eugenésico o ha surgido por azar? ¿Es casualidad?
Una vez leído este monográfico de The Ecologist, con algunos artículos realmente muy insólitos, como el dedicado a los anticonceptivos hormonales y sus estragos en las usuarias y en la fauna silvestre acuática, o los tóxicos que analizan cuán espermatotóxico es el herbicida Round-Up de Monsanto, no dejan lugar a dudas. Algo está pasando. El asunto es de una gravedad extrema. ¿Por qué este tema no aparece en los medios de información generalistas? ¿Por qué no se indaga qué y quién son los causantes de que una de cada cinco parejas en España ya no pueda concebir por vías naturales?
Pedro Burruezo, director de la publicación, llevará a cabo una presentación de este número especial en la próxima edición de BioCultura Valencia (Domingo, 1 de marzo, a las 12 horas). La editorial de la publicación, que reproducimos a continuación, nos aclara con más datos el asunto. The Ecologist ya está en los quioscos y en algunas tiendas de productos ecológicos.
¿Existe un plan para reducir la población a toda costa? ¿La fiebre desnatalista obedece a un oscuro propósito? No estamos seguros de que esto sea así, no somos del todo “devotos” de las teorías de ciertos críticos que ven conspiraciones por todas partes. Pero, desde luego, algo está ocurriendo ahí afuera. Con plan o sin él, la fertilidad de Gaia, y por ende de la población humana, tanto en varones como en mujeres, está cayendo a mínimos increíbles…
Estados, empresas, ejércitos, medios de información, tecnólogos, científicos, elites de opinión… le han declarado la guerra a la fertilidad. La capacidad de reproducción en los seres vivos para mantener el orden crítico gaiano está siendo atacada desde ámbitos muy diversos: productos químicos esterilizantes, modificación genética, esterilidad cultural y mediática, destrucción de la biodiversidad, el flúor en el agua de boca, endometriosis producida por las dioxinas derivadas del cloro, vacunas con extraños productos esterilizantes…
¿Por qué nadie, o casi nadie, escribe sobre esto en serio, y por qué los medios de información silencian estas cuestiones?
Los teóricos de la conspiración eugenista global señalan claramente a miembros de la familia Rockfeller y a umbríos partícipes de grupos de poder en la sombra. La esterilización masiva no es una novedad. Gobiernos de diferente índole la han practicado en décadas no tan lejanas. Fascistas, comunistas y “democráticos”. El asunto no es baladí. Algo está ocurriendo y es muy serio. ¿Por qué atacar la fertilidad en sus múltiples manifestaciones? ¿Y por qué hacerlo desde tantos frentes, incluso el cultural? ¿Faltan recursos para todos? ¿Sobra mano de obra? ¿Unos pocos se han apoderado de todo y los otros tienen que desaparecer? La baraja de respuestas es demasiado opaca y podríamos no estar a la altura de una justificación realmente bien argumentada.
Pero lo que sí es verdad es que la fertilidad está siendo arrasada. Y las manifestaciones en que se muestra esta corrupción del orden gaiano sí es lo que podemos mostrar, porque ya las evidencias científicas asoman por todas partes. Tanto si el plan es voluntario como si la contaminación se ha ido de las manos, el desastre es el mismo. Nuestros espermatozoides y óvulos parecen paralizados. Es lo mismo que ocurre en la sociedad. Mientras los desastres sociales y ambientales se suceden a un paso de vértigo, la mordaza social invisible funciona y el público permanece aletargado. ¿Hasta cuándo?
Nuestro buen amigo Carlos de Prada ha escrito en Estrella Digital: “Una serie de países, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia, se han puesto a hacer números sobre cuánto cuesta al erario público las disfunciones reproductivas causadas por los disruptores endocrinos procedentes de sustancias químicas tóxicas. El resultado ha sido una estimación publicada por Norden, el Consejo Nórdico de Ministros: hasta un 40% de los costes sanitarios ligados a los problemas reproductivos de los varones se deben a unas sustancias contaminantes que ahora están en medio de una tormenta política en Europa: los llamados disruptores endocrinos que, en román paladino, son sustancias capaces de alterar el equilibrio hormonal humano”. Es el paraíso de las clínicas de fecundación artificial.
Aunque, como asegura otro artículo de la revista, no parece todo tan seguro en lo que se refiere a la fecundación in vitro. Por si fuera poco, los residuos de las píldoras anticonceptivas, cuando llegan al medio y a la cadena trófica, esterilizan también a las hembras de especies marinas y feminizan a los machos. Las evidencias presentadas por este monográfico son concluyentes. Sí, algo está pasando. ¿Todo responde a un plan eugenésico global? Probablemente, sí.
Fuente: www.vidasana.org