Cuando empezó la Cumbre del Clima de París, muy pocos apostaban por la posibilidad de un acuerdo vinculante. Los antecedentes desde la COP15 de Copenhague habían sido decepcionantes, salvo la COP20 de Lima en Perú, cuyo ministro de Medio Ambiente, Manuel Pulgar, puso toda la carne en el asador para sentar las bases de lo que ya es el “Acuerdo de París”.

Por primera vez (el Protocolo de Kioto, fue un acuerdo parcial, efectivo pero incompleto) el mundo, 195 países, están de acuerdo y se comprometen a adoptar medidas contra el cambio climático, entre ellos los dos principales emisores de gases de efecto invernadero: los Estados Unidos y China.

De hecho y aunque Kioto fue “un acuerdo imperfecto” pues países como los EE.UU nunca lo llegaron a suscribir, sus logros han sido notables en sus 10 años en vigor.

Es verdad que los negociadores de la COP21 podían haber sido más ambiciosos, como subrayan las ONG conservacionistas, pero París no es la meta ni el punto final de la lucha contra el cambio climático, es el arranque para que el incremento de la temperatura media mundial se quede “muy por debajo” de 2 grados centígrados respecto a los niveles preindustriales.

Además, los firmantes, que ahora deberán ratificar el acuerdo, se comprometen a hacer todos los esfuerzos necesarios para que la temperatura media no rebase los 1,5 grados y evitar así “los impactos más catastróficos del cambio climático”. Por lo tanto habrá que confiar en que el acuerdo sea fortalecido por los gobiernos pues no hay que olvidar que todavía pasarán varios años antes de su entrada en  vigor y que los efectos del cambio climático ya son patentes en muchas zonas del planeta.

Habrá que ver, además, si los 187 países (de 195) que ya han entregado sus compromisos de reducción de emisiones, son capaces de proponer medidas más ambiciosas, porque con ellos será difícil mantener la temperatura del mundo dentro de los límites del acuerdo, como señalan los expertos. Y si bien el acuerdo es vinculante, no lo es la decisión que lo acompaña ni los objetivos que cada país propone de reducción de emisiones.

Además, el hecho de que no haya sanciones no facilitará el cumplimiento, así que “la ambición” de respetar lo comprometido será esencial. De nada servirá la revisión de los compromisos al alza que fija el acuerdo cada cinco años si los objetivos de partida se convierten en papel mojado. Por ello, la labor fiscalizadora será esencial y los medios, los periodistas, tenemos un papel esencial: transmitir a la ciudadanía si los políticos, nuestros representantes están haciendo los deberes.

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Por otra parte, para quienes informamos de estas cuestiones el operativo de cobertura ha sido un reto. Desde EFE llevamos cubriendo las conferencias de las partes de la Convención Marco de Naciones Unidas de Cambio Climático desde su primera edición. Han pasado 21 años, e incluso en momento de crisis hemos hecho el esfuerzo para tener especialistas en primera línea, porque estamos convencidos de que la información honesta y plural permite a la sociedad tomar decisiones informadas y este es un tema en el que todos nos jugamos mucho.

Una decena de temas y entrevistas previas, además de numerosas noticias y más de 300 informaciones, imágenes e infografías durante la COP dan buena cuenta del esfuerzo y buen hacer de un equipo en el que destaca la labor de Caty Arévalo, María Tejero, Javier Albisu y más redactores de la delegación de Paris, pero que tampoco hubiera sido posible sin el apoyo de la redacción de EFEverde, Internacional, Documentación, Gráfica…

En definitiva un gran esfuerzo utilizando todos los soportes y formatos para que la información ambiental y los retos del cambio climático no caigan en el olvido.

Autor: Arturo Larena Larena, Periodista Ambiental y Director de EFEverde y EFEfuturo de la Agencia EFE