Los seres humanos tendemos a pensar que aquello que ha sido analizado, normalizado, y que cumple determinadas reglas preestablecidas y aceptadas por la mayoría, es “bueno”. Y nos olvidamos de nuestra sana curiosidad. Confiamos sin espíritu crítico.

En general asumimos que la legislación sobre producción de alimentos garantiza que los productos que consumimos no son perjudiciales para nuestra salud. Error. No todo lo que es legal es sano.

La CEE, que es quien legisla sobre este asunto, ha ido acotando el etiquetado de los alimentos obligando a la industria a presentar sus productos de forma bastante real. Actualmente podemos disponer de una información muy detallada sobre su composición: ingredientes, alérgenos, semáforos nutricionales… Muchos alimentos llevan etiquetas que proclaman: “Soy malo para tu salud”. Y sin embargo ahí siguen, en nuestro carro de la compra.

¿Sabemos realmente analizar toda la información que aparece en las etiquetas de los alimentos?, ¿qué significado tiene cada concepto, cómo afecta consumir más o menos cantidades de ciertos componentes alimentarios a nuestra salud?

No, creemos, no sabemos. Y por eso dedicamos el tema central de nuestro número de primavera a “destripar” el etiquetado de los alimentos.

Lee nuestro artículo. Y luego, por favor, lee bien las etiquetas de lo que compras. Sobre todo la letra pequeña.

Ruth Alday. Directora de Vida Natural – vida-natural.es