Este agosto nos hemos sobresaltado con la noticia contrastada, y debidamente confirmada por la Comisión Europea, de la existencia de un tráfico de huevos contaminados por el pesticida fipronil.

Se trata de una noticia de una gravedad extrema, no sobradamente difundida en medios de comunicación y oportunamente ocultada al público consumidor por los responsables de las administraciones implicadas, que están obligadas a velar por la salud de los ciudadanos. Dada la alarma que genera, debido a que los huevos son un alimento de amplio consumo en los hogares y de presencia generalizada en la mayoría de las dietas de los europeos, esta noticia no debe pasar desapercibida por tratarse de una crisis alimentaria que puede tener gran incidencia sobre los ciudadanos europeos.

La Comisión Europea informa que la crisis afecta a más de 15 países, y ya ha generado un roce entre Holanda y Bélgica, debido a que una empresa belga importó en 2016 desde Rumania el pesticida para mezclarlo con otros insecticidas legales a fin de aumentar sus efectos. Bélgica informó a Holanda del posible uso en sus corrales, información que no se investigó. Las autoridades sanitarias holandesas alertaron este verano cuando la presencia del fipronil era indiscutible en remesas de huevos procedentes de sus granjas avícolas, bloqueando las partidas y cerrando las explotaciones avícolas implicadas. El uso fraudulento del fipronil en la limpieza no solo se centra en granjas de Holanda y Bélgica, sino también en explotaciones de Alemania y Francia. La Comisión Europea ha confirmado que se han encontrado huevos sospechosos de estar contaminados en Bélgica, Holanda, Alemania, Suecia, Reino Unido, Francia, Austria, Polonia, Rumanía, Eslovaquia, Dinamarca, Eslovenia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Suiza y España.

La crisis alimentaria provocada por los huevos contaminados tiene especial relevancia, no solamente por la contaminación del alimento que en si misma ya es grave, sino porque el pesticida fipronil es un pesticida prohibido en Europa y que se usa fraudulentamente para desinsectar las aves de corral. Es de tal gravedad la crisis que los ministros de la UE se reúnen este 26 de septiembre para analizar los múltiples fallos de coordinación en la gestión de la misma.

El fipronil es lo que se conoce como un insecticida de amplio espectro aplicable a una gran mayoría de insectos. Su forma de actuación es por bloqueo del sistema nervioso central de los insectos, cuya consecuencia inmediata es la paralización de sus nervios y músculos. Se viene utilizando como antipulgas para mascotas, perros y gatos, porque acaba con ellas en el plazo de 48 horas. Pero su uso sobre animales que entran en la cadena alimentaria humana está prohibido en Europa. Se clasifica como un plaguicida moderadamente peligroso clase II de la OMS, que lo considera de toxicidad baja, pero está comprobado que es muy tóxico sobre animales de granja, especialmente para los conejos. La molécula es fotosensible y forma desulfinilfipronil, que tiene una mayor toxicidad para los mamíferos que el propio fipronil. Los síntomas de intoxicación incluyen sudoración, náuseas, vómitos, dolor de cabeza, dolor abdominal, mareos, agitación, debilidad y convulsiones tónico-clónicas. La Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos ha clasificado el fipronil como un carcinógeno del grupo C, que incluye a los seres humanos, pudiendo provocar tumores en células foliculares tiroideas.

Como consumidores nos sentimos alarmados. ¿Qué pasa si consumimos huevos contaminados? ¿Cómo nos va a afectar?

Si ingerimos de forma puntual estos huevos no debemos temer efectos nocivos o perniciosos sobre nuestra salud, pero el consumo continuado de los mismos sí que debe ser considerado como peligroso. Y esto es así debido a que el pesticida se acumula en nuestro cuerpo y al aumentar la concentración del mismo aumenta el peligro derivado de su presencia, dañino si se encuentra en altas dosis. Es obvio que si tenemos la más mínima sospecha de que los huevos de nuestra despensa están contaminados hay que tirarlos sin más demora. Ante todo, se debe evitar que niños y embarazadas se expongan innecesariamente a posibles peligros por su consumo.

La crisis de los huevos contaminados también ha llegado a España. La Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición recibió el 20 de julio la alerta europea de detección de fipronil en huevos, alerta que fue lanzada desde Bélgica. La consecuencia de esta alerta ha sido la inmovilización en Vizcaya de una partida de 20.000 unidades de huevo líquido contaminado, procedente de Francia, que no han llegado a entrar en las cadenas de distribución de alimentos, evitando así el riesgo para la salud de los consumidores. A diferencia del resto de países europeos, los huevos sospechosos han sido retirados antes de entrar en tiendas y supermercados, pero en los países afectados sigue habiendo cientos de productos que pueden contenerlos, como salsas, dulces o alimentos infantiles, que están siendo sometidos a revisión por parte de las autoridades sanitarias para localizarlos y sacarlos del mercado.

No estamos hablando de unas docenas de huevos en mal estado, estamos hablando de millones de huevos contaminados que salieron de granjas de cuatro países y fueron distribuidas por Europa. Y lo que es más sangrante, el uso del pesticida ilegal no es puntual, es un delito generalizado que se ha llevado a cabo en centenares de explotaciones en Holanda, Bélgica, Alemania y Francia. La crisis de los huevos contaminados por fipronil revela fallos en el control de los productos destinados al consumo humano por parte de la UE, fallos recurrentes, ya que los veintiocho han sufrido en los últimos años sonadas crisis alimentarias y no han adoptado las medidas necesarias para evitarlas.

Autor: Raúl Martínez, Dietética y dieto terapia Homo toxicología
Bio Eco Actual Octubre 2017