Ofrecer productos naturales para una alimentación saludable. Así de sencillo. Esta era y sigue siendo la misión de Cal Valls.

Gracias a Manolo Valls (padre), naturista y vegetariano desde su juventud, esta era una lección que el resto de la familia teníamos bien aprendida. Sólo había que llevarlo de la vida privada a la vida profesional. Pero sencillo no significa fácil.

Primero hubo que desaprender todo lo que la agricultura química había inculcado a los agricultores, especialmente desde la revolución verde, que de verde tenía poco, y aprender de nuevo a escuchar la naturaleza.

No teníamos asesoramiento y las experiencias cercanas para compartir eran escasas. De ahí que el método principal fue el de ensayo y error. Un proceso lento y dificultoso que conllevó la transformación de gran parte de las fincas de fruticultura en huerta. Cultivos más variados, de ciclos más cortos, y menos arriesgados económicamente.

CAL VALLS 40 años… conservando la esencia

El cambio de cultivo llevó a la comercialización. La huerta es de venta diaria y la mayoría de los productos se conservan pocos días. Además, el clima de Lleida no es muy apropiado para hacer hortaliza todo el año. Así que fue necesario un nuevo planteamiento.

Convertirnos en conserveros fue la salida para toda aquella producción imposible de comercializar en fresco, aprovechando la experiencia que teníamos haciendo conservas para el autoconsumo. En esta nueva empresa toda la familia aportó su infatigable trabajo y sus conocimientos: el saber hacer de la abuela, las ingeniosas máquinas del tío Josep, la sabiduría y las habilidades de paleta del abuelo Manolo, el empeño y los innumerables ensayos de Manuel padre.

La mejor manera de afrontar los cambios presentes y futuros es manteniendo nuestra esencia

En nuestro desarrollo cabe destacar, después de varios viajes, el apoyo que nos dieron otros proyectos biodinámicos alemanes en el tema económico, comercial y moral. Fue un impulso muy importante en todos los ámbitos de la empresa.

Demeter agricultura biodinámica
Sello Demeter, que certifica un producto como procedente de agricultura biodinámica

Paralelamente a todos estos cambios era necesario también buscar unos consumidores que reconocieran el producto ecológico… hasta entonces no había una denominación oficial. Esta fue una tarea colectiva, de muchos encuentros y debates, que concluyó con el objetivo claro de una certificación pública, con la participación del sector. Lo logramos en el año 1989 y estamos muy orgullosos de que, en aquel momento, se nos concediera la primera certificación de España.

Los herbolarios y dietéticas fueron los primeros en acoger nuestros productos por su componente saludable. Otras tiendas de alimentación se fueron interesando, por ser un producto artesanal, de calidad y proximidad, y las cooperativas de consumidores también han confiado en nuestra empresa, que siempre busca modelos comerciales con criterios sostenibles donde el factor humano es esencial.

Durante estos 40 años, el mercado de los productos ecológicos ha cambiado mucho. Por un lado, no ha parado de crecer, especialmente en los últimos años con la entrada de las grandes superficies, y por otro se han ido quedando por el camino algunos de los valores intrínsecos de lo que es un producto ecológico genuino.

La mejor manera de afrontar los cambios presentes y futuros es manteniendo nuestra esencia, fortaleciendo los valores de empresa familiar, de alimentación saludable, de producción sostenible y respetuosa, con una actuación transparente y coherente.

No debemos olvidar que las energías que recogen las plantas que se convertirán en nuestro alimento provienen también de quien las cuida.

Autor: Daniel Valls, Ingeniero Agrónomo – www.calvalls.com

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