Jaume Rosselló es quien ha estado detrás de la creación de revistas como Integral (1978) y Cuerpomente (1990), entre otras. La suya es una vida dedicada a las publicaciones relacionadas con la salud, la alimentación vegetariana y la vida natural. Ha sido también editor de libros, traducidos a más de veinte idiomas. Su reciente jubilación formal como director de Integral lo anima ahora mismo a preparar nuevos proyectos de comunicación sobre todos estos temas.

 Jaume Rosselló, responsable de la revista Integral

¿Hay que ir siempre a contracorriente, este es el éxito del editor para comunicar con la sociedad?

Bastante. En el caso de Integral, nos tocó ir contra corriente, porque ahí estábamos cuando empezó todo. Hasta entonces, sólo existía, que conozcamos, una publicación estadounidense hecha por simpatizantes de la macrobiótica. Se puede decir que, por primera vez en Europa, una revista -bastante cuidada, para la época- hacía propuestas serias de salud, poniendo como protagonista a cada lector, y con sugerencias para desarrollar conciencia de forma natural.

Si hablamos de ir contracorriente, aquí sólo nos quedaba algún eco de aquel formidable movimiento naturista y libertario que había terminado a mitad del siglo pasado. Con el paso del tiempo hemos podido dar forma, según dicen los de marketing, a un nuevo target. Ahora toca lo más difícil: profundizar en el cambio de verdad. Cuesta, claro.

¿Más vale ser cabeza de ratón que cola de león?

Puede ser una pregunta trampa. Parte de la trampa que uno puede vivir separado del propio cuerpo social. A veces somos león y a veces ratón… pero no sólo la cabeza o la cola. Con todo, y puesto a dar por buena la trampa, siempre es más útil ser una cabeza que una cola.

Ahora, después de 40 años de fundar la revista Integral, ¿crees que valió la pena apostar por la ecología?

Sí, pero no lo diría muy alto, viendo la situación actual del medio ambiente. La ecología forma parte de Integral desde los primeros números, y en la revista hemos vivido debates muy vivos sobre la cuestión. En lo que hoy llamamos «ecología», se notan muchas ganas de cambiar el mundo, pero no tantas ganas de cambiarnos a nosotros mismos.

Es bonito recordar el viejo dicho “piensa global y actúa local» de los Friends of the Earth ingleses, pero a la hora de la práctica, el poder y sus leyes no lo ponen fácil. Aparte, se pierde mucho tiempo y energía en demostrar evidencias del camino equivocado que siguen los poderosos. ¡Cuesta demasiado acordar cambios positivos reales!

¿Crees que influye más socialmente una noticia viral que una lectura profunda?

Sí. Vivimos momentos de gran fragmentación, y se diría que sólo cuentan los likes y clics en las pantallitas, y las grandes cifras. A corto plazo esto todavía aumentará y habrá más polarización, pero por suerte los expertos aseguran que volveremos bastante pronto a una comunicación de calidad.

Y, podemos añadir, con una ventaja: los mensajes ya son cada vez más precisos. Leemos textos que evitan el viejo barroquismo innecesario.

Con tanto veneno en el aire, ¿habrá que comprar oxígeno pronto?

Ya venden, en China, y no sirve de nada. Hemos visto allí humanos con mascarilla, tanto en Beijing o en las zonas industriales, y hemos podido comprobar cómo pica la garganta al cabo de un rato de pasear. Es tristísimo. Más allá de la excentricidad de envasar aire del Everest, aquí todavía dudamos sobre las restricciones al automóvil, o con una nueva legislación para la ganadería intensiva (no todo el mundo estaría de acuerdo en cerrar los mataderos como un residuo del pasado).

Pero la fuga tampoco es la respuesta. No habría espacio para todos en las montañas o en las cabeceras de los ríos. Como decía Lanza del Vasto, «no se nos ha perdido nada en la Luna, si no arreglamos primero nuestro paso en la Tierra».

Autor: Enric Urrutia, Director.

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2 COMENTARIOS

  1. Me ha gustado volver a leer sobre Jaume, me gustaría reconectar con él. Marie C. Carrasquedo Lebourgeois colaboré en las revistas Integral cuerpo mente.

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