Vivir en una ciudad puede tener sus ventajas pero, por desgracia, las grandes urbes también someten a sus habitantes a ambientes que perjudican seriamente la salud. Dos de los efectos negativos sobre la calidad de vida de los ciudadanos que en ocasiones tenemos poco en cuenta son la contaminación acústica y la contaminación lumínica. Hablamos de ruido y exceso de luz, dos contaminantes a tener muy en cuenta.
Para tener una idea clara y con base científica de este problema, y centrándonos primero en la contaminación acústica, es imprescindible hacer mención a las directrices elaboradas por la Organización Mundial de la Salud y los estudios liderados en los últimos años por científicos del Instituto de Salud Global, de Barcelona (ISGlobal) y de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III, en Madrid.
El ruido del tráfico «provoca tanta enfermedad como la contaminación atmosférica», indicaba un informe publicado en 2017 por ISGlobal en la revista Environment International. En este trabajo, los expertos llegaron a la conclusión de que el ruido del tráfico contribuye con «un 36% a la carga de enfermedad provocada por la planificación urbana y del transporte, un porcentaje superior incluso al atribuible a la contaminación del aire».
«El ruido del tráfico se asocia con la hipertensión, enfermedades cardiovasculares e ictus, además existen evidencias de que la exposición al ruido durante la noche es particularmente dañina, porque afecta a los procesos de regeneración que se producen en el cuerpo durante la fase de sueño”, según las explicaciones de Natalie Mueller, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio.
El ruido del tráfico provoca tanta enfermedad como la contaminación atmosférica
En una de las investigaciones más recientes en este campo, publicada en la versión on line de la revista Science of the Total Environment, el pasado mes de enero, el equipo liderado por Julio Díaz y Cristina Linares, del departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Escuela Nacional de Sanidad, concluye que la contaminación acústica provocada por el tráfico urbano es un importante factor de riesgo en la aparición de los síntomas de enfermedades como la depresión y la ansiedad.
En especial, estos expertos destacan que el ruido del tráfico estresa el sistema nervioso en dos niveles. Por un lado, tiene un impacto psicológico ligado a la excitación del hipotálamo tras la llegada del sonido a las estructuras talámicas auditivas. Por otro, hay alteraciones orgánicas en el eje hipotalámico pituitario adrenocortical (HPA) y el sistema simpático adrenal medular (SAM).
La OMS publicó en 2018 las Guías Europeas sobre Ruido Ambiental, un documento en el que incluyen recomendaciones sobre los niveles de ruido que se deberían establecer como referencia con base en todas las ciudades europeas para contribuir a la salud de sus habitantes.
El estudio mencionado inicialmente sobre la contaminación acústica en Barcelona indicaba que las personas que viven en esta capital están expuestas a una media diaria de 65,1 decibelios (dB) durante el día y de 57,6 decibelios por la noche. La Guía Europea sobre Ruido Ambiental indicaba, por contra, que el ruido generado por el tráfico debería situarse en las ciudades por debajo de los 53 dB durante el día y por debajo de los 45 dB durante la noche.
Las luces LED nos perjudican
La noche también se ve afectada por otro elemento contaminante poco estudiado hasta ahora, el exceso de luz o contaminación lumínica. En este caso, un factor que dificulta el estudio del problema es que en culturas como la nuestra, la iluminación artificial -que sin duda es un avance social notable en muchos casos- se ha convertido en un elemento asociado al consumo, el nivel económico e incluso la felicidad malentendida -la extravagante iluminación navideña de Vigo es un claro ejemplo-.
La aparición de las luces tipo LED puede haber reducido el consumo energético equivalente pero los científicos especializados en campos como la cronobiología recuerdan que la salud de las personas también depende del mantenimiento de los ciclos de exposición a la luz natural.
Durante el día debemos poder disfrutar de la luz del Sol y en las noches no debemos tener miedo a la oscuridad, vienen a decirnos los expertos.
Las personas que trabajan en turnos de noche -que padecen la alteración del ciclo circadiano y una mayor exposición a la iluminación artificial- sufren este problema de forma especial, pero no son las únicas.
Un estudio coordinado por el investigador Manolis Kogevinas, del ISGlobal, en el marco del proyecto MCC-Spain (Garcia-Saenz et al., 2018) -con datos de más de 4.000 personas de las ciudades de Madrid y Barcelona- permitió observar que los ciudadanos expuestos a niveles más altos de luz azul tuvieron entre 1,5 y 2 veces más riesgo de sufrir cáncer de mama y de próstata, respectivamente, comparado con la población menos expuesta.
La salud de las personas también depende del mantenimiento de los ciclos de exposición a la luz natural
En esta investigación cuyos resultados fueron publicados en 2018 en la revista Environmental Health Perspectives, los expertos cruzaron los datos médicos de las personas estudiadas con las imágenes nocturnas tomadas por los astronautas de la estación espacial internacional de la NASA.
Son necesarios más estudios al respecto pero los expertos consideran que la exposición en horas nocturnas a las luces de tipo LED, que incorporan en su espectro de emisión un pico de luz azul, podrían estar relacionadas con efectos nocivos en la salud por la supresión de la producción de melatonina, una hormona que por general se produce en humanos de forma natural por la tarde y que alcanza su máximo durante la noche en condiciones de oscuridad.
Como recuerda la investigadora postdoctoral Ariadna García, «la melatonina se encarga de sincronizar nuestro reloj biológico informando del ciclo de luz-oscuridad, y por tanto preparando a nuestro organismo para ir a dormir». Este es uno de los motivos de que la melatonina facilite respuestas fisiológicas «como la temperatura corporal, la presión sanguínea, la secreción de enzimas digestivas o la producción de hormonas», destaca.
Artículos científicos de referencia:
Mueller N, Rojas-Rueda D, Basagaña X, et al. Health impacts related to urban and transport planning: A burden of disease Assessment. Environment International, 2017 Oct;107:243-257. doi: 10.1016/j.envint.2017.07.020. Epub 2017 Aug 1.
Short-term effects of traffic noise on suicides and emergency hospital admissions due to anxiety and depression in Madrid (Spain)
Science of The Total EnvironmentVolume 71025 March 2020Article 136315
Environtmental NOise Guidelines . OMS http://www.euro.who.int/__data/assets/pdf_file/0009/383922/noise-guidelines-exec-sum-eng.pdf?ua=1
Garcia-Saenz A., Sánchez de Miguel A., Espinosa A., Valentín A., Aragonés N., Llorca J., Amiano P., Martín Sánchez V., Guevara M., Capelo R., Tardón A., Peiró-Pérez R., Jiménez-Moleón JJ., Roca-Barceló A., Pérez-Gómez B., Dierssen-Sotos T., Fernández-Villa T., Moreno-Iribas C., Moreno V., García-Pérez J., Castaño-Vinyals G., Pollán M., Aubé M., Kogevinas M. Evaluating the association between artificial light-at-night exposure and breast and prostate cancer risk in Spain (MCC-Spain study). April 2018. DOI:10.1289/EHP1837. Environmental Health Perspectives
Autor: Joaquim Elcacho, Periodista especializado en Medio Ambiente y Ciencia.
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