Miles de científicos de todo el mundo estudian el tema pero por el momento se desconocen muchos de los factores que han hecho posible que el coronavirus SARS-CoV-2 haya desencadenado una de las pandemias más mortíferas de los últimos cien años.

Contaminación y mortalidad por el coronavirus

Uno de los apartados más interesantes en estos estudios es el relacionado entre el problema estrictamente sanitario y las condiciones ambientales provocadas por las actividades humanas. En este sentido, diversos expertos han encontrado una correlación entre la contaminación atmosférica, especialmente en las grandes ciudades, y el incremento de la peligrosidad de la Covid-19.

Así, en algunas de las ciudades estudiadas en Estados Unidos y Europa, las tasas más altas de mortalidad por este coronavirus se registraron en zonas con la peor calidad del aire. El enlace parece claro: el nuevo coronavirus afecta principalmente a los pulmones y, como es sabido, en las ciudades hay muchas personas con problemas respiratorios debido a la mala calidad del aire.

La salud del planeta y nuestra propia salud son una misma cosa

Uno de los primeros estudios en plantear la relación entre contaminación atmosférica y mortalidad por Covid-19 fue publicado a principios de marzo (de forma preliminar, pendiente de revisión científica) por expertos de la Escuela de salud pública de la Universidad de Harvard (Harvard T.H. Chan School of Public Health, Boston, Estados Unidos).

Era quizás la primera ocasión en que se analizaba el posible vínculo entre la exposición a largo plazo a la contaminación del aire por partículas finas (conocidas técnicamente como PM-2,5), generada principalmente por la combustión de combustible de automóviles, refinerías y plantas de energía; y el riesgo de muerte por Covid-19.

Los autores analizaron 3.080 condados de Estados Unidos comparando los niveles de contaminación por PM-2,5 con los recuentos de muertes por coronavirus para cada área. Después de ajustar diversas variables, “los investigadores encontraron que un pequeño aumento en la exposición a largo plazo a PM-2,5 conduce a un gran aumento en la tasa de mortalidad de Covid-19”.

El estudio encontró, por ejemplo, que las personas que viven durante décadas en un condado con altos niveles de contaminación por partículas finas, “tienen un 15% más de probabilidades de morir por Covid-19 que alguien que vive en una región que tiene solo una unidad (un microgramo por metro cúbico) menos de dicha contaminación”.

Un segundo estudio de características similares, liderado por investigadores de las universidades de Aarhus (Dinamarca) y Siena (Italia), se ha centrado en la correlación entre la mortalidad por Covid-19 y contaminación del aire en la región del norte de Italia. Los autores de esta investigación indican en un artículo publicado a mediados de marzo en la revista especializada Environmental Pollution, que como es conocido, “las personas que viven en un área con altos niveles de contaminantes son más propensas a desarrollar afecciones respiratorias crónicas y son pacientes potenciales ante cualquier agente infeccioso”. “Además, una exposición prolongada a la contaminación del aire conduce a un estímulo inflamatorio crónico, incluso en sujetos jóvenes y sanos”, recuerdan los mismos autores.

Con estos antecedentes y teniendo en cuenta la mala calidad del aire en esta región italiana duramente castigada por la Covid-19, los autores afirmaban textualmente en su estudio: “Concluimos que el alto nivel de contaminación en el norte de Italia debe considerarse un factor adicional del alto nivel de letalidad registrado en esa área por el Covid-19.

covid-19 medio ambiente

Un tercer estudio que nos ayuda a entender el problema ha sido realizado por el profesor Yaron Ogen, de la Universidad Martin Lutero, en Halle (Alemania). En este caso se han comparado los mapas de contaminación de la atmósfera por dióxidos de nitrógeno que genera el satélite Sentinel-5P con los datos de mortalidad en varias regiones de Italia, España, Francia y Alemania. Los resultados preliminares han sido publicados a finales de marzo en un artículo avanzado en la edición en internet de la revista Science of The Total Environment (cuya publicación definitiva está prevista para el mes de julio).

Ogen recuerda que los humanos expuestos a óxidos de nitrógeno, gases procedentes en buena parte de actividades humanas como los vehículos con motor diésel y otros usos de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas natural), tienen un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, hipertensión y diabetes. Durante el período analizado, el profesor Yaron Ogen observó que el 78% de las 4.443 muertes relacionadas por el nuevo coronavirus se registraron en “cinco regiones localizadas en el norte de Italia y el centro de España”.

“Adicionalmente, estas mismas cinco regiones registraron concentraciones más altas de dióxido de nitrógeno combinadas con flujos de aire que reducen la dispersión eficiente de la contaminación del aire”.

El estudio de Yaron Ogen se suma a las sospechas anteriores: “los resultados indican que la exposición a largo plazo a este contaminante puede ser uno de los contribuyentes más importantes a la mortalidad causada por el virus Covid-19 en estas regiones y tal vez en todo el mundo“.

Las imágenes captadas en los últimos meses por satélites de la NASA y de la Agencia Espacial Europea han mostrado que el confinamiento y el descenso del tráfico y la actividad industrial han mejorado rápidamente la calidad del aire en las grandes ciudades.

Diversos expertos han encontrado una correlación entre la contaminación atmosférica y el incremento de la peligrosidad de la Covid-19

Superar la pandemia de la Covid-19 es un objetivo sanitario urgente que se impone por encima de cualquier otro debate y todavía serán necesarios muchos más estudios para entender las causas de esta enfermedad. No obstante, entre las lecciones de esta crisis, nuestra sociedad debería ser consciente de la importancia de proteger el medio ambiente, luchar contra el cambio climático y recuperar la calidad del aire que respiramos. La salud del planeta y nuestra propia salud son una misma cosa.

Autor: Joaquim Elcacho, Periodista especializado en Medio Ambiente y Ciencia

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Bio Eco Actual Septiembre 2020