El glifosato es el herbicida más utilizado de forma masiva en todo el mundo. Conocido mundialmente por la marca Roundup, es el componente base de muchos fitosanitarios frecuentados en la agricultura convencional, ya que se emplea para acelerar la maduración de la cosecha o eliminar malezas en los cultivos. Sin embargo, sus niveles de toxicidad suponen una amenaza para la salud humana y medio ambiental.

123rf Limited©macor
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El glifosato puede desequilibrar el microbioma intestinal

Un estudio reciente publicado en la revista Environmental Health Perspectives demuestra que el glifosato puede irrumpir en la microbiota intestinal humana y animal, impactando gravemente en su salud. Las conclusiones demuestran que el principio activo del herbicida inventado por Monsanto actúa de la misma forma con la que mata las malas hierbas: la vía del shikimato, una ruta metabólica usada por bacterias, hongos, algas, parásitos y plantas.

Este es precisamente uno de los motivos por los que se ha defendido desde la industria el que la utilización del glifosato es segura: porque esta vía no existe en los seres humanos ni en los animales. No obstante, algunas cepas bacterianas intestinales sí la contienen, por lo que la exposición al herbicida podría generar desequilibrios en el microbioma intestinal. Estos, según constatan varios estudios previos, estarían relacionados con una gran variedad de enfermedades como el cáncer, la diabetes tipo 2, la obesidad y la depresión.

Objeto de controversia en la UE

La investigación cuestiona, pues, los límites de seguridad reglamentarios para la ingesta de glifosato establecida por la Unión Europea. Se añade al conjunto de tantas otras llevadas a cabo por científicos internacionales que evidencian impactos negativos del agrotóxico sobre el cromosoma humano y apuntan posibles disrupciones hormonales capaces de interferir en el desarrollo del embarazo, por ejemplo.

Científicos internacionales evidencian impactos negativos del glifosato sobre el cromosoma humano y apuntan posibles disrupciones hormonales

La Agencia de Investigación del Cáncer (IARC) ya alertó en 2015 que existían evidencias suficientes para declarar el glifosato como “probablemente cancerígeno” para los humanos. Y sin ir más lejos, el pasado mes de junio, la justicia de Estados Unidos condenó a Bayer a pagar 11.000 millones de euros en indemnizaciones por los casos de cáncer (linfoma de Hodgkin) desarrollados por exposición al Roundup en diversos ciudadanos norteamericanos.

Efectos eco-toxicológicos

Y no solo eso. Más allá del impacto sobre la salud humana, el glifosato tiene efectos eco-toxicológicos directos. Según Ecologistas en acción, un 83% de los suelos agrícolas europeos estaban contaminados por plaguicidas químicos en 2019. Esto se debe a su composición a base de aminofosfonato ácido aminometilfosfónico  (AMPA), que no permite la degradación del producto. Se acumula en el suelo, dañando su fertilidad y contaminando, a largo plazo, el aire que respiramos y las aguas que bebemos.

Pese a todo, a día de hoy las fumigaciones con glifosato siguen presentes en Europa. De hecho, las principales agencias científicas europeas, como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA), siguen descartando los indicios cancerígenos cuando se trata de revisar la toxicidad del herbicida. Lo que da luz verde a su aplicación.

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Prórroga en las licencias del glifosato

La Unión Europea tuvo la oportunidad de acabar con el uso del agrotóxico en 2017, cuando los permisos para vender el herbicida expiraban. Sin embargo, los estados miembros reunidos en el Comité de Plantas, Animales, Alimentos y Piensos (SCOPAFF en inglés) autorizaron la prórroga de las licencias del glifosato durante cinco años más, hasta el 2022. El debate concluyó con un resultado muy ajustado –65% de votos a favor–, y ciertas polémicas. Las autoridades fueron criticadas por la falta de imparcialidad de los informes en que se basaron para descartar el riesgo y por someterse a los intereses de terceros.

La CE autorizó la prórroga de las licencias del glifosato durante cinco años más, hasta el 2022

Es cierto que gracias a la presión de las organizaciones ecologistas se rebajó el periodo de prorroga a la mitad, que inicialmente era de 10 años. Aunque de no haber sido renovado, la retirada del Roundup del mercado hubiese sido inmediata.

La acción directa de algunos países

No obstante, algunos países tomaron medidas en contra del uso indiscriminado del herbicida. En julio de 2019, Austria se convirtió en el primer país de la Unión Europea –y único del mundo– en prohibir totalmente su uso por sus efectos cancerígenos. Otros países europeos optaron por restringirlo parcialmente, vetando aquellos usos que suponen mayor riesgo de contaminación: los rociados pre-cosecha; el uso en espacios verdes públicos, como parques y jardines; y los usos particulares, por ejemplo, en huertas privadas.

En julio de 2019, Austria se convirtió en el único país  del mundo en prohibir totalmente su uso por sus efectos cancerígenos

Uno de estos estados fue Francia, que estableció un programa para el abandono progresivo del glifosato hasta su completa desaparición en 2023, a condición de que se desarrollen alternativas viables para cada sector agrícola. Alemania, a pesar de haber votado a favor del glifosato, también elaboró un proyecto de ley para hacer efectiva la supresión del herbicida para el 31 de diciembre de 2023.

Por otro lado, España, que también votó a favor, no se ha pronunciado oficialmente en contra del herbicida hasta el momento. Aun así, diversas ciudades se declararon libres de glifosato de manera independiente entre 2015 y 2017. La primera fue Barcelona, seguida de Madrid, Zaragoza y Sevilla.

2022: ¿fin del glifosato?

Las licencias vigentes del herbicida expiran el año próximo en la Unión Europea, cuando los estados miembros deberán decidir si retirar o no el glifosato del mercado de manera permanente. En este sentido, las nuevas estrategias que plantea la CE pueden jugar un papel importante, ya que proyectos como «Farm to Fork» (De la Granja a la Mesa) proponen reducir el uso de pesticidas y plaguicidas químicos al 50%. Por ello, la retirada definitiva del glifosato configuraría un paso importante hacia la agricultura natural (ecológica) y libre de tóxicos destructivos.

Autora: Ariadna Coma, Periodista

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Bio Eco Actual Abril 2021