Evitar el uso de insecticidas de síntesis química -en especial los del grupo de los organoclorados y organofosforados- debería ser un objetivo compartido por agricultores y consumidores. Desgraciadamente, la agricultura intensiva o industrializada sigue necesitando algunos de estos productos para exterminar a cualquier tipo de insectos que ponga en riesgo sus grandes producciones y beneficios económicos.

clorpirifós
123rfLimited©fotokostic. Agricultor fumigando soja con clorpirifós

Los efectos del clorpirifós

Durante varias décadas, uno de los insecticidas creados en laboratorio utilizado con mayor frecuencia en países industrializados como el nuestro ha sido el clorpirifós (y metil clorpirifós). Ahora, un estudio publicado en la revista Nature por un equipo de 25 investigadores de siete países diferentes concluye que el clorpirifós “suprime la termogénesis inducida por la dieta y la activación de tejido adiposo marrón, lo que sugiere que su uso puede contribuir a la epidemia de la obesidad”. El estudio ha sido realizado en animales de laboratorio, pero indica claramente que este insecticida utilizado masivamente durante años en prácticamente todo el mundo puede estar relacionado con la obesidad en humanos.

No es la primera vez que instituciones sanitarias y científicos de prestigio informan de posibles efectos perjudiciales para la salud humana del clorpirifós, un producto registrado inicialmente en Estados Unidos en 1965 por la empresa Dow Chemical y comercializado en la actualidad en un centenar de países, como substancia activa de decenas de productos insecticidas de uso agrícola y doméstico.

Investigaciones científicas

Puesto que existen informes de muy diverso origen y en ocasiones se duda de la fiabilidad de algunos de los resultados, nos puede ser de guía el informe publicado en agosto de 2019 por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por las siglas en inglés) en el que se recomendaba a la Unión Europea no renovar el permiso de comercialización de productos insecticidas que contengan clorpirifós o metil clorpirifós, y prohibir la venta de alimentos que tengan restos de estas substancias.

Se mantienen las sospechas de que pueda provocar daños o aberraciones en el ADN de las personas expuestas incluso a dosis muy bajas

Los expertos de la EFSA indicaron que no se ha podido determinar con exactitud la posible genotoxicidad del clorpirifós, por lo que se mantienen las sospechas de que pueda provocar daños o aberraciones en el ADN de las personas expuestas incluso a dosis muy bajas; incluyendo entre los peligros el de leucemia infantil. También resulta preocupante, según esta autoridad europea, la existencia de sospechas sobre los daños del clorpirifós a nivel cerebral y, más alarmante, la evidencia epidemiológica indica que existe relación entre la exposición a clorpirifós y alteraciones en el desarrollo neurológico en niños; señalaba la EFSA.

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Veamos las consideraciones de otro organismo oficial de prestigio internacional, la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades, dependiente del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos. La exposición leve a clorpirifós, indica esta agencia oficial, “puede causar mareos, fatiga, secreción nasal, lagrimeo, salivación, náusea, molestia intestinal, sudor y cambios en el ritmo cardíaco”. En casos de mayor exposición, el clorpirifós “puede causar parálisis, convulsiones, desmayos y muerte”. La lista de riesgos sigue así: “Los informes también muestran que la exposición al clorpirifós por poco tiempo puede causar debilidad muscular en las personas, semanas después de la desaparición de los síntomas originales; otras consecuencias de la exposición al clorpirifós abarcan cambios de conducta o hábitos de sueño, cambios de humor y efectos en el sistema nervioso y en los músculos de las extremidades”.

Evidente contradicción y mercado negro

Con estos informes oficiales a la vista, y más aun con estudios nuevos como el indicado de Nature, lo lógico y normal sería que el clorpirifós estuviera prohibido en todo el mundo, pero lamentablemente no es así. Incluso en nuestro país, como en el resto de la Unión Europea, la venta de productos que contienen clorpirifós y metil clorpirifós sigue estando en una situación de evidente contradicción. La normativa en vigor desde enero de 2020 prohíbe la venta de insecticidas de este tipo fabricados en la Unión Europea y regula de forma muy estricta la presencia de este compuesto en productos de venta al público, como los cítricos.

Lo lógico y normal sería que el clorpirifós estuviera prohibido en todo el mundo, pero lamentablemente no es así

Sin embargo, la Unión Europea no ha prohibido la venta de productos que contengan clorpirifós fabricados fuera de sus fronteras. Así, la triste realidad es que, de manera más o menos escondida puede estar comercializándose este tipo de productos, con el agravante de que su fabricación puede proceder de países en los que las normativas de seguridad y calidad son escasas. Algunos medios de comunicación han llegado a hablar de la existencia de un mercado negro de insecticidas de este tipo en zonas como la Comunidad Valenciana, donde algunos agricultores de cítricos lo utilizan ante plagas como la variante sudafricana del cotonet (Delottococcus aberiae).

La existencia de este tipo de mercado negro es difícil de comprobar, pero la compra-venta de productos con clorpirifós, por ejemplo, sigue siendo una realidad a través de internet, donde algunas páginas web mantienen ofertas online, según la comprobación realizada por el autor de este artículo a finales de septiembre de 2021. Igualmente preocupante es el hecho de que, como han denunciado reiteradamente algunas organizaciones de agricultores, algunos países como Sudáfrica, Argentina, Brasil o China siguen permitiendo el uso de insecticidas con clorpirifós o metil clorpirifós en cultivos como los cítricos, por lo que algunos de sus productos con restos de estas substancias podrían llegar a tiendas y supermercados de la Unión Europea.

Autor: Joaquim Elcacho, Periodista especializado en Medio Ambiente y Ciencia

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Bio Eco Actual Febrero 2022