Futura ley sobre la publicidad de alimentos y bebidas infantiles. En España más de la mitad de personas (55%) tienen sobrepeso, con el coste personal, social y sanitario que ello supone. Todos están de acuerdo en la necesidad de tomar medidas urgentes, y de momento leemos que el gobierno prohibirá a los influencers que publiciten alimentos mientras preparan una ley. ¿Podemos hacer algo más?

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Un problema creciente

Otros países, como Portugal, Noruega o Gran Bretaña cuentan con una regulación para limitar la comercialización de alimentos y bebidas poco saludables a los niños y adolescentes. «Se trata de un grupo de consumidores vulnerables, y el gobierno tiene la obligación de protegerlos frente a la publicidad», se afirma en una nota de prensa oficial.

Hasta ahora, estas cuestiones habían sido reguladas entre el Ministerio de Consumo y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (Aesan) con el objetivo de «reducir la presión de venta sobre población infantil y mejorar la calidad y contenido de todo tipo de anuncios de alimentos y bebidas dirigidos a menores».

En Noruega se promociona la lactancia materna, el aumento de la ingesta de frutas, verduras, hortalizas y alimentos integrales

Sin embargo, hasta ahora no han tenido mucho acierto: el 40,6% de los niños de entre 6 y 9 años tiene exceso de peso o sobrepeso. Como decimos, la cifra total de personas con sobrepeso supera en España el 55%, mientras que si nos fijamos en otros países veremos que Noruega es uno de los pocos lugares en donde las cifras han retrocedido al 25%. ¿Cómo lo han logrado?

Sin «calorías vacías». El ejemplo de los noruegos

En Noruega las bebidas azucaradas son carísimas, por los impuestos que las gravan (aunque recientemente las han bajado un poco, en una medida acordada con la industria alimentaria). Y el precio de una hamburguesa Big Mac es el segundo más caro del mundo, detrás de Suiza. Entre 2000 y 2018, han conseguido reducir la ingesta de azúcar por habitante, pasando de los 43 kg que se consumían por año a los 23 kg. Un gran éxito.

La política nutricional noruega se basa en colaborar estrechamente con la industria alimentaria, que allí es bastante responsable. Existe una dura legislación que controla la publicidad dirigida al público infantil y periódicamente lanzan potentes campañas de comunicación y educación. La fórmula nórdica no es perfecta, pero sí muy ambiciosa. Hay que tener en cuenta que comenzaron con esta sensibilización en 1974, con la adopción de una política alimentaria. Pusieron cada vez más atención en la promoción de una dieta saludable, que específicamente aconsejaba una reducción en la ingesta de ácidos grasos saturados, azúcar y sal, así como el aumento del consumo de frutas, verduras, cereales integrales (y pescado).

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Varias décadas de adelanto

Unos veinte años después, con motivo de la elaboración en 2002 de un libro blanco sobre la salud pública, observaron que el sobrepeso y la obesidad –así como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la diabetes– eran los principales retos sanitarios. Y establecieron una estrategia que ha sido esencial a la hora de llevar a cabo las acciones de prevención de la obesidad. Así pues, se promociona la lactancia materna, y en las escuelas, y entre niños y jóvenes, el aumento de la ingesta de frutas, verduras, hortalizas y alimentos integrales. Se fomenta el agua como bebida principal, junto con una drástica reducción de grasas, productos cárnicos grasos y lácteos –allí se consumen en exceso–, sal y azúcar. Eso incluye las bebidas azucaradas, las chuches, dulces y aperitivos.

El Gobierno noruego restringe toda la publicidad dirigida específicamente a los menores desde 1992. Y en el 2013, la industria alimentaria acordó una prohibición autorregulada del marketing en alimentos y bebidas azucaradas destinados a los niños menores de 13 años. Algunos expertos en nutrición consideran que esta normativa podría mejorarse, por ejemplo, subiendo el límite de edad (18 años) y extendiendo la regulación al marketing de los envases. Pero aun así ha tenido un fuerte impacto y se ha reducido la comercialización de alimentos y bebidas poco saludables para los niños. Tienen menos «comida basura».

Limitar y reducir la exposición del público infantil a la publicidad relacionada con alimentos y bebidas poco saludables puede ser un paso importante

La cocina en la escuela

Se pone énfasis en el consumo de bayas del bosque, cereales integrales –que allí se cultivan localmente–, y alimentos vegetales en general. Al inicio se centraron en el pan de centeno, el nabo, la col (y el bacalao, en los no-vegetarianos). En general su dieta se basa también en la sostenibilidad.

Noruega es un país con un alto nivel de vida, pero también con una destacada práctica de ejercicio físico. Y fueron de los primeros países en descubrir la relación entre pobreza y obesidad.

¿Qué hacer aquí?

Mientras tanto, en España todavía se cuestiona el impuesto sobre las bebidas azucaradas. Y, según el último estudio elaborado por Aesan, el 76,2% de los escolares debería mejorar la calidad de su alimentación. En el Ministerio de Consumo aseguran que en el borrador de la futura ley «se ha optado por un marco regulatorio mínimo para seguir las recomendaciones de los organismos internacionales y asimilar la normativa española a la de países donde ya se aplica alguna regulación».

Limitar y reducir la exposición del público infantil a la publicidad relacionada con alimentos y bebidas poco saludables puede ser un paso importante si finalmente logra despertar un eco en la sociedad. Hay una necesidad inaplazable de que una gran mayoría de personas introduzcan cambios responsables en la alimentación. El ahorro en salud lo vale de sobra, por eso el esfuerzo en todas las pantallas y soportes (televisión, canales y plataformas, streaming, páginas web, redes sociales) ha de ser enorme y en serio. Debería implicar todas las capas sociales. Es más importante que todo lo que se llega a comer de más.

Autor: Jaume Rosselló, Editor especializado en salud y alimentación

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Bio Eco Actual Diciembre 2022