Tomamos apuntes en libretas, anotamos recordatorios en notas adhesivas, leemos libros o este mismo periódico. Utilizamos papel en nuestro día a día, también en el baño y en la cocina. No se puede negar que es un recurso útil y funcional. Incluso se ha convertido en una alternativa sostenible a los embalajes de plástico.

123rfLimited©choreograph

¿Papel o tecnología?

Muchos criminalizan el uso del papel, como en este periódico. Señalan que está obsoleto, que es innecesario y que contamina más que los soportes digitales. Son los mismos que probablemente reciben a diario paquetes y paquetes envueltos en cartón en su casa y que pasan por alto su impacto ambiental. Esta práctica genera muchos residuos contaminantes, pero como les conviene, no se quejan.

Lo cierto es que el mundo digital también tiene sus desventajas en términos de sostenibilidad, aunque algunos pretendan ignorarlas. La transmisión de datos mediante Internet, ya sea la búsqueda de información, el envío de un correo, publicar en redes sociales o ver un vídeo en las plataformas digitales, contamina. Según un informe de Greenpeace, la huella energética del sector de las tecnologías de la información equivale ya a un consumo de aproximadamente el 7% de la electricidad mundial y tiene su parte de responsabilidad en las emisiones de gases de efecto invernadero.

El mundo digital también presenta desventajas en términos de sostenibilidad, aunque algunos pretendan ignorarlas

Sin ir más lejos, cada búsqueda realizada en Google supone una emisión de al menos 0,2 gramos de CO 2, indica la propia empresa, mientras que la huella de dióxido de carbono de un correo electrónico puede llegar a los 50 gramos si contiene archivos adjuntos muy pesados, informa la BBC. Hagamos el cálculo… De hecho, se prevé que las emisiones de gases de efecto invernadero de la industria informática alcancen el 14% de las emisiones mundiales en 2040.

Origen y fuentes de energía, claves

No todos los papeles son iguales, y existen alternativas de producción sostenibles. Una de ellas es el papel reciclado. Se obtiene a partir de fibras en circulación que han sido recuperadas de papel o cartón ya existente, por eso habitualmente presenta un color marrón. En ocasiones, las fibras reutilizadas se mezclan con fibras vírgenes o nuevas. Es parte de un proceso circular y de aprovechamiento que minimiza la tala de árboles y reduce el gasto de recursos como el agua o la electricidad. Pero que sea reciclado no implica necesariamente que sea un papel sostenible.

Que sea reciclado no implica necesariamente que sea un papel sostenible

«Los impactos medioambientales del papel pueden deberse a varios factores, pero fundamentalmente al origen energético usado en su proceso de fabricación. Un papel reciclado que queme grandes cantidades de combustibles fósiles en su producción no deberá considerarse ecológico», explica Pau Vila, Transformation Manager de LC Paper, empresa dedicada a la fabricación de papel y productos derivados. Y añade: «Es fundamental que la energía que se usa en su producción sea de origen responsable (biogás o biomasa, electricidad procedente de fuentes renovables o incluso autoconsumo renovable). De no ser así, la huella de carbono puede ser muy elevada».

Certificaciones PEFC y FSC

El papel ecológico es aquél en cuya producción se han tenido en cuenta criterios de sostenibilidad, de principio a fin del proceso productivo: proviene de materias primas procedentes de bosques certificados y se produce mediante fuentes de energía renovables para reducir al máximo su impacto ambiental. El papel ecológico puede ser reciclado, mixto o 100% hecho de fibras vírgenes, siempre procedentes de bosques ecológicos auditados.

Certificaciones FSC y PEFC

Se identifica porque va acompañado de sellos medioambientales que proporcionan información detallada sobre su origen y fabricación. Estas certificaciones, PEFC y FSC (Forest Stewardship Council), acreditan el cumplimiento de estrictos requisitos ambientales y sociales en la gestión forestal: regeneración de las masas forestales mediante especies autóctonas ecológicamente bien adaptadas a la estación, mínimo uso de fertilizantes, no uso de pesticidas químicos, protección de los recursos hídricos y los suelos, protección de especies, hábitats y ecosistemas amenazados, así como valores paisajísticos, respeto de los derechos de los trabajadores y de la población local, y la promoción de la participación pública.

Las certificaciones PEFC y FSC acreditan el cumplimiento de estrictos requisitos ambientales y sociales en la gestión forestal

Gestión sostenible, protección de la biodiversidad

La disponibilidad y la oferta de todos los productos derivados de la madera dependen de la capacidad de producción sostenible de los bosques. Y la manera en que interactuamos con ellos influye enormemente en la biodiversidad mundial.

Los bosques albergan la mayor parte de la biodiversidad terrestre de todo el mundo. Según el estudio Situación de los bosques del mundo: Bosques, biodiversidad y personas, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los bosques contienen 60.000 especies diferentes de árboles, el 80% de las especies de anfibios, el 75% de las especies de aves y el 68% de las especies de mamíferos del planeta, además de absorber CO2 y actuar como reguladores del clima. Su salvaguarda es clave para proteger las plantas, los animales y los medios de vida. Pues la gestión sostenible de los bosques es imprescindible para garantizar la regeneración y la conservación de los mismos.

Autora: Ariadna Coma, Periodista.

Suscríbete a la Newsletter y recibe Bio Eco Actual gratis cada mes en tu correo

Bio Eco Actual, tu mensual 100% ecológico
Leer
Bio Eco Actual Abril 2023