Los disruptores endocrinos son sustancias químicas presentes en numerosos productos y capaces de interferir con el sistema hormonal y causar importantes daños a la salud. Es urgente que los responsables políticos regulen su presencia, como advierten sociedades científicas y la propia Organización Mundial de la Salud. Frente a esas advertencias,otros organismos relativizan los riesgos. Recientes informes vinculan a los expertos más escépticos con la industria y apuntan a conflictos de intereses.

El último ejemplo es el de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Este organismo elabora las recomendaciones y los análisis de riesgos que afectan a la seguridad de los alimentos en Europa, incluyendo la seguridad de los aditivos, organismos modificados genéticamente, contaminantes o pesticidas presentes en los alimentos. Hasta ahora los expertos de la EFSA restan importancia a los riesgos de disruptores (como el Bisfenol A o plaguicidas) en alimentos. Al menos 122 de los 209 expertos de la EFSA tienen relaciones con la industria que deberían regular. Así se asegura en un informe publicado recientementeVentana nueva por la organización Corporate Europe Observer. El porcentaje aumenta en el caso de los puestos directivos: el 90% de los presidentes de los paneles de expertos y el 70% de los vicepresidentes tienen conflicto de intereses.Estas relaciones van desde la pertenencia a equipos directivos de empresas a contratos de consultoría, de financiación de investigación, responsabilidades en sociedades científicas o revistas financiadas por la industria.Algo parecido ocurre con los editores de revistas de toxicología que hace unos meses pidieron a la Comisión Europea que no regulara la presencia de disruptores endocrinos. Nada menos que 17 de os 18 firmantes de esa petición tenían también una relación comprobada con la industria, como reveló otro informe.Estos vínculos resultan alarmantes, según Ecologistas en Acción. La organización forma parte, junto a otras 50 agrupaciones de toda Europa de una red que exige a las autoridades, en particular a la Comisión Europea, medidas frente a las sustancias disruptoras endocrinas.Estas sustancias (EDC por sus sigas en inglés)son sustancias capaces de alterar el equilibrio hormonal y la regulación del desarrollo embrionario y, por tanto, pueden provocar efectos adversos sobre la salud de un organismo o de su progenie, incluyendo cáncer daños al sistema reproductor, obesidad, diabetes, daños neurológicos y otras graves enfermedades crónicas. Las mujeres embarazadas y lactantes y los niños son especialmente vulnerables a estas sustancias.

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