La cuestión de la producción ecológica como sinónimo de altos niveles de bienestar animal es un dilema que oculta significativos matices que conviene aclarar.

Producción ecológica y bienestar animal

En principio la producción ecológica responde a un sistema global que incluye unas formas de gestión y producción de alimentos en las que se combinan las mejores prácticas medioambientales y climáticas, medidas de conservación de los recursos naturales, la introducción de altos estándares de bienestar animal y la búsqueda de actividades económicamente viables y sostenibles que arraiguen la población local generando riqueza en entornos desfavorecidos, recuperando al mismo tiempo prácticas agrarias tradicionales más concordantes con los condicionamientos físicos del espacio.

La teoría es sencilla de definir pero difícil de aplicar. Sobre todo cuando en la consecución de los objetivos que hemos planteado intervienen diversas legislaciones europeas: La Estrategia de la Biodiversidad; Infraestructura Verde; Directiva para la Protección del Suelo y otras legislaciones de carácter medioambiental como las Directivas de Protección de Aves y Hábitats; Directivas sobre el uso de nitratos y pesticidas o sobre el aprovechamiento hídrico, y la Directiva sobre la emisión de gases.

La producción ecológica debe considerar el bienestar animal en toda la cadena productiva y no limitarse a la granja

El gran desafío de las instituciones comunitarias ha sido el desarrollar un sistema de etiquetado para los productos ecológicos que, certificando el cumplimiento de los principios que alimentan y justifican la producción ecológica, cumplieran con la ingente normativa que les aplica, generando confianza en el consumidor que los demanda, abasteciendo un mercado en expansión y, al mismo tiempo, asegurando unas reglas de competencia justas y homogéneas para un creciente número de productores ecológicos que precisa de un ambiente de libre competencia equitativa sin intrusismos ni farsas.

Difícil labor de ingeniería que la Unión Europea intentó arbitrar a través del Reglamento 834/2007 sobre producción orgánica y etiquetado de productos orgánicos. Aunque en su momento pudo incidir positivamente para aclarar el concepto y acordar un camino a seguir, con el tiempo ha resultado insuficiente para alcanzar los objetivos buscados.

Por este motivo nos hallamos todos inmersos en una reforma de este Reglamento que, sobre la experiencia acumulada, mejore su eficacia. Digo todos porque ANDA también está inmersa en este proceso dado que para nosotros la aplicación de altos estándares de bienestar animal no quedaba garantizada en la legislación existente y esperamos verlos incluidos en la versión actual. Fundamentalmente son tres los aspectos mejorables que inevitablemente deben incluirse en cualquier proceso de producción ecológica. En primer lugar debe asegurarse que sólo se utilizan animales de razas adaptadas a las condiciones físicas y medioambientales del lugar en el que se localice la granja. El uso de razas híbridas o foráneas no adaptadas al terreno debe quedar eliminado sin excepciones. En segundo lugar ciertas prácticas permitidas hasta ahora como atar a los animales o practicarles ciertas mutilaciones como la castración también deben prohibirse. Por último la producción ecológica debe considerar el bienestar animal en toda la cadena productiva y no limitarse a la granja por lo que también debe limitar el tiempo de transporte, sacrificando a los animales en el matadero más cercano y asegurar que las condiciones técnicas de los camiones son capaces de mantener los mismos niveles de bienestar que los animales han disfrutado en la granja. Asimismo debe garantizar que en los mataderos todos los animales son correctamente aturdidos según su especie, sin excepciones, y que las condiciones de los mataderos en cuanto a muelles y corrales de estancias permitan manejar y mantener a los mismos con altos índices de protección animal.

Cuando un consumidor compra, y paga, un producto ecológico, en su mente el bienestar animal es un factor básico en su decisión de compra. No podemos defraudarle ya que, de lo contrario, el consumidor abandonará su fe en la etiqueta y perderemos todos, él, nosotros y los animales.

Autora: Alberto Díez, director de ANDA – Asociación Nacional Para la Defensa de los Animales

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