Un nuevo artículo publicado en Nature confirma los datos que se vienen conociendo de agotamiento de las reservas de gas de esquisto en las principales cuencas de Estados Unidos. Estados Unidos confía en décadas de abundancia de gas natural para impulsar su resurgir económico. Podrían ser meras ilusiones.

Cuando el presidente norteamericano Barack Obama habla del futuro, visualiza una economía boyante en Estados Unidos, impulsada en gran medida por una enorme cantidad de gas natural que sale de pozos nacionales. “Las reservas de gas natural que tenemos en América pueden durar cerca de 100 años”, declaró en su discurso sobre el estado de la nación de 2012.

El anuncio de Obama refleja el optimismo que se ha extendido en Estados Unidos. Y todo gracias al fracking –o fractura hidráulica– que ha hecho posible extraer el gas natural de la roca de grano fino conocida como esquisto (pizarra) a un precio relativamente bajo. Términos como “revolución de esquisto” y “abundancia energética” resuenan ya en las salas de juntas de las empresas.

Las empresas están apostando fuerte por las previsiones de gas natural abundante y barato. Durante los próximos 20 años se espera que la industria y los productores de electricidad de Estados Unidos inviertan cientos de miles de millones de dólares en nuevas plantas de gas natural. Y también se están dedicando miles de millones de dólares a la construcción de instalaciones para la exportación que permitirán que Estados Unidos envíe gas natural licuado a Europa, Asia y Sudamérica.

Estas inversiones se basan en las expectativas de que la producción de gas de EE. UU seguirá aumentando durante décadas, tal como apuntan las previsiones realizadas por la Agencia de Información Energética de Estados Unidos (EIA). Tal como señalaba el año pasado el director de esta agencia, Adam Sieminski, “la EIA no duda en absoluto que la producción de gas natural siga aumentando hasta 2040”.

Pero un análisis más detallado de los supuestos subyacentes sugiere que estas previsiones al alza pueden ser excesivamente optimistas, en parte porque las previsiones del gobierno se basan en estudios muy generales, o más bien apuestas, sobre las principales formaciones de esquisto. De hecho, algunos analistas están estudiando estas formaciones con mucho más detalle, y los pronósticos son más conservadores. Estiman que los ‘puntos óptimos’ de estos yacimientos, en los que la extracción de gas sería rentable, son relativamente pequeños.

Como resultado, “las noticias son malas”, dice Tad Patzek, director del Departamento de Ingeniería del Petróleo y Geosistemas de la Universidad de Texas en Austin y miembro del equipo que está realizando los estudios en profundidad. Y, teniendo en cuenta que las empresas están intentando extraer el gas de esquito lo más rápido posible para poder exportarlo en grandes cantidades, sostiene que “estamos creando a un gran fiasco”.

Esto también podría tener consecuencias fuera de Estados Unidos. Si la producción estadounidense de gas natural cae, los grandes planes de exportación se tambalearían y los países que están queriendo sacar el máximo rendimiento a sus propias formaciones de esquisto podrían reconsiderarlo. “Si empieza a parecer que esto se va a convertir en un drama para Estados Unidos, está claro que el entusiasmo en otras partes del mundo se verá afectado”, dice Paul Stevens, economista del centro de estudios Chatham House en Londres.

LA BATALLA DE LAS PREDICCIONES
La producción de gas natural en Estados Unidos está aumentando rápidamente, y la Agencia de Información Energética (EIA) predice un crecimiento a largo plazo. Pero algunos estudios de la Universidad de Texas (UT) cuestionan esta proyección.

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Gráfico 1: Cuatro grandes fuentes

El equipo de Texas hizo predicciones para las cuatro áreas de gas de esquisto más productivas. Estas predicciones sugieren que la producción de gas alcanzará su punto máximo pronto y disminuirá rápidamente, una perspectiva mucho más pesimista que la ofrecida por la EIA y otras empresas, tales como Goldman Sachs.

Vertical: Producción de gas (miles de millones de metros cúbicos por año)
Horizontal: 2000, 2010, 2020, 2030, 2040

Gráfico 2: Producción de gas natural en E.E.U.U.

Datos históricos y proyección sobre el gas de la EIA. PROYECCIÓN

Vertical: Producción de gas (miles de millones de metros cúbicos por año)
Horizontal: 1960, 1970, 1980, 1990, 2000, 2010, 2020, 2030, 2040

La producción de gas en Estados Unidos ha batido récords gracias al esquisto.

Fuentes: EIA/Univ. Texas/Goldman Sachs/Wood Mackenzie/Navigant.

La idea de que el gas natural será abundante supone un importante cambio de rumbo respecto a las pesimistas perspectivas vigentes hasta hace unos cinco años. A lo largo de los años 90, la producción estadounidense de gas natural tocó techo y, como el gas proporcionaba un cuarto de la demanda de energía de EE. UU., la preocupación por que el abastecimiento disminuyera y que el país se volviera dependiente de las importaciones se extendió ampliamente.

La EIA, que recoge datos sobre energía y ofrece pronósticos a largo plazo sobre la energía en EE.UU., predijo en una fecha tan reciente como 2008 que la producción estadounidense de gas natural se mantendría bastante estable durante las próximas dos décadas.

Entonces, el boom del esquisto sorprendió a todo el mundo. Se basaba en la tecnología de la fracturación, conocida ya desde algunas décadas, pero cuya aplicación al esquisto se consideraba demasiado costosa cuando los precios del gas estaban bajos. Sin embargo, en la primera década del siglo XXI, los precios aumentaron lo suficiente como para que nuevas empresas se animaran a fracturar las formaciones de esquisto. Junto con las nuevas técnicas para perforar pozos horizontales, la producción de gas natural en EE. UU. llegó a batir récords históricos, y el país recuperó un titulo que había ostentado durante décadas: ser el mayor productor mundial de gas natural.

PIEDRAS VALIOSAS
Gran parte de este mérito se debe a la formación de esquisto Marcellus, que se extiende a lo largo de los estados Virginia Occidental, Pensilvania y Nueva York. Durante muchos años, las empresas han ido perforando más de 8.000 pozos bajo colinas recubiertas por un espeso bosque, y siguen haciéndolo a un ritmo de 100 al mes. Cada pozo desciende 2 kilómetros bajo tierra antes de desviarse hacia los lados y serpentear a través del esquisto. En la actualidad, Marcellus suministra 385 millones de metros cúbicos de gas al día, más que suficiente para proporcionar la mitad del gas utilizado en las plantas eléctricas de EE.UU.

Una parte importante del resto del abastecimiento de gas en EE. UU. procede de otros tres yacimientos de esquisto –el Barnett en Texas, el Fayetteville en Arkansas y el Haynesville, a caballo entre Luisiana y Texas. Juntas, estas “cuatro grandes” áreas suman más de 30.000 pozos y cubren dos tercios de la actual producción de gas de esquisto en Estados Unidos.

La EIA –al igual que el resto de analistas– no previó la llegada del boom y siempre ha subestimado la cantidad del gas que podría extraerse del esquisto, aunque incrementó sustancialmente las expectativas de gas de esquito conforme el auge fue haciéndose evidente. En su informe anual de 2014 (Annual Energy Outlook 2014), el escenario para los ‘casos de referencia’ –que se basa en la expectativa de que los precios del gas de esquisto aumentarán de manera gradual, pero se mantendrán relativamente bajos– señala que la producción estadounidense aumentará hasta el año 2040, impulsada por el gas de esquisto.

La EIA no ha publicado sus proyecciones para yacimiento de gas de esquisto, pero se las ha entregado a Nature. Según la última previsión para los casos de referencia, la producción de las cuatro grandes áreas continuará aumentando rápidamente hasta el 2020, y se mantendrá durante al menos otros 20 años. El resto de yacimientos de gas de esquisto contribuirán a mantener el boom hasta el 2040 (ver cuadro ‘La batalla de las predicciones’).

Los analistas de la industria del petróleo hacen sus propios pronósticos, que suelen coincidir bastante con la valoración de la EIA. De hecho, “los pronósticos de la EIA se acercan bastante al consenso”, según Guy Caruso, economista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington DC, y antiguo director de dicha agencia. Sin embargo, estas consultorías casi nunca comparten la información que respalda sus predicciones, lo que dificulta la valoración y el debate sobre los supuestos y metodologías que utilizan, razona Ruud Weijermars, geocientífico de la Universidad de Texas A&M en College Station. Los estudios de las consultorías y de la industria son “completamente diferentes de las revisiones realizadas por expertos” afirma.

Para poder ofrecer predicciones rigurosas y transparentes sobre la producción de gas de esquisto, un equipo compuesto por una docena de geocientíficos, ingenieros del petróleo y economistas de la Universidad de Texas en Austin ha realizado durante más de tres años una serie sistemática de estudios de los principales yacimientos de esquisto. Esta investigación se financió con una beca de 1,5 millones de dólares de la Fundación Alfred P. Sloan de Nueva York y ha ido apareciendo en diferentes revistas académicas y conferencias. Actualmente, según afirma Weijermars, es la obra “con más autoridad” en este ámbito.

Si los precios del gas natural siguieran el escenario utilizado por la EIA en su informe anual de 2014, la predicción del equipo de Texas sería que la producción de los cuatro yacimientos principales aumentará hasta 2020 y disminuirá a partir de entonces. En 2030, estos yacimientos producirán solo como la mitad de las referencias de la EIA; los escenarios más conservadores de la agencia son más optimistas que las predicciones del equipo de Texas. “Obviamente, no están muy de acuerdo con los resultados ofrecidos por la EIA”, afirma Patzek.

La principal diferencia entre las predicciones de Texas y las de la EIA se centra en el grado de detalle de cada estudio. La EIA desglosa cada yacimiento en condados y calcula la productividad media por pozo en dicha área. Pero los condados a menudo superan los 1.000 kilómetros cuadrados, suficientes para alojar miles de pozos fracturados horizontalmente. El equipo de Texas, al contrario, separa cada yacimiento en bloques de una milla cuadrada (2,6 kilómetros cuadrados), una resolución al menos 20 veces mayor que la de la EIA.

La resolución es importante porque cada yacimiento tiene algunos puntos óptimos con mucho gas y amplias zonas donde los pozos son mucho menos productivos. Las empresas procuran centrarse primero en los puntos óptimos, por lo que la productividad de los pozos que se perforen en el futuro será menor que la de los actuales. Actualmente, el modelo de la EIA asume que los futuros pozos serán al menos tan productivos como los iniciales en el mismo condado, pero, según Patzek, este enfoque “conduce a unos resultados demasiado optimistas”.

La gran resolución de los estudios de Texas permite que su modelo diferencie los puntos óptimos de las zonas marginales. Como resultado, afirma su codirector Scott Tinker, geocientífico de la Universidad de Texas en Austin, “hemos descrito, mejor que nunca, cómo serán los pozos en el futuro”.

Los estudios de Texas y de la EIA también se diferencian en la forma de calcular el número total de pozos que se podrían perforar desde un punto de vista económico en cada área. La EIA no explicita ese número, pero sus análisis parecen requerir más pozos que la evaluación de Texas, que excluye las zonas donde sería difícil perforar como los lagos o las grandes ciudades. Esas características del modelo “copian la realidad”, afirma Tinker, y se eligieron tomando en cuenta la amplia experiencia en la industria del petróleo que tienen los miembros del equipo.

DIFERENTES FUTUROS
Las estimaciones a la baja de Texas coinciden con algunos estudios independientes que utilizan métodos más simples. Los estudios realizados por Weijermars, así como por Mark Kaiser de la Universidad del Estado de Luisiana en Baton Rouge y por el geólogo David Hughes ya retirado de la agencia estatal canadiense Geological Survey, sugieren que una producción en aumento –como la que predice la EIA– requeriría un incremento significativo y constante de las perforaciones durante los próximos 25 años, lo que podría no resultar rentable.

El estudio de Texas ha tenido impacto dentro de la industria. Richard Nehring, analista de gas y petróleo de la empresa Nehring Associates de Colorado Springs (Colorado) –que maneja una amplia base de datos de yacimientos de gas y petróleo–, dice que enfoque del equipo es un ejemplo de “cómo deberían calcularse los recursos no convencionales”.

Estamos creando un enorme fiasco”

Patzek afirma que la metodología de la EIA son prácticamente “conjeturas fundamentadas”, pero ni él ni los demás están muy dispuestos a ceder mucho. El mismo Patzek afirma que la EIA está haciéndolo “lo mejor posible con los recursos y los plazos que manejan”. Su presupuesto total para el 2014 –incluyendo la recolección de datos y las previsiones para todos los tipos de energía– era de solo 117 millones de dólares, más o menos lo que cuesta perforar una docena de pozos en Haynesville. La EIA “vale más de lo que cuesta”, dice Caruso. “Siempre he pensado que estaba subfinanciada. Se le pedía que hiciera cada vez más, con cada vez menos”.

Patzek reconoce que las proyecciones sobre los yacimientos de esquisto “son muy, muy difíciles e inciertas”, en parte debido a que las tecnologías y estrategias de perforación cambian muy rápidamente. En los yacimientos más recientes, las empresas todavía están tratando de identificar los mejores lugares para perforar. Y tampoco está claro cuánto se pueden acercarse los pozos sin que empiecen a interferir entre sí.

Los representantes de la EIA defienden sus cálculos y argumentan que no deberían compararse con los estudios de Texas porque parten de supuestos diferentes e incluyen diferentes escenarios. “Ambos modelos son válidos, y en muchos aspectos se alimentan entre sí”, dice John Staub, director del equipo de estudios para la exploración y explotación de gas y petróleo de la EIA. “De hecho, la EIA ha incorporado algunos puntos de vista del equipo de la Universidad de Texas”, afirma.

Sin embargo, en un documento de trabajo publicado en Internet el 14 de octubre, dos analistas de la EIA reconocieron que había algunos problemas en las actuales metodologías de la agencia. Argumentaron que sería mejor dibujar mapas geológicos de alta resolución y señalaron que los elaborados por el equipo de Texas son un ejemplo de cómo se podrían mejorar las predicciones mediante la identificación de los puntos óptimos. El artículo lleva un descargo de responsabilidad expresando que las opiniones de los autores no reflejan necesariamente los de la EIA, pero la agencia se está planteando incorporar un enfoque en esa dirección en sus cálculos de Marcellus para el informe anual 2015. (Cuando Nature solicitó a los autores del artículo una entrevista abierta, estos derivaron las preguntas a Staub).

BOOM O DESASTRE
Los miembros del equipo de Texas aún están discutiendo sobre las implicaciones de su propio estudio. Tinker es relativamente optimista cuando argumenta que, dado que los cálculos del equipo eran “conservadores”, la producción real podría ser mayor. Los cuatro grandes yacimientos de gas de esquisto, afirma, proporcionarán “una cantidad bastante importante de gas natural al país durante las próximas décadas. Es bastante tiempo”.

Patzek arguye que la producción real podría ser menor que las predicciones del equipo. Habla de un posible pico en la próxima década que, después, “descenderá rápidamente en la otra dirección”, afirma. “Entonces, Estados Unidos tendrá un duro despertar”. Cree que los precios aumentarán mucho y que el país terminará construyendo más plantas industriales y vehículos de gas de los que sea rentable utilizar. “El resultado final, pase lo que pase e independientemente de cómo ocurra”, afirma, “no puede ser positivo para la economía estadounidense”.

Si ya es difícil hacer predicciones en Estados Unidos, que cuenta con datos de decenas de miles de pozos de gas de esquisto, la incertidumbre es mucho mayor en otros países con menos pozos. La EIA ha encargado cálculos del potencial mundial de esquisto a la consultora Advanced Resources Interna­tional (ARI) de Washington DC que, en 2013, llegó a la conclusión de que es posible que, a nivel mundial, las formaciones de esquisto contengan un total de 220 billones de metros cúbicos de gas natural extraíble. Al ritmo de consumo actual, y con el gas natural proporcionando un cuarto de la energía global, esto sería suficiente para abastecer la demanda durante 65 años. Sin embargo, en el informe ARI no aparece el nivel de incertidumbre de sus cálculos ni cuánto gas puede resultar rentable extraer.

Estas cifras son “sumamente discutibles”, argumenta Stevens. “se hacen a ojo de buen cubero”, y cita las estimaciones de ARI para Polonia, que supuestamente tenía los mayores recursos de gas de esquisto de Europa. Entre 2011 y 2013, la ARI redujo en un tercio sus cálculos para los yacimientos más prometedores de Polonia, diciendo que algunos pozos de muestra habían producido menos de lo que se esperaba, Mientras tanto, el Instituto Geológico polaco hizo su propio estudio, estimando que esas mismas zonas tenían menos de un 10% de las cantidades inicialmente calculadas por ARI.

Los expertos afirman que si el suministro de gas de los Estados Unidos se agota antes de lo previsto –o aumenta la oposición ecologista–, será menos probable que otros países como Polonia tengan su propio boom del esquisto.

Sin embargo, por el momento reina el optimismo sobre el gas de esquisto, especialmente en Estados Unidos. Y esto es lo que preocupa a algunos expertos en energía. “Hay una incertidumbre enorme”, dice Nehring, “El problema es que la gente dice ‘dame números’. Los números tranquilizan, aunque estén equivocados”.

Fuente: Ecologistas en Acción
Artículo Original: www.fractura-hidraulica.blogspot.com.es/2014/12/la-falacia-del-fracking.html