Mientras los consumidores son cada vez más conscientes de los impactos ambientales de los alimentos convencionales, de los monocultivos, de los fertilizantes petroquímicos y de los plaguicidas tóxicos, la industria agroquímica sigue lanzando mensajes contra la producción de alimentos ecológicos.

La industria alimentaria contra los alimentos ecológicos

Para neutralizar el crecimiento del consumo de productos ecológicos, se han empezado a difundir artículos donde investigadores y periodistas minimizan el papel y el daño causado por los productos químicos agrícolas y se centran en las similitudes nutricionales. A pesar de la gran cantidad de artículos científicos que demuestran lo contrario, la conclusión es siempre la misma, no hay diferencias nutricionales entre los alimentos ecológicos y los convencionales. Eso sí, no destacan los efectos negativos que la agricultura intensiva tiene sobre la salud y el medio ambiente.

El propósito de la industria es evitar que los consumidores se cuestionen si el consumo de ciertos alimentos es perjudicial. La preocupación por los pesticidas, el bienestar animal y el fomento de las economías locales, es malo para el negocio de la industria alimentaria.

Cada vez son más las personas que hacen caso de las pruebas científicas de que los pesticidas, herbicidas, fungicidas, hormonas, antibióticos y otros residuos de medicamentos nos están perjudicando, incluso a niveles muy bajos, y sobre todo a nuestros hijos. Por eso, desde hace varios años ha crecido el número de colegios donde sirven verduras, hortalizas y otros productos ecológicos. Los gestores de estos comedores responden así, a las demandas de muchas familias preocupadas por la calidad de los menús, y a la necesidad de crear conciencia entre los escolares sobre los beneficios de consumir productos ecológicos.

Por ahora la industria agroquímica no ha conquistado el corazón y la mente de los consumidores, así que ha empezado a centrar sus esfuerzos en adquirir empresas del sector ecológico

Megacorporaciones como Coca-Cola, General Mills, Nestlé o Kraft, han empezado a devorar la mayoría de pequeñas granjas ecológicas en Estados Unidos. Y ahora estas compañías controlan la comercialización de alimentos convencionales y ecológicos.

Este control permite a las grandes empresas presionar para que las certificaciones de productos ecológicos incluyan nuevos componentes no ecológicos, como sucede en Estados Unidos, donde el número de sustancias no ecológicas permitidas ha crecido un 70% en diez años.

En definitiva, apostar por el consumo ecológico es apostar por la proximidad, las empresas y productores pequeños, y el servicio a la comunidad. Tú decides a quién apoyas.

Autor: Enric Cortiñas, Presidente de la Asociación de Naturalistas de Girona

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