El embrión que ha dado origen al circo se gestó en el mundo grecorromano, en aquellos juegos conocidos como ludi circenses que englobaban diversos espectáculos de masas: carreras de carros, naumaquias y luchas entre gladiadores y animales (venatio).

La compleja evolución que ha dado como resultado el florecimiento de las artes circenses actuales debe su refinamiento, por un lado, en Occidente, después de la caída de Roma, a la evolución natural de las artes medievales del Mester de Juglaría y, por otro, a la influencia de culturas orientales, en prácticas milenarias como el contorsionismo o la acrobacia.

Actualmente, circo es sinónimo de creación, humor, arte, prodigio humano… esta es su mejor cara, sin embargo, la historia circense también cuenta con su cruz. En la Antigua Roma, la exhibición de animales exóticos derivó en el espectáculo más sangriento, el público se entusiasmaba al ver pelear a gladiadores con animales o contemplando personas indefensas lanzadas a las “fieras” sin pena ni compasión. El legado que todavía permanece de toda aquella barbarie es la tauromaquia y el uso de animales en circos, ambos espectáculos evolucionados comparten origen en la venatio romana.

Hoy, más de un centenar de municipios de todo el Estado no permiten la exhibición de animales en circos por varias razones. Los animales que participan en estos espectáculos no pueden disfrutar en libertad de su hábitat natural ni desarrollar las conductas etológicas propias de su especie, son sometidos al adiestramiento, deben permanecer la mayor parte de sus vidas en jaulas, soportar el estrés de los traslados y el bullicio del espectáculo.

Cataluña se podría convertir en la primera Comunidad Autónoma en abolir el uso de animales en circos, siguiendo la senda de otros países como Austria o Suecia, ya que el Parlamento Catalán se encuentra debatiendo una proposición de Ley para tal fin. Cada vez más compañías de circo optan por el espectáculo sin animales, Le Cirque du Soleil, la más prestigiosa del mundo, es el paradigma.

La abolición del uso de animales no humanos en circos forma parte de la evolución moral de la sociedad. Mucho antes se abolió el uso de humanos considerados extraños, hombres y mujeres procedentes de otros continentes o con patologías y malformaciones, cuya única oportunidad para sobrevivir fue exhibirse en circos, con el agravio que esto suponía para su dignidad. Personas con obesidad, hirsutismo (mujer barbuda), enanismo, gigantismo… formaron parte de los circos hasta principios del  S.XX. En la Inglaterra Victoriana este tipo de funciones se conocieron como freak shows (de aquí la palabra frikismo).

El caso más famoso es el de Joseph Merrick, un hombre inteligente que padecía una enfermedad (posiblemente síndrome de Petrous), la cual le provocó malformaciones agudas, por ello fue conocido como el Hombre Elefante. Su única oportunidad laboral fue exhibirse en circos, sólo encontró sosiego en sus últimos años de vida. Precisamente, durante el embarazo, la madre de Merrick padeció un incidente con un elefante fugado de un circo que la embistió, hecho que se ha considerado como una posible causa de la terrible enfermedad que padeció.

Otro caso ilustrativo es el de Sara Baartman, una mujer natural de Sudáfrica perteneciente a la etnia khoikhoi, cuyas mujeres se caracterizan por la acumulación de grasa en los glúteos. A principios del S. XIX, Sara fue trasladada a Europa y exhibida en circos, siendo víctima de abusos y burlas relativas a su físico.

Autora: Helena Escoda, activista por los derechos de los animales

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