La campaña Hogar sin tóxicos, de la Fundación Vivo Sano dio a conocer que en los hogares españoles hay más de 100.000 sustancias tóxicas que se encuentran en productos básicos de higiene, limpieza, alimentación, menaje, etc. Estamos rodeados de sustancias como F-talatos, compuestos perfluorados, alquilfenoles, bisfenol A, metales pesados… que, como han demostrado numerosos estudios científicos, acaban en nuestro organismo.

Pero como dice el director de la campaña, Carlos De Prada, “el pesimismo es tóxico y eso de “mejor no saberlo”, no hace desaparecer el problema. La imposibilidad de eliminar todos los tóxicos no justifica no eliminar todos los que podamos”.

Podemos empezar por los que ingerimos. Y tan importante como los alimentos que elegimos es la forma en que los cocinamos y los utensilios que empleamos. Ya podemos ser consumidores de alimentos ecológicos, libres de pesticidas y tóxicos, que si los cocinamos en una sartén de teflón, al papillote en papel de aluminio, en una olla esmaltada algo rallada o si los calentamos en un recipiente de plástico, estaremos igualmente intoxicando nuestro organismo.

En el caso de los metales pesados, son perjudiciales  porque se van acumulando lentamente en nuestros órganos alterando su correcto funcionamiento y porque compiten con minerales sanos que sí necesitamos como el zinc, el selenio, etc… Esto afecta a la forma de aprovechar los nutrientes que ingerimos y a las reacciones químicas que se producen en nuestro organismo.

Sabiendo que es mejor priorizar alimentos crudos, frescos y de temporada, si los vamos a cocinar, lo ideal sería hacerlo al vapor (en cesto de bambú o vaporera) y hervidos (sin superar los 100 º C y con poco agua).

Respecto a los materiales a evitar: el aluminio, el cobre, el teflón y los plásticos.

Los materiales seguros serían: el vidrio, la silicona platino, el titanio, el barro no esmaltado y la madera ecológica o el bambú.

El microondas, la olla exprés, la barbacoa, la fritura y el horneado destruyen la mayoría de los nutrientes de los alimentos.

El aluminio y el cobre, son ligeros y buenos conductores del calor por lo que los encontramos en la base de muchas sartenes y ollas pero no son perjudiciales si están sellados por otros materiales inocuos. No deben entrar en contacto con los alimentos, sobre todo con sustancias ácidas (como limón, tomate, vinagre…) ya que la reacción química que se produce aumenta  los niveles de intoxicación.

El aluminio se deposita en el cerebro y es uno de los factores relacionados con el Alzheimer. Está prohibido para uso culinario en muchos países, sin embargo aquí todavía es fácil encontrarlo en cocinas de restaurantes y colegios. También se suele emplear papel de aluminio para cocinar en horno al papillote y para conservar alimentos en el frigorífico o envolver el bocadillo.

En su lugar se pueden utilizar recipientes de vidrio para conservar los alimentos y  papel vegetal para cocinar o envolver. El llamado “aluminio anodizado” no presenta problema porque ha recibido un tratamiento anti-corrosión que lo sella y evita que se incorpore a los alimentos que contiene.

El teflón de sartenes, espumaderas, etc… contiene  APFO (ácido perfluoro octánico, también conocido como C-8), sustancia prácticamente indestructible que se acumula en el medio ambiente y en los seres vivos. Algunos fabricantes empiezan a especificar si no lo contiene. En cualquier caso, mejor no freír, saltear ni hornear con ellos y desecharlos en cuanto la superficie se ralle. Las sartenes de titanio con base de carbón o las cerámicas son una buena alternativa. Los utensilios de barro esmaltado no han de estar dañados y certificar que no contienen plomo.

Los plásticos llevan sustancias como el bisfenol-A (también presente en las latas de conserva) que interfieren en nuestro sistema hormonal. Se deberían evitar o por lo menos no calentar ni poner en ellos alimentos calientes. Sobre todo el film de cocina.

En cuanto al acero inoxidable de, por ejemplo, las ollas a presión o cuberterías, suele llevar cromo o níquel que pasan en pequeñas cantidades a la comida. La alternativa  sería el acero quirúrgico (T-304), que no contiene plomo y no es poroso pero la superficie ha de estar en perfecto estado.

Más info en: www.hogarsintoxicos.org; www.vivosano.org; www.conasi.eu/blog

Autora: Marta Gandarillas – Bio Eco Actual Julio y Agosto 2015