Los transgénicos u Organismos Genéticamente Modificados (OGM), a los que nuestra publicación ya dedicó algunos artículos en la sección “Planeta Vivo”, son seres vivos nuevos, que no existían antes en la naturaleza y que han sido creados en el laboratorio manipulando sus genes.

Según un informe de la propia Comisión Europea, “el proceso de creación de organismos modificados genéticamente está rodeado de incertidumbres, que pueden dar lugar a multitud de efectos imprevistos”.

El informe “Zonas libres de transgénicos” de Ecologistas en Acción, recoge que “veinte años después de su introducción en los mercados, las grandes promesas de los cultivos transgénicos están muy lejos de hacerse realidad: ni han aumentado el rendimiento de los cultivos, ni han contribuido a solucionar el problema del hambre, ni han mejorado la calidad de los alimentos y el medio ambiente”. Lo cierto es que no existen exámenes de toxicidad a largo plazo y que ya hay numerosos informes que ponen de manifiesto sus riesgos económicos, ecológicos y sanitarios.  

sin transgenicosLa pregunta sigue estando ahí: si tenemos una forma de producir sostenible, libre de tóxicos y pesticidas, ¿por qué implementar algo que beneficia a muy pocas empresas, que destruye la capacidad de intercambio de semillas de los agricultores (diez grandes empresas controlan el 75% del mercado, imponiendo lo que se cultiva y, en consecuencia, lo que se come) y que está demostrando tantos riesgos?: toxicidad, resistencia a los antibióticos, infertilidad, alergias, daños a especies silvestres, superplagas, pérdida de biodiversidad, contaminación de acuíferos y suelos, concentración de la propiedad de la tierra, mayores costes para los agricultores…

¿Cuál es la situación de España en cuanto a transgénicos?

De entrada, España es el único país de la UE que apuesta por estos cultivos y más del 67% de los ensayos experimentales se realizan en nuestros campos. Una aportación muy destacable ha sido la presentación hace unos meses del primer mapa de cultivos transgénicos en España, elaborado por Greenpeace, con la intención de aproximarse lo máximo posible a un “registro público de cultivos transgénicos” que, hasta ahora, no ha hecho ningún gobierno. El mapa se ha construido con la información que se aporta en la Solicitud de Pago Único que los agricultores cumplimentan para recibir las subvenciones de la Política Agrícola Común.

A día de hoy,  el único transgénico autorizado en la UE es el maíz insecticida MON810 (que comercializa Monsanto y cuya autorización caducó en 2008). Sólo en cinco países se cultiva este maíz (España, principal productor, República Checa, Portugal, Eslovaquia y Rumanía). Está prohibido su cultivo en Alemania, Francia (principal productor europeo de maíz), Austria, Hungría, Grecia, Luxemburgo, Polonia y Bulgaria.

Según Greenpeace, en 2014 se cultivó maíz transgénico en más de 400 municipios, pero también más de 180 se han declarado libres de transgénicos.

Cinco comunidades autónomas se han mantenido libres de cultivo de maíz transgénico: País Vasco, Cantabria, Asturias, Islas Canarias y Castilla y León (el principal productor de maíz).

Además, en la mayoría de los casos, los datos reconocidos por los gobiernos autonómicos distan mucho de los ofrecidos por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Éste asegura que según los últimos datos, de 2014, en toda España se cultivaban unas 132.000 hectáreas, mientras que la información ofrecida por las comunidades  y recogida por Greenpeace, demuestra que se habrían cultivado un máximo de  83.000 hectáreas de maíz transgénico.

La Comunidad que encabeza la lista es Aragón, con 32.000 hectáreas sembradas, seguida por Cataluña (22.000) y Extremadura (7.000). Las que menos tienen son Galicia (poco más de 4 hectáreas sembradas), La Rioja con 8 y Murcia con casi 18 hectáreas.

Es interesante el informe técnico del Gobierno de Aragón en el que demuestra que los transgénicos no son necesarios, porque las producciones de maíz transgénico son iguales o inferiores a las del maíz convencional y la plaga que pretende combatir el maíz transgénico no provoca tantos daños como se quiere hacer creer.

Aunque muchos insistan en que podemos estar tranquilos, la poca transparencia en la información, los recortes en la investigación o los intentos de desprestigiar los pocos estudios científicos independientes, evidencian que hay otros intereses distintos a nuestra salud y la del Medio Ambiente.

Autora: Marta Gandarillas, periodista – Bio Eco Actual Diciembre 2015