Miguel Jara 12/06/2016
Condena de 72 millones a Johnson & Johnson por causar cáncer a una mujer con sus talcos.

La compañía Johnson & Johnson (J&J) ha sido condenada a pagar 72 millones de dólares esa la familia de una mujer de Alabama (Estados Unidos) que murió por un cáncer de ovario por el uso durante décadas de los polvos de talco de esta empresa.

Y parecían inocentes esos polvitos blancos, de suave tacto y agradable olor con el que nuestras madres nos untaban el trasero para que no se nos irritase cuando éramos bebés. Un jurado de la corte de Missouri otorga una indemnización de 72 millones de dólares para la familia de Jacqueline Fox en concepto de compensaciones por daños y perjuicios recibidos que le llevaron a la muerte.

Para Jacqueline Fox, usar los polvos de talco de Johnson & Johnson era algo natural, ‘como lavarse los dientes’, explicó su hijo. Fox falleció el pasado otoño, víctima de un cáncer de ovario, después de 35 años usando estos productos como parte de su higiene femenina. Ella demandó a la compañía por creer que su enfermedad estaba relacionada con el uso de los talcos y por no advertir a los consumidores de los riesgos“, publica el diario ABC.

En concreto, la marca usada por Fox era Baby Powder. Es el primer caso en el que se alcanza una sentencia entre las más de1.200 demandas que han interpuesto mujeres de todo EE.UU. contra la Johnson & Johnson y que puede abrir una pesadilla legal para la compañía, según el diario español.

J&J trató de ocultar datos e influir a los comités que regulan los cosméticos tras el escándalo. Antes no se habían molestado en poner una advertencia en el etiquetado. No hicieron nada quizá porque ello les daría mala prensa y las ventas del producto caerían.

Durante el juicio se sacaron a la luz informes internos de la compañía en los que se reconocían los riesgos. En 1997, un asesor médico de Johnson & Johnson aseguró que cualquiera que niegue el riesgo del uso de talco higiénico en el cáncer de ovario “está negando obvio a pesar de que la evidencia dice lo contrario”.

También se comparaba la negación de esos riesgos con la negación de la relación entre el tabaco y el cáncer.

Pese a ello J&J continúa con su cantinela negacionista (y no está sola pues cuando sucede algo así hay quienes prefieren usar la ciencia para negar el problema que para aplicar el principio de precaución): “La seguridad del talco cosmético se apoya en décadas de pruebas científicas”, afirma la casa en un comunicado.

Claro que las noticias que llegan de USA no ayudan pues nos cuentan que en el caso por el que ahora se ha condenado a Johnson & Johnson, según ABC, el polvo de talco no contenía asbestos.

El polvo de talco está formado por magnesio, silicona y oxígeno. Cuando comenzó su venta se presentaba en formato “natural”. El problema es que con frecuencia presentaba asbestos, más conocido como amianto. Éste es un mineral presente en los yacimientos de talco.

Los efectos cancerígenos del asbestos están muy bien estudiados. En 1973 se aprobó en USA una ley que exigía que todos los polvos de talco de uso doméstico estuvieran libres de asbesto.

La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer clasifica el uso de polvos de talco para la limpieza íntima como “posible carcinógeno para humanos”.

Un auténtico experto en el tema del amianto, Francisco Báez, quizá la persona que más sabe sobre ello en España (y parte del extranjero) y autor del libro Amianto: un genocidio impune, me cuenta que la evidencia más contundente corresponde al talco de la mina Vanderbilt.

El tipo de amianto que habitualmente contamina, de manera natural, el talco y la esteatita (el “jabón” que los sastres usan para marcar y de la que está hecha la estatua del ‘Cristo del Pan de Azúcar’, en Brasil), es el llamado tremolita.

Excepcionalmente, supe de un único yacimiento, en el que el contaminante era el crisotilo o amianto blanco. Hay mucha bibliografía científica que corrobora el nexo geológico entre talco y amianto o que da cumplida cuenta de su presencia en el talco industrial, con afectaciones por mesotelioma, por ejemplo entre los trabajadores de la fabricación de neumáticos, en la que el talco industrial se ha estado usando para facilitar el desmoldeo”.

Para el talco cosmético, que en su momento se comprobó mediante análisis la presencia de amianto, se ha registrado algún caso de mesotelioma en un barbero, al que no se le conoció ningún otro contacto con el asbesto.

Hay también, según Báez -ex empleado de la planta de Uralita de Sevilla que desempeñó un papel fundamental en los años 80 del siglo pasado para sensibilizar a los trabajadores, a la ciudadanía y a los responsables públicos de los riesgos laborales y ambientales del amianto- casos registrados entre quienes hacen un uso intensivo y cotidiano del polvo de talco. Paradójicamente, un exceso de celo en lo relativo a la higiene personal, posiblemente incrementó el riesgo”, indica.

Se da la circunstancia de que en mayo del año pasado, en Los Ángeles (California), Estados Unidos, se concedió una indemnización de 13 millones de dólares a una mujer que contrajo una enfermedad pulmonar -en concreto el mesioteloma citado- por el uso de un talco que contenía polvo de asbesto, fabricado y comercializado por la empresa Colgate Palmolive.

Judith Winkel de 73 años de edad contrajo mesotelioma que es una rara de forma de cáncer que generalmente ataca a los pulmones. El jurado encontró que Colgate Palmolive es 95 por ciento responsable de que ella contrajera la enfermedad por el uso del talco Cashmere Bouquet que la empresa comercializó hasta 1995.

En la compensación por daños se incluye una cantidad de 1,4 millones para el esposo de esta señora.

Tras leer noticias así yo no sé qué haréis vosotros. Yo el talco de J&J (y los demás) no los uso para pasármelos por mis partes y ahora menos por si acaso; vamos que lo haría pero sólo en sentido metafórico.

Fuente: Miguel Jara – www.migueljara.com