Observatorio OMG 21/03/2017
Cinco razones para bloquear las megafusiones agroquímicas y semilleras.

Ya hemos escrito otras veces sobre las grandes fusiones que están teniendo lugar en el sector agrícola (las de las empresas agroquímicas y semilleras no son las únicas), y cómo esto podría afectar a nuestra alimentación (aquí, aquí y aquí).

En este texto Antonio Román-Alcalá -responsable de alimentación sostenible de Amigos de la Tierra EEUU- expone cinco formas en las que estas megafusiones afectan al sistema alimentario, y por qué deberíamos evitarlas.

Si vives en EEUU las instrucciones del final pueden serte útiles para dirigirte a los políticos de tu zona y pedirles que actúen para impedirlas.

Título: Las cinco razones principales por las que debemos bloquear las megafusiones agroquímicas y semilleras
Origen: FoodTank
Autor/a: Antonio Román-Alcalá
Enlace: https://foodtank.com/news/2017/03/why-we-must-block-agrichemical-seed-mega-merge...

El mercado de semillas y pesticidas ya está extremadamente concentrado. Las tres fusiones pendientes entre seis de estos gigantes corporativos (Bayer/Monsanto, Dow/DuPont y ChemChina/Syngenta) consolidarán aún más el poder político y comercial de estas, lo que conducirá a un aún mayor control de las multinacionales sobre nuestros campos y nuestros platos.

Las empresas implicadas confían en que todas las fusiones serán aprobadas, y la reunión pre-inaugural del presidente Trump con los CEOs de Bayer y Monsanto indica que la política podría interferir con los procedimientos y precedentes que buscan regular la competencia. Aun así, la oposición a estas fusiones está muy extendida entre agricultores, consumidores, trabajadores, ecologistas e incluso las autoridades, como demuestra la carta enviada recientemente por 320 organizaciones y agricultores al Departamento de Justicia de EEUU en el que se le solicitaba que las bloquease. Las fusiones no están ni mucho menos aseguradas.

Aquí tenemos cinco razones por las que son peligrosas y deberían ser detenidas:

1. Estas fusiones perjudicarán a agricultores y ganaderos.

Según las encuestas recientes, el 67 por ciento de los agricultores estadounidenses están en contra de las fusiones – y por buenas razones. Estas fusiones supondrán una disminución de las opciones a la hora de escoger insumos como semillas y pesticidas, por los que además es probable que tengan que pagar más.

El precio de los insumos aumentará por la falta de competencia entre las empresas que comercializan estos productos, cada vez menos y cada vez más grandes. Monsanto ya controla buena parte del mercado mundial de semillas. Si llegaran a cerrarse los tres acuerdos las empresas resultantes controlarían casi el 70 por ciento del mercado global de pesticidas, más del 61 por ciento de las ventas comerciales de semillas el 80 por ciento del mercado de semilla de maíz estadounidense.

Este alto nivel de concentración de la propiedad supone la receta perfecta para la colusión de precios, y la razón por la que existen las leyes antitrust: para evitar que las grandes entidades económicas tengan tanto poder sobre el mercado que puedan controlarlo y evitar la competencia.

Los agricultores que producen cultivos para la exportación ya tienen que lidiar con la caída de los precios que reciben por el maíz y la soja debido al pequeño número de compradores que domina el otro lado del mercado del grano – el de empresas comercializadoras como ADM, Bunge, Cargil y Louis Dreyfus. Muchos productores son capaces de subsistir gracias a los programas de “seguros de cosechas del gobierno, que complementan los ingresos que provienen de lo que les pagan estas empresas (a menudo por debajo del coste de producción). Los agricultores se arriesgan a ser exprimidos aún más por las multinacionales que compran sus productos les venden los insumos. Si los agricultores siguen perdiendo dinero año tras año y teniendo que recurrir al crédito podríamos ver repetirse la crisis agrícola de los años 80.

Los agricultores convencionales estarán cada vez más atrapados y tendrán que usar los paquetes de productos integrados diseñados por estas empresas. Por ejemplo, Monsanto vende semillas de soja y maíz “Roundup Ready”, modificadas genéticamente para tolerar el herbicida de su marca, “Roundup” (cuyo ingrediente principal es el glifosato). Con cada vez menos empresas compitiendo, un número menor de estos paquetes dominará el mercado, lo que significa que habrá menos opciones disponibles para los agricultores.

Las fusiones harán subir el precio de las semillas tanto en cultivos para la exportación como la soja, el maíz o el algodón como en hortalizas con componentes patentados. Por ejemplo, un estudio predice que las fusiones harán subir el precio de la semilla de algodón en al menos un 18 por ciento, mientras que la semilla de maíz aumentaría de precio un 2.3 por ciento.

Los agricultores no serían los únicos productores de alimentos en riesgo. Los ganaderos de leche y carne podrían enfrentarse a un aumento de los precios del pienso, dado que las semillas y productos químicos comercializados por las empresas fusionadas se utilizan de forma generalizada para producir el pienso que sostiene estas explotaciones.

En el caso de los productores ecológicos una mayor penetración en el mercado de las semillas modificadas genéticamente aumentaría el potencial de contaminación genética entre granjas, cuando el polen de las plantas transgénicas sea transportado por el viento a sus campos y entre en contacto con sus plantas. Esta contaminación podría suponer un aumento de las demandas de las empresas contra los agricultores, alegando un uso indebido de rasgos protegidos mediante patente. El mayor uso de pesticidas asociado a las variedades transgénicas tolerantes a herbicida provocaría también de forma probable una mayor incidencia de daños relacionados con la deriva química en las explotaciones ecológicas.

Al aumentar la consolidación ya existente de la industria semillera, las fusiones reducirían aún más la disponibilidad de semillas diversas de múltiples vendedores. Lo que es más importante, las semillas que no contienen rasgos patentados y que los agricultores pueden guardar y replantar se volverán en sí menos comunes o disponibles.

2. Aumento de los precios para los consumidores

El impacto sobre el precio de los insumos para los agricultores podría hacer aumentar el precio de todos los alimentos para los consumidores, especialmente aquellos con ingredientes obtenidos de cultivos para la exportación. Los productos animales también podrían verse afectados al aumentar el precio de la alfalfa y otros alimentos animales; también podría verse afectada la ropa producida con algodón cultivado en EEUU. Otras fusiones, en el sector de las telecomunicaciones y la aviación, indican que las fusiones perjudican a los consumidores más de lo que les benefician.

3. Los trabajadores lo pasarán mal.

A pesar de lo que asegure la administración Trump al decir que Bayer y Monsanto generarán nuevos puestos de trabajo tras su fusión, este es un resultado increíblemente poco probable. Las fusiones ocurren precisamente porque aumentan los beneficios al recortar costes y reducen la redundancia al crear sinergias – lo que significa despidos. Es probable que los trabajadores de estas empresas sean despedidos durante las reestructuraciones, especialmente en los departamentos de investigación y desarrollo. DuPont ya ha anunciado que recortará 1.700 puestos de trabajo en Delaware, los empleados están perdiendo sus pensiones y los jubilados están preocupados de que las pensiones que les prometieron puedan ser retenidas. Se espera que Dow reduzca también su plantilla en Michigan.

Para los trabajadores agrícolas el impacto podría ser peor. El aumento del precio de la semilla y los insumos para los agricultores les situará en una posición aún menos ventajosa para pagar un sueldo digno a los trabajadores agrícolas, lo que supondrá una mayor presión para que estos trabajen más rápido y por menos. Al mismo tiempo, el aumento de las variedades asociadas al uso de pesticidas podría aumentar el uso de estos productos – lo que supondría una mayor exposición a pesticidas para los trabajadores agrícolas. Algo que afectaría también a todos los niveles sería el mayor poder de la industria en el proceso de regulación de los pesticidas, que podría suponer la implementación de controles menos estrictos sobre el uso de pesticidas y por tanto más daños para los trabajadores agrícolas.

4. Aumentará el daño ambiental asociado a la agricultura industrial

El aumento del poder político y económico de multinacionales ya poderosas de por sí llevará a una mayor consolidación del modelo agrícola dominante – uno en el que predominen las semillas transgénicas y los médodos de producción intensivos en pesticidas. Desde que se introdujeron las semillas Roundup Ready en 1996 el uso de glifosato se ha multiplicado por 15. Este modelo agrícola será el que reciba casi en exclusiva la atención de los departamentos de investigación y desarrollo de las empresas fusionadas, mientras que los agricultores no tendrán más remedio que utilizar los productos que haya, al haber menos productos compitiendo en el mercado o modelos a los que recurrir.

En combinación con la consolidación creciente en el sector lácteo cárnico y en otros sectores alimentarios es probable que las fusiones refuercen también las prácticas de gran impactoambiental asociadas a la ganadería intensiva. La ganadería intensiva depende de piensos cultivados con las tecnologías asociadas a la agricultura industrial liderada por las empresas protagonistas de estas fusiones. Con menos alternativas a las que recurrir, los agricultores seguirán cultivando los cultivos para pienso que hacen posibles estas explotaciones.

5. La “encerrona” de la agricultura industrial evitará la expansión de sistemas alimentarios que funcionen para las personas, los polinizadores y el planeta

Al centrarse tanto en perpetuar el “business as usual” del mundo agroquímico y corporativo podrían retrasarse las iniciativas que ya existen e intentan transformar el sistema alimentario en un sistema sostenible y justo. La espiral del uso de pesticidas que hace a los agricultores dependientes del uso de productos químicos se combinará con las opciones cada vez menores a la hora de escoger otros métodos y productos agrícolas.

Las explotaciones ecológicas, agroecológicas y con medidas de justicia social reciben un porcentaje muy bajo de los fondos para investigación pública y privada, desproporcionadamente bajos en comparación con su popularidad en el mercado. Con el sector privado fuertemente comprometido con los métodos de agricultura industrial y cuya investigación cada vez se centra más en el desarrollo de semillas modificadas genéticamente, la investigación en métodos más sostenibles tendrá una prioridad cada vez menor. En concreto disminuirá la disponibilidad de variedades de semillas diversas, no transgénicas y localmente adaptadas (tanto para productores convencionales como ecológicos).

A esto se añade la influencia cada vez mayor de las empresas agroquímicas y semilleras en los campus universitarios, que supone que las instituciones públicas investiguen en productos que beneficien a las cuentas de las grandes empresas, y no al bien común. De esta forma, es probable que la tendencia de reducción de la inversión pública en la investigación y desarrollo de semillas diversas se acelere a consecuencia de estas fusiones, lo que dejará menos recursos a los agricultores para realizar la transición a métodos agrícolas más sostenibles.

¿Qué puedes hacer al respecto?

  1. Firma la petición de Amigos de la Tierra al Departamento de Justicia estadounidense para que frene la fusión Bayer/Monsanto.

  2. Dile a tu Fiscal General del Estado (EEUU) que te preocupan estas fusiones y cómo pueden impactarte.

  3. Contacta con tu senador y/o representante (EEUU) e ínstale a pronunciarse y adoptar una postura crítica escribiendo al Departamento de Justicia y oponiéndose a estas fusiones. Llámales hoy: (202) 224-3121.

Antonio Román-Alcalá, responsable de alimentación sostenible de Amigos de la Tierra EEUU.