Los alimentos además de nutrir a los seres vivos, permitiéndoles realizar sus funciones biológicas fundamentales, también interfieren en su expresión genética. La imagen clásica de los genes como moléculas inalterables transmitidas entre generaciones, ha pasado a la historia dando paso a la epigenética. Una ciencia que explica la influencia de los factores ambientales en el genoma, entre los que se encuentra la alimentación, cuya rama de estudio es la nutrigenómica.

El dicho “somos lo que comemos”, adquiere más sentido que nunca debido al papel que juegan los alimentos en la regulación de las instrucciones que fabrican y regulan nuestro cuerpo. La nutrición no  afecta a la función que desempeña un determinado gen, ni a la secuencia del ADN que contiene, pero si a su expresión. Cada persona es responsable a través de su alimentación de la activación y desactivación de genes concretos.

Los nutrientes extraídos de la comida se adentran en rutas metabólicas diversas, donde son manipulados, modificados y moldeados en moléculas que el cuerpo puede usar. Una de estas rutas es responsable de proporcionar al organismo grupos metilo, una de los grupos químicos que se añaden al gen para encenderlo o apagarlo.

Los alimentos que contienen estas moléculas o que intervienen en su donación, como son los que incluyen ácido fólico, vitaminas del grupo B y SAM-e (S-adenosil metionina), contribuyen a que los mecanismos de silenciamiento genético funcionen correctamente, y no se produzcan errores. Actualmente, los científicos sospechan que muchas dolencias tienen un componente epigenético.

Los cambios en la expresión genética son heredables. La nutrición y la salud metabólica de padres y madres, influyen en el estado en el que recibirán los genes sus hijos

Un estudio sobre la hambruna sufrida en Holanda, en el embargo de alimentos que impusieron los nazis, detalla como la desnutrición que padecieron las mujeres que dieron a luz en aquellos años, fue transmitida a sus descendientes a través de cambios epigenéticos. Estas modificaciones, propiciaron que sus hijos fuesen vulnerables a padecer ciertas enfermedades.

Otras investigaciones sobre la alimentación y su influencia en la herencia genética, empiezan a evidenciar como los desajustes alimenticios de las personas obesas pueden predisponer a sus hijos a padecer esta enfermedad

Lo positivo de este tipo de herencia es que es reversible. Las modificaciones epigenéticas son dinámicas y no precondicionan como lo haría una mutación genética. En el supuesto caso de que se  le transmitiera a un hijo una memoria epigenética que lo predispusiese a ser obeso, este podría adoptar hábitos de vida más saludables que le evitarían este destino.

Este cambio de  perspectiva sobre la herencia, en la que los progenitores son corresponsables del legado genético de sus descendientes, plantea nuevos enfoques  éticos y morales sobre la alimentación.

En un futuro, las personas que deseen tener hijos, posiblemente se planteen cada vez más el tipo de dieta y costumbres saludables que siguen o han seguido, ya no por su propia salud, sino también por la de sus descendientes

Además, la epigenética remarca por primera vez la importancia de los hábitos del hombre en la huella genética que heredará su hijo, entre ellos la alimentación. En el embarazo,  la mujer siempre ha sido responsable de cuidar su dieta para no interferir negativamente en la formación del bebé. Sin embargo ahora, esta nueva doctrina evidencia que el papel del hombre también es crucial.

Alimentando los genes Alimentant als gensEl desarrollo de la nutrigenómica implica mejoras en la medicina moderna. Mediante recomendaciones específicas sobre los riesgos y beneficios de determinados alimentos, esta nueva rama científica, aboga por una nutrición personalizada. Dietas determinadas en relación al genoma de cada individuo, que permitan la prevención de un gran número de enfermedades que tengan una vinculación epigenética.

Ahora bien, los especialistas señalan que pese a que cada vez existen más evidencias sobre la influencia de la dieta en la expresión genética, es importante mantener la prudencia. La nutrigenómica es una corriente científica muy joven, y aún queda mucho trabajo de investigación para que se implementen sus descubrimientos.

Asimismo, con los avances actuales, algunas empresas médicas privadas, ya ofrecen servicios de análisis nutrigenómicos. Mediante una muestra salival, se detallan los patrones de respuesta genética en función de cada alimento, con la intención de prevenir o mitigar trastornos de afecciones que tengan una conexión genética.

Muchos científicos y nutricionistas ponen en duda el nivel de eficacia de muchos de estos análisis. Consideran  que todavía no se entienden todas las conexiones metabólicas y genéticas que determinan una enfermedad. Además,  aconsejan modificar todo aquello de la dieta que se sabe que es perjudicial, antes de preocuparse por el efecto genético de cada alimento.

En caso de querer hacerse las pruebas,  recomiendan elegir aquellos test genéticos realizados por profesionales de la salud, en vez de los  que se venden sin supervisión médica.

Al mismo tiempo que la ciencia va desvelando la relevancia de la dieta en la salud, la alimentación mundial se está deteriorando cada vez más. En los últimos años el consumo de alimentos procesados, repletos de azúcares refinados, grasas insanas y sal no ha dejado de aumentar. Tan solo en España, mueren  90.000 personas al año debido a una incorrecta nutrición y cada vez son más las que padecen obesidad. Además, los malos hábitos alimenticios se están perpetuando entre las nuevas generaciones, los jóvenes se alejan cada vez más de la dieta mediterránea y  son más sedentarios.

Habrá que ver con el paso de los años, una vez terminados muchos de los estudios que se encuentran en fase de investigación, si los avances en nutrigenómica permiten que la nutrición personalizada se normalice en el sistema sanitario,  mejorando la alimentación y salud pública actual.

Autor: Juan Gayá, Periodista ambiental y científico
Bio Eco Actual Mayo 2017