Cuando hablamos de aceites existe general acuerdo en que los vegetales son más beneficiosos para la salud que los de origen animal, las grasas animales. Estamos todos de acuerdo en esta premisa salvo cuando nos referimos al polémico aceite de palma.

Este aceite crea polémica por partida doble. Por un lado por su posible efecto perjudicial para la salud de los consumidores que lo usan, y por otro, por el indiscutible impacto negativo que el cultivo produce sobre el medio ambiente de la selva tropical donde se ubica.

El aceite de palma y sus derivados se obtienen del fruto de la especie vegetal Elaeis guineensis, la palma aceitera africana, palmera tropical muy abundante en el golfo de Guinea donde crece naturalmente. El aceite se extrae del fruto de la palmera, fruto rojo que le proporciona su característico color antes de ser refinado, y que viene siendo utilizado en alimentación por las poblaciones de la zona como una rica fuente de vitaminas A y E. Su característica principal es que presenta consistencia sólida a temperatura ambiente, similar a la mantequilla o manteca, por lo que es empleado con generosidad por la industria confitera como ingrediente de chocolates y  bombones. Se caracteriza por su alto porcentaje de grasa saturada y por ser muy calórica, siendo una grasa vegetal que puede poner en riesgo la salud.

Con fines comerciales, desde principios del siglo XX fue introducida masivamente por todo el sudoeste asiático y América del Sur. Entre los usos alimentarios se encuentra el de aceite de freír o aliñar, ingrediente en helados, margarinas, natillas, platos preparados como pizzas, sopas o pasta, galletas, pasteles o productos de panadería. Otras aplicaciones son las industriales, y se usa en la industria de la cosmética para elaborar jabones, champús, geles de baño, pintalabios, dentífricos y cremas, y en la industria de los biocombustibles como materia prima en la producción de biodiesel. También se utiliza como componente en la producción de piensos para alimentación animal por su alto aporte energético.

Sus múltiples usos han convertido al aceite de palma en el segundo aceite de mayor volumen de producción, únicamente superado por el aceite de soja, y de menor precio. Y es en el sudeste asiático donde se produce la mayor cantidad de aceite de palma del mundo, siendo Malasia el principal productor de aceite y derivados. El incremento global de consumo del aceite de palma por la industria alimentaria, especialmente la de EEUU, es consecuencia de los cambios de normativa que han obligado a la sustitución como materia prima de las grasas trans, derivadas del aceite de soja sometido a hidrogenación parcial, por otras igual de baratas y de gran disponibilidad.

¿Pero, es el aceite de palma un problema?

Sí, daña nuestra salud y daña al medio ambiente. El aceite de palma que utiliza la industria es aceite sometido a proceso de refinado, proceso que somete al aceite a temperaturas superiores a 200ºC y a altas presiones, que permiten eliminar el color rojo natural y neutralizar su olor. El proceso de refinado desnaturaliza el aceite, agota los nutrientes del mismo, genera contaminantes que lo vuelven peligroso y hace que el aceite sea mucho más difícil de digerir. En el proceso se producen ésteres de ácidos grasos de glicidilo (GE), compuestos que aumentan la incidencia de tumores ya que son citotóxicos y cancerígenos, dañando las funciones fisiológicas y bioquímicas del cuerpo. Entre los peligros se incluyen la organotoxicidad para el corazón, el riñón, el hígado y los pulmones, así como la toxicidad reproductiva. Además el aceite de palma desnaturalizado en estado oxidado puede causar un aumento en los ácidos grasos libres, fosfolípidos y cerebrósidos.

Nuestra salud puede verse seriamente afectada ya que el aceite de palma es de muy alto contenido en grasas saturadas, alrededor del 80 por ciento de su grasa lo es. No es discutible que las grasas saturadas elevan los niveles de colesterol LDL en la sangre. Pone en riesgo la salud cardiovascular, es dañino para el corazón y las arterias, ya que el exceso de LDL se acumula en las paredes arteriales y puede desencadenar ataques al corazón o derrames cerebrales. Por su alto contenido en ácidos grasos saturados debe ser considerado como poco saludable y nada recomendable, lo que convierte al aceite de palma en una de las peores elecciones alimentarias. Si a esto le añadimos la presencia de compuestos potencialmente carcinogénicos derivados de su procesamiento industrial es argumento suficiente como para evitar su consumo y no incluirlo en nuestra dieta.

Aceite de palma

La producción de aceite de palma es letal para el medio ambiente por ser responsable de la destrucción masiva de las selvas tropicales en Indonesia y Malasia, la destrucción de hábitats de mayor biodiversidad del planeta, en los que habitan especies vegetales y animales aún desconocidas para nosotros y otras singulares y en peligro de extinción. Las inmensas plantaciones de palma aceitera amenazan la supervivencia de los orangutanes y tigres de Sumatra que allí viven. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente estima que si sigue el ritmo actual de producción de aceite de palma, el 98% de los bosques tropicales de Sumatra y Borneo habrán desaparecido en 2022.

Consumir aceite de palma daña la salud, la selva tropical y la vida silvestre. ¡La decisión de evitarlo es nuestra!

Autor: Raúl Martínez, Dietética y dieto terapia Homo toxicología
Bio Eco Actual Junio 2017