El ajo es originario de Asia y se cree que llegó a Oriente Próximo hace unos cuatro mil años. Los egipcios ya lo usaban y se han encontrado ajos dibujados en las tumbas de los faraones. Parece ser que los trabajadores que construyeron las pirámides los consumían en grandes cantidades para mantenerse en forma, al igual que los atletas olímpicos de la Grecia clásica que los masticaban antes de competir.

El ajo también tiene su uso en la agricultura. Existen numerosas preparaciones naturales contra plagas y enfermedades que tienen como ingrediente el ajo. Es especialmente efectivo contra hongos pero también tiene su efecto sobre algunos insectos como los pulgones y también los ácaros. Se trituran 75 g de ajo y se mezclan con 10 litros de agua hirviendo. Se deja reposar durante 24 horas. Cuando llega la primavera se aplica sobre las plantas que queremos proteger. El tratamiento se realiza tres veces dejando pasar tres días entre cada uno de los tratamientos.

Dice la sabiduría popular que para que los ajos no piquen han de plantarse en enero y si los queremos picantes en diciembre. Sea como sea, el ajo es una de las pocas plantas que se siembran durante el invierno.  De fácil cultivo y muy útil en la cocina y en el botiquín, vale la pena intentarlo.

Es un cultivo que se adapta bien a cualquier tipo de suelo excepto si son muy pesados y húmedos. En ese caso mejor plantarlo en caballones situándolo en lo alto de la cresta. También crece en casi todos los climas aunque los prefiere cálidos y no le gustan las lluvias abundantes. Se siembra desde octubre hasta marzo.

Para fertilizarlos hay que saber que no toleran la materia orgánica fresca. Es mejor plantarlos en parcelas que hayan sido abonadas durante el cultivo anterior o utilizar compost muy fermentado. Por ello en la rotación va bien después de plantas abundantemente fertilizadas que no sean liliáceas como calabazas, calabacines, tomates, etc. Hay que esperar un mínimo de 2 años antes de volver a sembrar ajos en una parcela. Se asocia bien con fresas,  remolachas, lechugas, patatas o bajo los melocotoneros.

El ajo da poco trabajo. Sólo hemos de preocuparnos de controlar un exceso de malas hierbas y evitar excesos de humedad

Si no tenemos huerto bastará un recipiente o una maceta de 12x12x12 cm como mínimo y sembrarlos a 5 cm con la parte puntiaguda hacia arriba. En este caso hay que estar muy atentos a no regarlos demasiado, como mucho cada 15 días.

Autora: Montse Escutia,  Ingeniera agrónoma especializada en agricultura ecológica  Plataforma de Formación Cultivabio – Asociación Vida Sana

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Bio Eco Actual Diciembre 2017