Desde las antiguas culturas y civilizaciones de todo el mundo, la alimentación ha tenido un papel fundamental en el modo de tratar la salud. Hemos mencionado ya varias veces en esta sección a Pitágoras o a Hipócrates y su concepto de la salud desde una visión global del ser humano en su entorno.

La apuesta por una alimentación ecológica y en general por un consumo y estilo de vida más saludable es, sin duda, una ventaja pero no podemos obviar el contexto social, cultural, económico y medioambiental en el que vivimos actualmente. Y los alimentos, la forma de alimentarnos, el estilo de vida o el medio ambiente de  la era moderna nada tienen que ver con los de nuestros antepasados.

El agotamiento de los suelos, el procesamiento industrial de los alimentos, la mala calidad del aire y del agua, el estrés del ritmo de vida y los horarios laborales o el consumo masivo de medicamentos (antibióticos, antiácidos, laxantes, antinflamatorios…) son algunos ejemplos de cómo la vida actual produce necesariamente efectos en nuestra salud y modificaciones en nuestra alimentación.

Según el macro estudio “Global Burden of Disease” (Coste mundial de la enfermedad), publicado por ‘The Lancet’,  “una dieta inadecuada es el factor de riesgo que más problemas causa en nuestra salud y es responsable del 21% de las muertes en el mundo; muertes que serían evitables”.

Solo en España mueren cada año 90.000 personas por enfermedades relacionadas con una alimentación insana

Así se recoge en el informe “Viaje al Centro de la Alimentación que nos enferma” elaborado por VSF Justicia Alimentaria Global, con datos obtenidos del Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME).

Alimentarse no significa nutrirse

Para comprender la terapia molecular, habría quizá que recordar que mientras la alimentación consiste en un acto voluntario por el que ingerimos sustancias del exterior para mantener la vida (cereales, legumbres, hortalizas, frutas, huevos, …), la nutrición es, sin embargo, un acto involuntario por el que los seres vivos digerimos, asimilamos y metabolizamos esos alimentos para obtener una serie de nutrientes (hidratos de carbono, proteínas, grasas, vitaminas, minerales, enzimas..) que cumplen diferentes funciones y sirven para mantener el equilibrio y la salud en nuestro organismo.

La alimentación sería pues algo educable y que debiera tenerse muy en cuenta de cara a la prevención de muchas enfermedades

En este sentido, Felipe Hernández Ramos, uno de los pioneros de la nutrición ortomolecular en España,  fundador y director del Instituto de Nutrición Celular Activa (INCA) y autor, entre otros, de los libros “Que tus alimentos sean tu medicina” y “Antienvejecimiento con nutrición ortomolecular”,  hace unas recomendaciones básicas en cuanto a la alimentación:

  • Elegir alimentos de la máxima calidad, preferiblemente ecológicos o de cultivo propio.
  • Los vegetales crudos deben suponer no menos de 1/3 de la alimentación del día, según la estación del año y las características particulares.
  • Evitar aditivos alimentarios, los edulcorantes artificiales, los precocinados, el agua clorada, los lácteos comunes y los aceites comunes.
  • Reducir al máximo (en algunos casos evitar) los alimentos con un porcentaje alto de almidón.
  • En enfermedades crónicas o degenerativas evitar el trigo y el maíz, valorando el uso de la avena y centeno. Incorporar la quinoa, el trigo sarraceno, el mijo y el arroz eco.
  • Cocinar a temperaturas bajas (menos de 110 grados centígrados). Evitar los tostados, fritos y ahumados.
  • No más de una ración al día de proteína animal, o mejor ninguna.
  • Dejar para raras excepciones o mejor eliminar la carne grasa, el marisco, la repostería y los dulces.
  • Tomar la fruta con el estómago vacío, de cultivo ecológico, madura y de temporada.

Los orígenes: la nutrición ortomolecular, anticipo del Genoma Humano

Linus Carl Pauling, Premio Nobel de Química en 1952
Linus Carl Pauling, Premio Nobel de Química en 1952

El término ortomolecular viene del griego “orhtós” (justo, correcto) y del adjetivo molecular, que pertenece a las moléculas, diminutivo de “moles” (masa). Se refiere pues a la cantidad exacta o correcta.

Fue Linus C. Pauling, Premio Nobel, de Química en 1954 y de la Paz en 1962, el primero en utilizar este término en su artículo “Ortomolecular Psychiatry”, publicado en la revista Science en 1968. En él, definía la medicina ortomolecular como “terapia que conserva la salud óptima y trata las enfermedades variando las concentraciones de las sustancias que están presentes en el organismo (molécula justa) y que son necesarias para la buena salud”.

La Asociación española de nutricionistas y terapeutas ortomoleculares cualificados (AENTOC) recoge en su manifiesto de defensa de la nutrición ortomolecular, que “no deberíamos olvidar, ni siquiera desde los estamento médicos más ortodoxos, que el concepto pionero de “medicina de las moléculas” expresado y desarrollado inicialmente por Pauling aportó también las bases de lo que llegaría a ser la investigación del genoma humano y que especialidades médicas como la hematología y serología, inmunología y genética aplicada deben mucho a sus contribuciones.

Como decía Roger J. Williams, otro de los padres de la nutrición ortomolecular, “las necesidades nutricionales de cada individuo son tan únicas como sus huellas digitales.” Esta afirmación, hecha ya en 1956, ha quedado también más que avalada tras el proyecto del Genoma Humano y los estudios de la Nutrigenómica y la Nutrigenética.

Más info: www.nutricioncelular.es / www.aentoc.es y en el próximo número de Bio Eco Actual (Febrero 2018)

Autora: Marta Gandarillas, Periodista

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1 COMENTARIO

  1. Estoy buscando un psiquiatra que practique la psiquiatria ortomolecular. Es para mi hijo. Vivo en Sevilla. Saben de,alguno por est@ zona? gracias

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