Asociación Vida Sana. – En Alemania ya una de cada diez fincas genera productos ecológicos. También el volumen de ventas sigue creciendo. Pero para un verdadero cambio en la agricultura y la alimentación hacen falta más conciencia y otra política por parte del Estado y la Unión Europea. A pesar de todo, Alemania sigue siendo líder en consumo en el planeta. Ingrid Wenzl nos lo cuenta in situ.

Después de años de relativa estancación, en Alemania la agricultura ecológica está ganando otra vez terreno: en 2016 su superficie creció un 14,9 por ciento. Una de cada diez explotaciones agrícolas genera productos ecológicos en Alemania. Las primeras cifras del año pasado indican que esta evolución se prolongó en 2017: ya sólo en Bajo Sajonia se reorganizaron 150 fincas. Eso se debe, según Joyce Moewius, de la Alianza por la Agricultura Ecologica (BÖLW en siglas alemanas), entre otras cosas, a una política favorable a la agricultura ecológica en algunos laender y precios de producción estables para la leche o la carne de cerdo donde la producción convencional ya no resulta rentable.

Política regional favorable

Mientras el ministro federal de agricultura, Christian Schmidt (CSU) (La Unión Cristiano-Social, partido hermano de la CDU, está gobernando en Bavaria desde hace décadas), votó a finales del 2017 en contra de la voluntad de su socio de coalición para una nueva autorización del glifosato, sus afiliados de partido en Bavaria destacan con su política ejemplar a favor de la agricultura ecológica. Con su programa BioRegio Bayern 2020 quieren duplicar su producción en Bavaria del 2012 al 2020. A finales del 2017 no han llegado (con 9.100 fincas ecológicas y una superficie agrícola ecológica de unas 285.000 hectáreas) aún a la mitad de su objetivo.

Pero “si tomamos en cuenta que muchas de nuestras iniciativas funcionan a largo plazo y necesitan su tiempo, estamos en buen camino“, comunica el Ministerio de Agricultura de Bavaria. Al principio reorganizaron hacia lo orgánico sobre todo a los productores de leche, que ya hacen pastar a sus vacas en el exterior, y sus empresas; a partir del 2016 se sumaron las explotaciones agrícolas. A la vez, se fundaron hasta finales del 2017 unas 3.100 empresas de elaboración de productos elaborados orgánicos. Debido a la gran demanda de la población local, pueden firmar con los agricultores contratos de colaboración a largo plazo, lo que les permite seguridad en su planificación y en su futuro.

Otros Lander

Tanta sintonía no hay en todos los laender. Así, Brandenburgo cuenta con grandes superficies agrícolas ecológicas pero aún existen muy pocas empresas de transformación de sus productos a pesar de que tendrían con Berlín un gran mercado local al lado: “No tiene mucho sentido sacrificar un vacuno de Brandenburgo en Bavaria para comercializar su carne luego en Berlín“, critica Christian Rehmer, director de la sección de agricultura en la organización medioambiental alemana BUND.

Fomentar en Baja Sajonia la agricultura ecológica significa una política en contra de las megagranjas de cerdos y aves de corral que se concentran allí y generan múltiples problemas. Cuatro años de gobierno rojiverde allí resultaron demasiado poco para lograr el gran cambio prometido. Sin embargo, el ex-ministro de Agricultura verde, Christian Meyer, tomó algunas medidas transcedentales más allá del mero bienestar animal, como los incentivos económicos para las granjas que conservan la cola enroscada de los lechones. “Para obtener los incentivos no basta con no cortarla y reducir la concentración de animales“, explica el experto agrario del BUND Baja Sajonia… Tilman Uhlenhaut. Hace falta cambiar otros aspectos más: “El incentivo llevó a los ganaderos a informarse sobre cambiar el suelo de los establos, poner paja o dejar los cerdos salir al exterior“, asegura. “Tenemos que adaptar los establos a los animales y no al revés“, explica Meyer. También la decisión de premiar a los propietarios de pastizales que permiten a sus animales pastar afuera fomenta la extensificación de la ganadería. Con el cambio de gobierno en este land, sin embargo, el futuro de estas medidas resulta incierto.

El gobierno federal, por su parte, mantiene su meta de sostenibilidad ya fijado en el 2002 sobre subir las superficies de agricultura ecológica a un 20 por ciento. Pero no tenemos todavía fecha de cumplimiento ni plan concreto.

BIO 3.0

Con su llegada a los supermercados y la venta por internet, los alimentos ecológicos han llegado al centro de la sociedad. “A diferencia de la situación de hace algunos años, el mercado de productos orgánicos ya ha encontrado en Alemania su lugar. El sector ha llevado a cabo una profesionalización considerable“, constata Moewius. El volumen de ventas de alimentos ecológicos subió en 2016 casi por un 10 por ciento. Cifras de la Sociedad de Información del Mercado Agrario (AMI) sobre la venta de productos frescos en los tres primeros trimestres del año indican que en 2017 continuó este crecimiento dinámico. A pesar de eso, no nos engañaremos: el sector ecológico en Alemania aún reprensenta apenas un cinco por ciento del mercado alimenticio. Es un mercado utópico para otros países, como España, pero, según con qué ojos lo veas, tampoco e sla panacea aún. Para lograr una transformación más grande: ¿qué hace falta y qué tipo de productos biológicos queremos?

Un gran paso podría ser la oferta de comida ecológica en los comedores de instituciones públicas, tal como lo planea Bremen, afiliado de la red de las ciudades ecológicas. Hasta el 2023 prevé servir el 50 por ciento de alimentos ecológicos en comedores escolares, hospitales, etc. Y, en 2027, el 100 por ciento de todos los platos servidos. Sin embargo, ya se mueve resistencia en algunas cantinas por no considerarlo viable. “Si se quiere pasar la marca de un 20 por ciento hay que cocinar con productos frescos en vez de ingredientes precocinados  –mucho más caros en ecológico– e invertir en la formación de los cocineros“, dice. Se basa en experiencias de la capital medioambiental Copenhague donde ya un 90 por ciento de la comida ofrecida en las cantinas públicas fue orgánica. Otro factor importante es usar menos carne. Es decir, para que aumente mucho el consumo ecológico en espacios públicos se tiene que utilizar producto local y más vegetal, y no precocinado; si no, los precios siguen siendo elevados en comparación con el mundo convencional.

Acelerante

Otro acelerante podría ser, según Rehmer, poner a disposición de los protagonistas del sector más fondos para investigación en agricultura y ganadería ecológica: “Del cultivo y la cría, el control de plagas con insectos beneficiosos y pesticidas naturales o para encontrar alternativas al uso del cobre como fungicida“. En este momento se dirigen sólo un 1,5 por ciento de los fondos de investigación agraria a este campo. A la vez, el nuevo gobierno alemán debe influir en la elaboración de la Política Agraria Común (PAC) y la realización del nuevo decreto eco para crear condiciones favorables para la agricultura ecológica.

Cambio rotundo

Para un cambio rotundo, sin embargo, sería necesario parar paso a paso las subvenciones para la agricultura convencional y allanar el camino para la agricultura ecológica. Moewius incluso apuesta por otro sistema económico: “El poder económico se mide en nuestro sistema por el Producto Interno Bruto (PIB). Pero no se toma en cuenta el bien común“, explica. Daños medioambientales o sobre la salud causados por los pesticidas o el exceso de nitratos en las aguas freáticas son externalizados y pagados por los contribuyentes„. De esta manera los productores ecológicos siempre están en desventaja con sus productos, a pesar de que en realidad lo hacen mejor por crear menos gastos consecutivos“, dice Moewius. Las gentes de la agricultura ecológica ven en la eco-nomía del bien, tal como ya la practican más de 2.000 empresas en Alemania, Suiza y Austria, una alternativa fiable y con futuro.

Autora: Ingrid Wenzl

Triunfa la agricultura solidaria. Buscando lo más positivo

Que sea eoclógico no siempre significa que sea regional ni producido con sueldos dignos. Mientras muchos celebran los precios bajos de productos orgánicos en los supermercados, otros buscan alternativas a este dilema. En los últimos años prospera en Alemania la agricultura solidaria, un modelo conocido internacionalmente como CSA, donde entre todos los miembros de un grupo se cubren los gastos de los agricultores que les proveen con alimentos ecológicos. Entre 2003 y finales de 2017 el número de estas iniciativas se disparó de cuatro a 166. “El motor central de mucha gente es su deseo de hacer algo, de apoyar a algún colectivo o formar parte de un proyecto más grande“, explica Stephanie Wild, portavoz de la Red Agricultura Solidaria en Alemania. Sin embargo, también ve en el gran interés una reacción a la rápida ampliación de la oferta ecológica en el comercio al por menor. “Se hicieron visibles las consecuencias negativas de este desarrollo como la falta de transparencia o los sueldos miserables en países terceros: ecológico no es equivalente a justo. No siempre, al menos“, dice Wild.

Fuente: Asociación Vida Sana – vidasana.org

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