Que una ballena, un macho joven, haya muerto en Tailandia, no es una gran noticia, no tiene categoría suficiente como para ocupar una línea en prensa ni un segundo en televisión. Pero que la ballena haya muerto después de haberse tragado más de ochenta bolsas de plástico que pesaban ocho kilos, que las autoridades tailandesas intentaron infructuosamente salvarla, eso ya es otra cosa, es noticia.

Plásticos de un solo uso

Y la noticia se hace viral cuando el Ministerio de la Marina lo anuncia en su página de Facebook, informando que la ballena fue rescatada flotando inactiva sin capacidad de nadar. Tuvo una muerte espantosa entre vómitos y convulsiones, debido a la gravísima obstrucción intestinal que le impedía ingerir cualquier alimento. Poco antes de morir, entre temblores y sacudidas, expulsó por la boca una pequeña parte de su carga letal, cinco bolsas de plástico, de las ochenta ingeridas. Gracias a las redes sociales hemos conocido la muerte del cetáceo. Pero su muerte no es un caso aislado, es una de las miles de muertes de aves y animales marinos, plancton, peces, tortugas marinas, focas o delfines, que se producen en el mundo como consecuencia de haber engullido los residuos plásticos que se arrojan al mar, plásticos letales que devastan la fauna marina.

Greenpeace estima que pueden ser ocho millones de toneladas de basura plástica las que acaban en los océanos todos años

El plástico, por su longevidad, bien podemos decir de él que es imperecedero. Tarda cientos de años en descomponerse por procesos naturales en el medio ambiente y, dependiendo del tipo de plástico, puede tardar hasta mil años. Toda una eternidad. El uso masivo que realizamos de un material tan duradero en objetos de uso cotidiano, que son de vida corta y mayormente desechables, lo convierte en un grave peligro de consecuencias globales desastrosas. El plástico es un material que el planeta no puede asimilar.

Aunque no todo está perdido en la batalla por eliminar los plásticos de un solo uso que contaminan el planeta de forma irreversible. En Europa se ha empezado a tomar decisiones que permiten ser optimistas. La Comisión Europea ha presentado una propuesta que tiene como objetivo eliminar ciertos plásticos de un solo uso buscando para ello desarrollar alternativas más sostenibles. También pretende que los fabricantes de estos plásticos sean responsables y ayuden a sufragar parte de los gastos que la gestión y limpieza de estos residuos generan. La propuesta contempla los diez productos de plástico de un sólo uso que con mayor frecuencia son encontrados en las playas y en los mares europeos, y que se enredan en los aparejos cuando se llevan a cabo las faenas pesqueras. Entre estos productos se encuentran los bastoncillos para higiene de los oídos, los palitos de globos, los elementos de picnic como vasos y recipientes de comida, platos, cubiertos, envases de plástico para bebidas, las pajitas para beber y agitadores de bebidas. La Comisión afirma que estos materiales representan el 70% de toda la basura marina.

No todo está perdido en la batalla por eliminar los plásticos de un solo uso que contaminan el planeta de forma irreversible

La iniciativa de la Comisión es pionera en materia de reducción y gestión de residuos plásticos a nivel global. Trata de reducir este tipo de residuos a la mitad del volumen actual, y tendrá como resultado inmediato el evitar los daños que causan al medio ambiente. Estima que, si se mantiene la situación actual de producción y vertidos de residuos plásticos, si no se toman medidas como las propuestas tendentes a la reducción, los daños sobre el medio ambiente supondrán un coste de 230.000 millones de euros y una emisión de 3,4 millones de toneladas equivalentes de dióxido de carbono (CO2) en 2030.

plásticos de 1 uso

Analicemos la propuesta de la Comisión y veamos cual es su alcance real. Lo novedoso de la misma es que plantea prohibir aquellos productos plásticos de un solo uso para los que ya se disponen de alternativas, y cuya sustitución es posible desde un punto de vista económico. Los elementos plásticos ya descritos, como los bastoncillos para los oídos o las varillas de globos, tienen un sustituto técnicamente viable dentro del grupo de materiales sostenibles, por lo que podrían empezar a fabricarse exclusivamente con materiales respetuosos con el medio ambiente.

En el caso de los envases de plástico para bebidas, la Comisión propone que únicamente se podrán fabricar y comercializar aquellos que incorporen en su diseño mecanismos que impidan que sus tapas o tapones se puedan separar del resto del envase. Un único envase que se gestionará como un único residuo.

La propuesta incluye como objetivo que sean los fabricantes de estos productos los que ayuden a cubrir parte de los gastos de gestión y limpieza de los residuos plásticos generados, y participen en las campañas informativas a fin de conseguir la concienciación social de la verdadera problemática que el uso de estos productos conlleva.

Otro objetivo a lograr está relacionado con un producto sanitario cuanto menos polémico, las toallitas húmedas. Buscar cambios en su etiquetado que informen a los consumidores de su impacto sobre las infraestructuras de alcantarillado y el medio ambiente, y lo que es fundamental, sobre cómo eliminar estos productos. Se propone una etiqueta normalizada, que informe sobre el modo de eliminación del residuo, su impacto ambiental negativo, y la presencia de elementos diversos que las hacen no biodegradables.

Los plásticos de un solo uso no son una opción inteligente desde el punto de vista económico y ambiental. La solución es rechazar estos plásticos y optar por productos fabricados con materiales sostenibles.

Autor: Raúl Martínez, Biólogo, Especialista en Medio Ambiente y Salud

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