Asociación Vida Sana. – Javier Bolufer entrevista a Pedro Burruezo en motivo de los 20 años de The Ecologist, que se cumplen en 2019. Dos décadas de periodismo contracorriente y singular.
Pedro Burruezo está en la versión en castellano de The Ecologist desde sus orígenes y, en su dirección/coordinación, prácticamente, también, desde el principio. Aunque también es artista, músico y compositor (un trovador conocido en los circuitos de la música medieval y sus afines), hoy llega a nuestras páginas por su quehacer periodístico. Tiene pocos pelos en la lengua… Montse Arias desempeñó la tarea de dirección en los primeros números de la revista.
¿Cómo empezó todo?
Diversas ONG’s unieron esfuerzos, hace 20 años, para publicar en España una traducción del monográfico “Monsanto Files” que The Ecologist UK había dedicado a Monsanto y que la transnacional tóxica había secuestrado en la imprenta. A partir de ahí, las otras ONG’s no quisieron continuar. Desde Vida Sana existía muy buena relación con The Ecologist UK y con el gran Edward Goldsmith. Vida Sana tenía ganas de llevar a cabo una aventura editorial de este tipo. Me llamaron y me plantearon empezar a trabajar juntos. Le planteamos la posibilidad a Teddy (Goldsmith) de seguir con la edición en castellano, pero a nuestra manera, no siendo una simple traducción de la “madre” inglesa. A él le pareció genial. Él fue un gran hombre, un visionario. Sin lugar a dudas, mi gran maestro. Y aquí estamos todavía… Parece que fue ayer.
¿Es una heroicidad que todavía exista The Ecologist en el estado español en papel…?
Bueno, la verdad es que sí, en cierta forma. Hay algunos secretos para ello. El primero es que, detrás, está la Asociación Vida Sana, que respalda este “sueño” editorial tan peculiar. El segundo secreto es que, aunque pueda parecer lo contrario, hay un público en España al que gusta leer un periodismo comprometido. También podría decir que somos verdaderamente espartanos y que por ello somos capaces de echar para adelante con muy poco. El cuarto asunto es que la ecología profunda, o ecología espiritual, se vende por sí sola. Puede ser que la gente nos dé la espalda, pero te aseguro que estamos en el camino correcto… Yo siempre he seguido mi intuición y tampoco me ha ido tan mal. Hay que volver a reivindicar el conocimiento intuitivo… Y hay que volver a ser constantes, conscientes, coherentes…
Porque podría parecerle a alguien que, al menos como negocio, lo vuestro no está en el sitio adecuado ni en el momento idóneo…
Tienes toda la razón. Yo tengo una extraña capacidad para estar siempre en el lugar menos indicado, al menos en lo que concierne a los negocios, en lo cual, todo hay que decirlo, me importa poco, pues podría pasar casi con lo puesto. Si estamos aquí, de todas formas, no es por asuntos crematísticos, sino espirituales, éticos, activistas, llámalo como quieras. Estamos aquí por vocación. Hay una forma de vivir, de sentir, de consumir, de estar, de ser… que no aparece en los medios de información. Para eso estamos nosotros. Y, además, hay una serie de cosas que la sociedad moderna da por válidas sin cuestionarse. Nosotros las ponemos en duda…
Los Dogmas. ¿A qué se refiere usted?
A los dogmas sobre los que se cimienta la sociedad de masas, esa nueva religión “catódica”. Todo el mundo da por válidos esos dogmas: el cientifismo, el mecanicismo, el cartesianismo, el individualismo, el pragmatismo… Esos dogmas han construido una sociedad en la que todo es posible, todo… menos la vida en armonía con la Naturaleza y con nuestras propias características humanas. The Ecologist pone en cuestión esos dogmas, esa nueva religión tecnocientífica, materialista, usurera, especulativa, tecnocrática, sin alma, sin corazón. Y lo hacemos con un lenguaje que todo el mundo puede entender y que también usa, en cierta medida, el mismo lenguaje científico para destronar las mentiras que el propio Sistema ha creado. Mientras, la biodiversidad mengua, la crisis climática se dispara, aumentan las guerras y las hambrunas, se multiplican las tasas de enfermedades raras y el cáncer es el pan nuestro de cada día, desparecen las familias, una minoría se forra, comemos basura, aumentan los suicidios… Un mundo en el que las empresas y los estados lo controlan todo.
Le habrán dicho alguna vez que es usted y su revista un poco cenizos, ¿no?
Sí. Podríamos vivir sin consciencia, sí. Pero eso no quiere que no fuéramos a ser víctimas del Sistema. Es mejor vivir lo más al margen de la brutalidad del mundo moderno y, así, no ser cómplices de tanta barbarie. No, al menos, con mi permiso, con nuestro permiso. Nosotros somos, simplemente, realistas. Cada uno es libre de vivir en una burbuja de autocomplacencia y de mentiras, pero lo cierto es que la Humanidad camina muy alegremente hacia la autodestrucción. Es necesario un gran cambio para que la Humanidad pueda sobrevivirse a sí misma. El futuro será espiritual o no será.
“Lo que más me ha hecho crecer al frente de The Ecologist como individuo, sin ninguna duda, ha sido conocer a personas de una gran sabiduría. Conocerles personalmente y sus obras, su pensamiento. Me refiero a Edward Goldsmith, Vandana Shiva, Hossein Nasr, Jerry Mander… Ellos/as me han descubierto cosas que yo intuía. Que puede haber otras formas de vivir y de pensar ajenos a la cultura mayoritaria y a la contracultura, que vienen a ser lo mismo, pero sin corbatas y con melenas”
¿Qué es lo que más le ha servido a usted, para crecer, en todos estos años al frente de The Ecologist?
Sin ninguna duda, conocer a personas de una gran sabiduría. Conocerles personalmente y sus obras, su pensamiento. Me refiero a Edward Goldsmith, Vandana Shiva, Hossein Nasr, Jerry Mander… Ellos/as me han descubierto cosas que yo intuía. Que puede haber otras formas de vivir y de pensar ajenos a la cultura mayoritaria y a la contracultura, que vienen a ser lo mismo, pero sin corbatas y con melenas. Hay otras vías que no son las de siempre. Esas otras vías son las que pueden ayudarnos a mantener viva la Tierra y a mantener viva nuestra alma. En realidad, todo es lo mismo. El trabajar en monográficos trimestrales me ha ayudado a conocer muy a fondo temas concretos: las patologías mentales (sus causas, sus orígenes, sus posibles soluciones), el ecofeminismo (que poco tiene que ver con el feminismo occidental), las razones de la despoblación rural… Todo esto es posible gracias a una magnífica nómina de colaboradores que no son, en absoluto, periodistas al uso.
¿The Ecologist defiende la sabiduría por encima de la inteligencia?
Por supuesto. La inteligencia ya sabemos dónde nos puede llevar. La inteligencia, además, ¿en manos de quién está? De gobiernos, empresarios, banqueros, ejércitos, etc. La sabiduría es un bien magnífico que tiene el ser humano y que ha dejado escapar por un poco de comodidad, cuatro mentiras facilonas y mucho azúcar. ¿Para qué necesitamos tanto azúcar, tanto “power flower”, ja ja ja? A mí me gusta la vida más austera, menos autocomplaciente, más crítica, más amarga, menos “barbacoa/domingo/qué/bonito/es todo”. La revista está inspirada, siguiendo la huella de Edward Goldsmith, en la sabiduría perenne, en la espiritualidad profunda de las grandes tradiciones, en el saber de hombres y mujeres que siempre fueron genuinos y puros. Aquí no hay lugar para la tibieza. Trabajamos por hacer llegar la ecología profunda, el bien común, al mayor número posible de personas. Lo hacemos con rigor. Y sacamos en nuestras páginas a aquellas personas que están dando ya esos cambios, a los pioneros.
¿Cuál ha sido el número que más le ha agradado, del que se siente más satisfecho, o por el que les hayan felicitado más?
Ha habido varios que han sido sonados. Por ejemplo, los números dedicados a las causas de las patologías mentales, que fueron dos monográficos seguidos; o el número, muy reciente, dedicado al último tabú de Occidente: la muerte. También disfrute como un cosaco con el monográfico dedicado a la ecología contemplativa. Un montón de años, un montón de monográficos, un montón de gente muy interesante que ha pasado por esas páginas (como articulistas o como entrevistados), un montón de cosas para denunciar y para felicitarse… Toda una vida de ecoactivismo.
Y ya que estamos, ¿cuál diría que ha sido la entrevista que usted ha realizado y con la que más ha disfrutado?
Disfruto siempre cuando al otro lado encuentro un alma sensible y sabia y dispuesta a seguir asombrándose de la maravilla que es la Naturaleza y el cosmos… He tenido la suerte, en el periodismo y en la música, de conocer a personas de una gran pulcritud espiritual, artística, activista… Ellos/ellas me dan mucha fuerza para seguir en el combate.
Qué nos puede decir del futuro de la revista?
Continuaremos exactamente como hasta ahora al menos hasta el número 100 (ahora estamos trabajando ya en el 77 y el 78). A partir de entonces, dejaremos el asunto en manos de la Providencia, que siempre sabe más que nosotros. Hasta el número 100, monográficos trimestrales como hasta la fecha: con la pluma bien afilada.
20 años después. Una línea dura y combativa
En 2019, la edición en español de The Ecologist llegará al número 80. Hace 20 años, un año antes de empezar a editar The Ecologist de forma trimestral en papel, la práctica totalidad de asociaciones ecologistas se unió para llevar a cabo la edición conjunta del monográfico “Monsanto Files”, un número dedicado a la transnacional de los pesticidas y la transgenia que, en UK, la citada empresa acabó secuestrando. Después, la Asociación Vida Sana tomó el relevo y, tras recibir los parabienes y las “bendiciones” del fundador, Edward Goldsmith, empezó a editar la revista para España y Latinoamérica. 20 años después, continúa el mismo empeño: una línea editorial dura y combativa que acerca al lector ideas, conceptos y soluciones para los grandes problemas que hoy asuelan a la Humanidad… en formato de monográficos trimestrales, desde un punto de vista holístico, profundo y que no excluye el lado espiritual. Se trata de repensar el mundo y corroborar, con respaldo científico y una visión general, por qué la sociedad moderna ha derivado hacia una catástrofe anunciada y cuáles son los problemas y sus raíces, los/las que provocan la destrucción de la Naturaleza y de la propia sociedad humana. Y, claro, como The Ecologist no está formado por un grupo de masoquistas dementes, citar también las posibles soluciones…
Javier Bolufer
Fotos: Amanda Ortega
Para más información visite theecologist.net
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