Uno de los temas más polémicos del que podemos tratar es el de los fertilizantes químicos y su uso para la producción de alimentos. Los efectos de los fertilizantes químicos sobre el medio ambiente están ampliamente probados y son incuestionables, estando demostrado que su uso conlleva un riesgo elevado de daños ambientales, como son la contaminación de las aguas subterráneas y del suelo sobre los que se aplican. De lo que no se habla tanto es del riesgo que sobre la salud de las personas pueden acarrear los fertilizantes químicos. Sabemos qué riesgos conlleva su uso sobre el medio ambiente pero todavía no estamos enteramente seguros de los riesgos que supone para nuestra propia salud.

peligros de los fertilizantes químicos perills dels fertilitzants químics

Para entender objetivamente este asunto necesitamos conocer lo que es un fertilizante químico y como actúa la fertilización química. Por fertilizante se conoce cualquier sustancia que es utilizada para aportar nutrientes al suelo, y cuyo objetivo es aumentar la concentración de los mismos que favorezca y potencie el crecimiento de las plantas. Este es el único objetivo de un fertilizante, independientemente de cómo repercuta sobre el suelo o el resto de factores ambientales sobre los que incida. Ni todos los fertilizantes actúan igual, ni todos los fertilizantes son saludables para el suelo y el medio ambiente.

La salud del suelo está basada en un balance complejo entre macronutrientes, micronutrientes y la flora microbiana, el conjunto de bacterias y hongos del suelo que le aportan fertilidad y actúan como consumidores de CO2. Es un proceso natural mucho más complicado que puramente aportar nitrógeno, fósforo y potasio (NPK) al suelo en las dosis y concentraciones recomendadas por cultivo y superficie. Y es que la ciencia aún no conoce completamente los procesos y requerimientos nutricionales del suelo. Los técnicos encargados de la producción agrícola se han centrado casi exclusivamente en NPK desde su descubrimiento a mediados del siglo XIX. Es esa visión reduccionista tan extendida la que lleva a pensar que entendemos al 100% la química del suelo y la que únicamente quiere abordar la fertilización del suelo para la producción vegetal con la aplicación intensiva de fertilizantes químicos.

Pero es evidente que conforme las prácticas agrícolas no sostenibles van en aumento nuestro suelo está siendo despojado de su salud, nuestros acuíferos se están contaminando, y nuestros cultivos dependen de aportes químicos cada vez mayores. Y estas prácticas agrícolas basadas en el uso de fertilizantes químicos conllevan efectos muy negativos. El mayor problema al que nos enfrentamos es la contaminación del agua subterránea producida por el nitrógeno que se añade en forma de nitratos. Los nitratos aportados al suelo se mueven fácilmente a través de él, y debido a que son muy solubles en agua, pasan a las aguas subterráneas y permanecen en ellas durante años, y lo que es peor, el aporte de nitrógeno a lo largo del tiempo tiene un efecto acumulativo. Otro fertilizante de amplio uso, la urea, libera amoniaco en su proceso de descomposición. Una parte del amoniaco pasa a la atmosfera contribuyendo a la lluvia ácida y otra parte contamina el agua subterránea. Y lejos de aminorar, son problemas que se verán aumentados en las próximas décadas.

La contaminación del agua subterránea por nitrógeno tiene efectos graves y perniciosos sobre la salud humana

Se ha relacionado con el cáncer gástrico, el bocio, las malformaciones de nacimiento, la hipertensión y el cáncer de testículo. Aunque el efecto mejor conocido que sobre la salud tiene el consumo de agua contaminada por nitratos es la metahemoglobinemia. La metahemoglobinemia es un trastorno sanguíneo por el cual se produce una cantidad anormal de metahemoglobina, una forma de hemoglobina que tiene una enorme afinidad por el oxígeno y que no lo cede en los tejidos. La hemoglobina es la proteína de los glóbulos rojos que transporta y distribuye el oxígeno al cuerpo.

Con la metahemoglobinemia la hemoglobina puede transportar el oxígeno, pero es incapaz de liberarlo de manera efectiva a los tejidos corporales. Es un trastorno especialmente pernicioso para los lactantes, que produce el conocido síndrome del bebé azul, y cuya causa es la disminución del oxígeno en la sangre que le produce cianosis. El riesgo de padecerlo aumenta exponencialmente cuando los lactantes toman biberón cuya agua está contaminada con nitratos.

El segundo elemento en importancia para el crecimiento de las plantas es el fósforo, que se usa principalmente en forma de fosfatos. Su carencia limita el crecimiento de las plantas e impide la absorción de otros elementos indispensables para su desarrollo. El problema ambiental de los fosfatos es que pasan del suelo al acuífero, como el caso del N, produciendo un fenómeno que se conoce como eutrofización de las aguas. El incremento de la concentración de fósforo en las aguas superficiales tiene como consecuencia el crecimiento exponencial de las algas, que son organismos muy dependientes del fósforo. La presencia masiva de algas consume grandes cantidades de oxígeno y provoca su déficit o su ausencia en los ríos, lagos y embalses, contribuyendo a la creación de amplias zonas muertas.

Conocer y comprender los efectos de los fertilizantes químicos sobre la salud humana y el medio ambiente nos hace ser conscientes de los peligros que acarrean y nos permite actuar en consecuencia para proteger nuestra salud y la del planeta. Es, por tanto, necesario utilizar la cantidad mínima de fertilizantes químicos en la agricultura, huertos, jardines y demás instalaciones que lo requieran, y buscar alternativas naturales a estos compuestos. Alternativas naturales como son los fertilizantes orgánicos, garantía de salud y sostenibilidad.

Autor: Raúl Martínez, dietista-nutricionista, biólogo

Suscríbete a la Newsletter y recibe Bio Eco Actual gratis cada mes en tu correo

Bio Eco Actual, tu mensual 100% ecológico
Leer 
Bio Eco Actual Agosto 2020