El envejecimiento prematuro, el cáncer, la enfermedad cardiovascular o las enfermedades degenerativas, entre otras patologías, están muy ligadas al estrés oxidativo. El estrés oxidativo se produce cuando nuestro cuerpo se ve expuesto a un exceso de radicales libres y no tiene suficientes antioxidantes para contrarrestarlos. Existen distintos factores que aumentan estos radicales libres: la exposición a tóxicos, la contaminación ambiental, el estrés, un descanso inadecuado o llevar una alimentación inflamatoria.
Los mejores antioxidantes
La alimentación es una de las mejores formas de obtener suficientes antioxidantes para combatir el exceso de radicales libres. Encontramos distintas fuentes de antioxidantes y son principalmente de origen vegetal. Por lo que incluir suficientes vegetales y frutas en nuestra dieta es una de las mejores formas de asegurarnos un aporte suficiente de antioxidantes. Entre los que no deberían faltar encontramos:
Vitamina C
También conocida como ácido ascórbico es un gran antioxidante que ayuda a proteger a las células contra los daños que pueden causar los radicales libres. Su consumo es imprescindible para el crecimiento y reparación de los tejidos y para la prevención del envejecimiento. La encontramos en cítricos, pimiento rojo, kiwi, brócoli, fresas, tomates… La cocción disminuye la presencia de esta vitamina, por lo que sería recomendable consumir los alimentos en crudo.
La alimentación es una de las mejores formas de obtener suficientes antioxidantes para combatir el exceso de radicales libres
Vitamina A
La vitamina A es una de las mejores vitaminas para combatir el estrés oxidativo. Esta vitamina favorece la regeneración celular, retrasa el envejecimiento y ayuda a mantener la salud ocular. La forma más común de provitamina A es el betacaroteno, presente en aquellas frutas y verduras de color anaranjado o verde oscuro como el boniato, la zanahoria, la calabaza, los vegetales de hoja verde, el perejil o la albahaca, entre otros.
Vitamina E
La vitamina E es otro de los grandes antioxidantes. Además, tiene un papel esencial en los procesos del sistema inmunitario y metabólico y ayuda a evitar la formación de coágulos en la sangre. La encontramos especialmente en aceites vegetales (germen de trigo, girasol, cártamo), avellanas, almendras… Al tratarse de una vitamina liposoluble, al igual que la vitamina A, necesita estar acompañada de algún medio graso para mejorar su absorción.
Vitamina B
Cuando hablamos de vitamina B, hablamos del complejo B, un grupo amplio de vitaminas hidrosolubles también imprescindibles para tener una buena salud. Destaca especialmente por participar en la síntesis y reparación del ADN y un adecuado funcionamiento del sistema inmune. Aunque también tiene papel en la reducción del daño oxidativo.
Selenio
El selenio es un oligoelemento esencial y se ha asociado su consumo con la prevención del daño celular y de ciertos cánceres y por proteger a nuestro cuerpo frente a los efectos tóxicos de metales pesados y sustancias dañinas. Lo encontramos principalmente en las nueces de Brasil. Aunque la cantidad de selenio del alimento dependerá del contenido de selenio del suelo donde ha sido cultivado.
El efecto antioxidante se ve potenciado cuando todos estos nutrientes actúan en sinergia. Por lo que asegurar su aporte a través de la alimentación o suplementación es clave para mantener a raya a los radicales libres.
Autora: Glenn Cots, Dietética integrativa
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