El triclosán es un antibacteriano que se utiliza en diferentes productos de higiene personal. Se trata de un ingrediente controvertido que se encuentra en el punto de mira de las autoridades sanitarias desde hace tiempo.

triclosán
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En los EEUU, el FDA lo prohibió en el año 2016. En la Unión Europea está clasificado como irritante para la piel y los ojos, persistente, bioacumulativo, tóxico y disruptor endocrino. Hasta 2014 se permitía su uso en cualquier cosmético. Pero una revisión llevada a cabo por expertos de la Comisión llegó a la conclusión de que su uso no es seguro para las personas consumidoras y restringió su uso solo a un grupo de cosméticos: pastas de dientes, jabones de manos, jabones corporales y geles de ducha, desodorantes (no en aerosol), polvos compactos y maquillajes en una concentración máxima del 0, 3%. También se permite en enjuagues bucales a una concentración máxima del 0, 2%.

Un disruptor hormonal

El principal problema es que se acumula en los tejidos e incluso se ha detectado en la leche materna. Tiene efecto como disruptor hormonal y puede ayudar al desarrollo de bacterias resistentes cuando no se ha demostrado que sea más efectivo matando bacterias que el jabón tradicional. De hecho, resulta un contrasentido, y no se ha detectado que aporte ningún beneficio extra añadiéndolo a jabones y geles de baño.

Según Nuria Téllez, creadora de la marca Münnah Natural Cosmetic y fabricante de un dentífrico ecológico y de geles de baño y champús: “Es un antimicrobiano muy potente y de amplio espectro que además de ser disruptor endocrino, destruye la microbiota beneficiosa para el organismo. Esto es muy grave, pues el equilibrio de la microbiota en el organismo es básico para mantener a raya otras infecciones patógenas oportunistas y nuestra salud”.

En la Unión Europea está clasificado como irritante para la piel y los ojos, persistente, bioacumulativo, tóxico y disruptor endocrino

Además de sus efectos sobre la salud, tiene efectos ambientales especialmente en los ecosistemas acuáticos a los que llega a través de las aguas residuales. Está clasificado como muy tóxico para la vida acuática y con efectos a largo plazo. También llega al medio ambiente a través de los lodos de depuradoras que se usan como fertilizantes agrícolas perjudicando a los microorganismos del suelo. Se ha convertido en un importante contaminante ambiental y se puede ingerir a través de las plantas regadas con agua regenerada o el pescado.

Debido a su mala fama, cada vez se usa menos y actualmente está casi restringido a los desodorantes. En el listado INCI aparece con el nombre triclosán por lo que resulta fácil de identificar. Los conservantes que están permitidos en cosmética econatural son totalmente eficaces, sin tener que recurrir al triclosán ni a otros conservantes controvertidos. Hay que recordar que todos los productos cosméticos que salen al mercado tienen que haber pasado un challenge test para demostrar la eficacia de sus conservantes, y ajustar la fórmula hasta que el resultado sea satisfactorio.

Los conservantes más utilizados son el Sodium Benzoate, Potassium Sorbate, Dehydroacetic Acid, Sorbic Acid, Benzyl Alcohol, y cada vez más se utilizan conservantes de origen natural como el Sodium Anisate y el Sodium Levulinate, algunos aceites esenciales, como el de romero y también conservantes de origen microbiano como los que contienen la bacteria Leuconostoc. Los desodorantes que contienen ingredientes de origen mineral, normalmente no necesitan ningún conservante.

Por tanto, elegir cosmética econatural certificada es una garantía de que los conservantes utilizados son eficaces, pero no suponen un riesgo elevado para nuestra salud y la del medio ambiente.

Autoras: Nuria Alonso, Certificación BioVidaSana y Montse Escutia, Proyecto Ecoestética

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Bio Eco Actual Febrero 2023