Ante la crisis climática que estamos viviendo, la sostenibilidad no es suficiente y utilizar los recursos naturales de forma responsable para preservar la ecología y la salud de nuestros sistemas agrícolas se ha convertido en una prioridad.

Visión holística de la agricultura: Parte de un todo
“La naturaleza nos da todo lo que necesitamos”. Este es el principio básico de la agricultura biodinámica, el sistema de cultivo ecológico más antiguo del mundo. La biodinámica no sólo consiste en sustituir los productos agroquímicos por medios naturales, sino también en trabajar por un equilibrio desarrollado de forma natural. Su finalidad no es únicamente la producción de alimentos para el consumo humano, sino producir alimentos de forma consciente, responsable y participativa para apoyar la biodiversidad y aumentar la fertilidad del suelo al mismo tiempo.
Va un paso más allá de la agricultura ecológica, concibiendo el huerto o la granja como un organismo vivo. Se trata de una visión holística de la agricultura, en la que plantas, animales, humanos, cosmos y naturaleza trabajan juntos y se complementan entre sí. En otras palabras, una colaboración del ser humano con la naturaleza, en la que ambos encuentran beneficio.
Fortalecer los procesos vitales de la naturaleza
De este modo, el agricultor biodinámico trabaja con las energías vitales en la naturaleza y no solamente con las necesidades materiales, con el objetivo de aumentar la conciencia y estimular los procesos de vida y curación en su huerto. Para ello, tiene en cuenta elementos intangibles como los sistemas solares, los ciclos lunares y los efectos que estos tienen sobre las siembras y las cosechas, así como la interconexión de los organismos presentes en la superficie del suelo y debajo de este.
Producir alimentos de forma consciente, responsable y participativa para apoyar la biodiversidad y aumentar la fertilidad del suelo
“Nuestros huertos son organismos donde la naturaleza, las plantas, los animales y el ser humano forman una unidad: todo está pensado hasta el último detalle, cada planta tiene asignada su parcela de manera estratégica, cada planta es recolectada cuando la naturaleza lo marca, amacerada siguiendo un orden… Todo ello con el fin de no perturbar el papel y la energía vital de cada especie, dejando que la propia naturaleza marque el ritmo y la forma. Así conseguimos que todo el ecosistema esté en equilibrio, tanto por encima como por debajo del suelo”, explica Sabrina Buehrle, Responsable de Comunicación Corporativa de Weleda, marca pionera en cosmética natural y bio certificada, que cuenta con el 80% de sus materias primas cultivadas de forma ecológica o biodinámica.
Un suelo rico en nutrientes alimenta los cultivos y a la vez es capaz de secuestrar carbono, elemento fundamental para la salud ambiental. Por esa misma razón, la agricultura biodinámica estimula la fertilidad de los campos, ofreciendo alimento no solo a las plantas, sino también a la tierra, activando mecanismos de autorregulación que estimulan la vida en el suelo. “Le devolvemos más a la tierra de lo que le quitamos porque es una manera de regenerar incluso la capa de humus. Y eso, sin duda, tiene un impacto significativo en la biodiversidad”, añade Buehrle.

Trabajar con la naturaleza, no contra ella
La diversidad de especies crea oportunidades para establecer y reforzar el equilibrio natural. Conduce a la resiliencia de los cultivos y a una relación de trabajo compatible con la naturaleza que garantiza que la tierra se mantiene rica y sana para las próximas generaciones. Por ello, los policultivos, las rotaciones de cultivos, los bosques vírgenes, los pastizales de larga duración, las masas de agua, los refugios para insectos y aves y la protección de la fauna, entre otros, son algunos de los factores clave en los que se centra la biodinámica para promover y preservar la biodiversidad.
“Nuestros alimentos deben producirse de la forma más natural posible, confiando en procesos naturales como los fertilizantes naturales o la regulación natural de los insectos dañinos mediante la mayor diversidad posible de especies”, apuntan desde Voelkel, uno de los principales productores de zumos vegetales biodinámicos en Europa. Esto también pasa por el cultivo de especies locales y adaptadas al contexto ambiental y cultural y el uso de semillas tradicionales y no modificadas genéticamente. “Definitivamente, la biodiversidad empieza con las semillas. Podemos confiar en que la naturaleza nos dará variedades adecuadas para todas las circunstancias, como siempre ha hecho desde tiempos inmemoriales”, añade la compañía.
Altos estándares ecológicos
El resultado de este modelo agrícola es un amplio abanico de hortalizas, hierbas, flores, bayas, frutas, frutos secos, cereales, pastos, forraje, plantas autóctonas y otros ingredientes vivos y de alta calidad destinados a la alimentación y a la producción de cosméticos que cumplen con los estándares más altos y responden a una filosofía de vida más consciente y responsable con el mundo y con las personas.
Como garantía de todo ello encontramos el sello certificador Demeter, que reconoce a todos los productores y procesadores que utilizan el cuidado y la artesanía para producir alimentos biodinámicos. Este sello avala que la integridad y la calidad de los productos se preserva a lo largo de toda la cadena de valor, desde el cultivo en el campo hasta el envasado final. Es decir, que se han producido mediante procesos que nunca destruyen, sino que mantienen o mejoran la vitalidad de la tierra, las plantas, los animales y los agricultores. Desde su fundación en 1924, Demeter certifica a productores de todo el mundo que sitúan el cuidado de la tierra y la naturaleza en el centro de la agricultura, como por ejemplo Cal Valls, empresa familiar dedicada a la producción y elaboración de zumos y conservas vegetales, pionera en cultivo ecológico y biodinámico en España.
Autora: Ariadna Coma, Periodista
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