El Dr. Helmut Burtscher-Schaden (Viena, 1966) estudió bioquímica en la TU de Viena antes de entrar en el mundo de la investigación inmunológica. Desde 2001 trabaja en GLOBAL 2000 (Amigos de la Tierra, Austria) investigando los efectos de las sustancias químicas, especialmente los pesticidas, en la salud humana y el medio ambiente. Burtscher es uno de los siete impulsores de la Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) Prohibir el glifosato y proteger a las personas y el medio ambiente de los plaguicidas tóxicos, coorganizada por GLOBAL 2000, y que actualmente está siendo examinada por la Comisión PEST del Parlamento Europeo.
¿Es ambicioso el objetivo de la Comisión Europea de reducir el uso de pesticidas en un 50% para 2030?
Si se comparan los planes (y objetivos) actuales para reducir los pesticidas con los que hemos tenido en las últimas tres décadas, es justo decir que son ambiciosos. Si existe la voluntad política de apoyar estos planes, alcanzaremos los objetivos y entonces el impulso podría desarrollarse por sí solo, de modo que el objetivo del 50% fuera sólo una estación de paso a partir de la cual los agricultores rompieran por voluntad propia su dependencia tóxica de la industria química.
¿Cuáles son las consecuencias directas e indirectas del uso de plaguicidas para la biodiversidad y la salud humana?
El uso de pesticidas sintéticos contribuye a la pérdida de biodiversidad de dos maneras. Un efecto directo del uso de pesticidas es su toxicidad para insectos, aves, anfibios y organismos del suelo y acuáticos. Además, los pesticidas han hecho posible el actual modelo de agricultura intensiva, que casi no deja espacio para la biodiversidad (agrobiodiversidad) porque se basa en monocultivos intensivos. La intensificación del control químico de plagas desde la década de 1960 ha dejado aparentemente obsoletos el uso y la consideración de los mecanismos biológicos naturales de control de plagas, como la provisión de hábitats y nichos ecológicos para los insectos beneficiosos o el uso de variedades de plantas resistentes. Pero estas medidas son la clave de una agricultura sin pesticidas. Para restaurar estos ecosistemas naturales y permitir la biodiversidad en las tierras agrícolas, es esencial reintroducir prácticas agroecológicas libres de pesticidas. Afortunadamente, cada vez es más evidente que la biodiversidad puede recuperarse con relativa rapidez cuando las medidas de restauración del hábitat se adoptan paralelamente a la eliminación de los pesticidas sintéticos.
«Si existe la voluntad política de apoyar estos planes, alcanzaremos los objetivos y entonces el impulso podría desarrollarse por sí solo»
El fin del uso de plaguicidas también aportaría importantes beneficios para la salud de los agricultores, así como de otros residentes en zonas de agricultura intensiva, que actualmente se enfrentan a un riesgo considerablemente mayor de sufrir daños reproductivos, cáncer o enfermedades del sistema nervioso central, según los estudios.
Por último, aunque no menos importante, entretanto es bien sabido que los plaguicidas pueden detectarse en muestras de sangre, tejidos y orina de personas que viven lejos de las zonas agrícolas. Es probable que la ingesta de residuos de plaguicidas a través de los alimentos desempeñe un papel importante en este caso. En la actualidad, en alrededor del 90% de las muestras de frutas y verduras pueden detectarse residuos de este tipo, en su mayoría incluso cócteles de plaguicidas. Una eliminación progresiva de los plaguicidas pondría fin a estas cargas.
¿Qué debe cambiar para acabar con los pesticidas nocivos? ¿Se puede hacer frente al lobby que defiende el uso de estas sustancias?
Muchos agricultores están convencidos de que la agricultura sin pesticidas no funciona porque así se lo han dicho consultores (a menudo afiliados a la industria) durante décadas y nunca han podido probar otra cosa. De hecho, el margen de “experimentación” en las condiciones económicas actuales es muy estrecho para los agricultores.
Para que los agricultores puedan reorientar su producción hacia prácticas más agroecológicas, se necesita apoyo financiero para la transición (que podría cofinanciarse mediante un impuesto sobre los pesticidas, por ejemplo). Además, hay que reducir la influencia de los agronegocios en la educación y la extensión agrarias, los grupos de defensa y los responsables políticos. Esto no será fácil. Porque una cosa está clara: reducir a la mitad el uso de pesticidas también reducirá a la mitad las ventas de pesticidas de grandes empresas como Bayer, Syngenta o Corteva en el mercado europeo. Para estas empresas están en juego miles de millones de dólares.
Por eso no es de extrañar que grandes industrias como Syngenta, Bayer o Corteva, aunque hablen a bombo y platillo de apoyar el Pacto Verde, en realidad hagan todo lo posible por torpedear sus medidas, patrocinando seminarios web y haciéndolos coincidir con medios de comunicación influyentes, colocando anuncios en ellos y -lo que es más importante- pagando a científicos de prestigiosas universidades para que realicen evaluaciones de impacto unilaterales, que luego adviertan de los efectos negativos sobre la economía y la seguridad alimentaria con el fin de influir en los responsables de la toma de decisiones en el Parlamento y en los Estados miembros de la UE.
Y sí, es muy importante denunciar estas tácticas de la industria, como han hecho en repetidas ocasiones ONG como Lobby watch dog CEO.
«El objetivo es una agricultura que haya puesto fin, en la medida de lo posible, a su dependencia de los pesticidas y también de otros insumos químicos, como los fertilizantes sintéticos»
1,1 millones de europeos piden el fin del uso de pesticidas a través de la iniciativa ciudadana europea “Salvemos a las abejas y a los agricultores”. ¿Está despertando por fin la conciencia social y política?
Sí, parece que sí. En la última década han surgido en toda la UE numerosos movimientos ciudadanos que se oponen a los pesticidas y al modelo de agricultura intensiva que destruye la biodiversidad. Antes de que pusiéramos en marcha nuestra iniciativa, en Mals (Tirol del Sur) se organizó un referéndum para prohibir todos los plaguicidas sintéticos; 1,7 millones de ciudadanos de Baviera firmaron una iniciativa para salvar a las abejas; en Italia se organizaron protestas periódicas para poner fin a los plaguicidas; y, por último, en Francia se llevaron a cabo acciones mensuales bajo el lema “Queremos amapolas”. Los ciudadanos están demostrando a sus políticos que no apoyan las actuales políticas medioambientales, agrícolas y de pesticidas.
Usted forma parte de la organización Global 2000. ¿Por qué se creó en 1982? ¿Cuáles son sus principales líneas de actuación?
Global 2000 fue fundada por un grupo de jóvenes que, a principios de la década de 1980, pensaban que era necesario cambiar la forma en que tratábamos nuestro medio ambiente. El nombre se inspiró en el estudio medioambiental del mismo nombre encargado por el Presidente estadounidense Jimmy Carter y publicado en alemán en 1981 con el título “Time for Action”.
¿Es el veto a los pesticidas sintéticos el primer paso hacia una agricultura más diversa y sostenible?
Lo que está actualmente en la agenda política no es un veto, sino sólo una reducción a la mitad del uso y el riesgo de los pesticidas. Sin embargo, se trata de un primer paso audaz. El objetivo es una agricultura que haya puesto fin, en la medida de lo posible, a su dependencia de los pesticidas y también de otros insumos químicos, como los fertilizantes sintéticos.
Autora: Ariadna Coma, Periodista.
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