El abedul o “betula”, pertenece a la familia de las betuláceas, es un árbol conocido desde la Antigüedad por sus propiedades terapéuticas. Crece en bosques de Europa, Asia y América y su cosecha se suele dar en los meses de abril y mayo. En esa época del año aparecen las hojas y las flores a la vez y el árbol pasa del letargo invernal a un estallido vital. De hecho, en la mitología celta, el abedul (denominado betu) era un árbol sagrado, símbolo de lo que vuelve a nacer, y personificaba la primavera y las fuerzas que la envuelven.
Propiedades y uso terapéutico
Se sabe que fue uno de los primeros árboles en resurgir tras la última era glacial debido a su gran resistencia al frío, su rápido crecimiento y su adaptabilidad. Quizá por esto y por sus propiedades terapéuticas, la mitología y simbolismo de este árbol se extiende por muchas y diferentes culturas y religiones: la antigua Roma, los pueblos siberianos, el hinduismo, el cristianismo, los nativos norteamericanos.
Para su uso terapéutico se emplea prácticamente toda la planta: la flor, la savia, la yema, las hojas y la corteza de las ramas jóvenes. Las hojas son ricas en flavonoides y derivados triterpénicos (de efecto diurético), vitamina C y sales potásicas (que favorece la eliminación de agua, cloruros, urea y ácido úrico. Las infusiones de abedul facilitan la eliminación de cálculos renales y ayudan a eliminar las arenillas por la orina, sin irritar los riñones ni dañar su mucosa. También contienen taninos (cicatrizantes) y aceite esencial con acción analgésica, antiinflamatoria, antiséptica, antipirética y cicatrizante.
Para su uso terapéutico se emplea prácticamente toda la planta: la flor, la savia, la yema, las hojas y la corteza de las ramas jóvenes
La corteza es especialmente rica en taninos (además de tener propiedades cicatrizantes que le otorgan una función astringente y hemostática (ayudan al funcionamiento del intestino y al tratamiento de las hemorroides). La decocción de la corteza también se aplica como loción para ayudar a frenar la caída del cabello. Destilada, la corteza produce un aceite llamado “alquitrán de abedul”, utilizado para curtir el cuero y como protector contra los insectos.
La savia tiene efecto diurético y analgésico. Ayuda en afecciones genitourinarias (cistitis, uretritis, pielonefritis, oliguria), gota, hipertensión arterial, edemas, sobrepeso acompañado de retención de líquidos. También a detoxificar en procesos gripales, cefaleas… así como a desinflamar y eliminar líquidos acumulados en inflamaciones osteoarticulares: artritis, artrosis, bursitis y tendinitis.
Sobre Herbalgem
HERBALGEM, laboratorio de yemoterapia concentrada BIO, cuenta con un sistema de producción sin congelación de las yemas, que preserva todos los minerales, aminoácidos y ácidos nucleicos de las plantas. Para ello recolecta a diario y estabiliza in situ, en una maceración a partes iguales de agua, glicerina y alcohol vegetal ecológico. Es el caso de la savia fresca de abedul, reconocida por su gran poder depurativo sobre hígado, riñones, pulmones y piel. Entre los preparados de savia de abedul encontramos:
- Depurasavia: con yemas de grosellero negro, que acentúa el efecto depurador y regenerador. Alivia la sobrecarga de toxinas que provocan cansancio, retención de líquidos, dolores articulares y afectan al estado de la piel.
- Silusavia: para dietas de adelgazamiento, además de su efecto antioxidante, actúa sobre el sistema digestivo y ayuda a la eliminación de gases, a drenar líquidos y al tránsito intestinal regular.
- Cellusavia: con yemas de castaño que favorecen la circulación y alivian las piernas pesadas.
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Autora: Marta Gandarillas, Periodista especializada en Salud Natural, Titulada superior en Naturopatía y Terapeuta de Jin Shin Jyutsu
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