No hay alimento mejor para el bebé que la leche de la propia madre. No solo contiene la cantidad óptima de proteínas, grasas y azúcar (lactosa) que el bebé necesita en cada momento, además de todas las vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales; sino que también proporciona otros elementos tan importantes como los anticuerpos, que actúan en el mismo intestino del bebé protegiéndolo frente a bacterias y otros microorganismos; las enzimas que ayudan a digerir los nutrientes; la lactoferrina que ayuda a absorber el hierro y a proteger frente a infecciones; muchas hormonas y factores de crecimiento; o los lactobacilos y otras bacterias beneficiosas provenientes del intestino de la propia madre, y que ayudan a colonizar el intestino del bebé con una flora bacteriana óptima.

Beneficios de la lactancia
Para la madre la lactancia supone múltiples beneficios, como la protección del riesgo frente al cáncer de mama o de ovario, o frente a la osteoporosis; aunque también un esfuerzo metabólico importante. En la primera semana tras el parto el organismo materno produce unos 200 ml de leche al día, pero esta cantidad aumenta rápidamente a 800-1200 ml por día y se puede mantener así durante meses. Un litro de leche humana proporciona unas 700 calorías, que deben provenir de los depósitos maternos o de un aumento en las calorías que consume la madre. Para proporcionar esas 700 calorías, cada litro de leche contiene unos 70 gramos de lactosa, unos 8-10 gramos de proteínas y 35- 40 gramos de grasas.
Siempre cambiante
La leche materna nunca es igual. Cambia a lo largo de la lactancia, a lo largo del día e incluso a lo largo de la toma para ajustarse a las necesidades del bebé. Algunos componentes varían en función de la dieta de la madre. Por ejemplo el tipo de ácidos grasos presentes en la leche es diferente en madres que siguen una alimentación predominantemente vegetal comparado con el de madres que comen muchos productos animales. La cantidad de vitaminas también puede variar dependiendo de las reservas de la madre – aunque en general el organismo materno priorizará el paso de nutrientes a la leche aun a costa de sus propias reservas, con el fin de garantizar la supervivencia de la especie.
La mayor parte del pescado actual contiene altos niveles de mercurio procedente de la actividad industrial
La leche materna también puede contener sustancias a las que la madre haya estado o esté expuesta, como medicamentos, contaminantes y pesticidas. Se recomienda que durante la lactancia -como en el embarazo- la madre tome el menor número de medicamentos que sea posible, y siempre tras consultar con un profesional sanitario para verificar que ese medicamento es compatible con la lactancia.
Los contaminantes y pesticidas sin embargo son más difíciles de evitar de forma consciente, ya que debido a la industrialización masiva de la agricultura y la ganadería y a la polución ambiental, la presencia de estas sustancias está muy extendida. Muchas de ellas además se acumulan a lo largo de los años en la grasa corporal y pasan a la leche de la madre durante la lactancia. Esto es preocupante porque se sabe que estas sustancias pueden tener efectos negativos en el desarrollo cerebral y endocrino de los bebés.
¿Cómo podemos reducir los riesgos?
Aunque en el momento actual no es posible eliminar por completo la exposición a contaminantes químicos y pesticidas, sí podemos reducir la cantidad y esto ya tiene efectos positivos. Comer alimentos de producción ecológica durante el embarazo y la lactancia reduce la carga de pesticidas en la grasa materna y en su leche, y, en consecuencia, la cantidad que el bebé va a recibir.
Los contaminantes y pesticidas son más difíciles de evitar de forma consciente
El tipo de dieta también importa: aunque las mujeres vegetarianas y veganas comen más frutas y verduras y se podría pensar que ingieren más pesticidas de esta forma, los estudios han mostrado que la leche de estas mujeres tiene menos residuos de pesticidas. Esto es porque estas sustancias tienden a acumularse en la cadena alimentaria, por lo tanto los productos animales contienen más pesticidas y contaminantes que los vegetales.
La mayor parte del pescado actual, por ejemplo, contiene altos niveles de mercurio procedente de la actividad industrial. El mercurio interfiere con el desarrollo normal del cerebro y puede aumentar el riesgo de autismo, problemas de atención y aprendizaje. Los gobiernos de casi todos los países recomiendan a las mujeres embarazadas, madres lactantes y niños y niñas menores de 10 años que se abstengan de comer pescados grandes que se sabe que tienen altas concentraciones de mercurio; aunque informes recientes señalan que la casi totalidad de especies de pescados están ya muy contaminadas y que la población española es una de las que más mercurio acumula en su organismo.

Para las mujeres que elijan comer productos animales, se sabe que la carne y la leche procedente de ganadería ecológica tiene una mejor composición de ácidos grasos y menor concentración de pesticidas.
La leche materna sigue siendo la mejor elección
A pesar de la presencia en la leche materna de residuos de pesticidas y otros contaminantes, sus beneficios siguen prevaleciendo. Además, nadie nos garantiza que las alternativas estén libres de estos mismos problemas. La mejor elección es amamantar, y a la vez, cuidar tu alimentación lo más posible durante el embarazo y la lactancia para que tu leche sea lo más nutritiva y libre de contaminantes posible. Pero no necesitas ser madre para beneficiarte de comer alimentos ecológicos: consumir estos alimentos no solo beneficia a la persona que los come, sino que reduce la carga global de pesticidas en el medio ambiente, y esto tendrá efectos positivos en todas las madres y bebés del planeta.
Autora: Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra
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