La producción ecológica es un sistema de producción, gestión y elaboración de productos para alimentación humana y animal con normas específicas recogidas en un Reglamento Europeo (Reg CE 848/2018), sometida a registro, certificación y control por entidades de certificación acreditadas, y con un etiquetado que garantiza que los productos cumplen lo establecido.

¿A qué obliga el Reglamento Europeo de Producción Ecológica?

El Reglamento Europeo de Producción Ecológica establece una serie de obligaciones que abarcan la producción, elaboración y distribución de alimentos. Estas normas están diseñadas para promover prácticas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente. Las principales estipulaciones establecidas se resumen en:

  • Obligación de producir sobre suelo natural y vivo.
  • Respeto de los ciclos naturales de producción de plantas y animales.
  • Prohibición o restricción de uso de insumos de origen sintético, así como de fertilizantes, plaguicidas, aceleradores o modificadores del ciclo productivo. Fármacos y medicamentos, sólo para uso terapéutico y en caso de necesidad.
  • Prohibición del uso de técnicas de modificación genética (OGM o transgénicos).
  • Prácticas de manejo animal que garanticen su bienestar, tanto unas condiciones adecuadas de ambiente y espacio disponible, como un entorno que permita el comportamiento natural de los animales según su especie.
  • Reducción de uso de recursos no renovables, reciclaje y reutilización de residuos y subproductos.
  • Restricción de uso de aditivos alimentarios, sólo por razones de seguridad alimentaria, nutricional o tecnológica.
  • Obligación de implementar sistemas de trazabilidad específicos adicionales a los obligatorios para producción convencional.

Producción sostenible y producción ecológica son conceptos análogos: comparten naturaleza, objetivos y requisitos

El objetivo de estas prácticas y métodos específicos de producción y comercialización es promover la protección del medio ambiente y el clima, preservar y conservar la biodiversidad y los recursos naturales, procurar el bienestar de los animales de abasto y fomentar el desarrollo rural, mediante circuitos de distribución cortos y producciones locales.

Por su naturaleza y requisitos, la producción ecológica tiene efectos positivos sobre su entorno superiores a los de otros sistemas: reduce su impacto sobre el medio ambiente y sus costes asociados; minimiza la contaminación de suelos, aguas y aire al prohibir o restringir el uso de recursos e insumos sintéticos; reduce el impacto sobre la salud de las personas, al reducir su exposición a sustancias químicas de síntesis; proporciona alimentos de mayor calidad porque los sistemas de producción usados respetan los ciclos naturales de crecimiento de plantas y animales; reduce los desequilibrios entre producción, bienestar animal y conservación del patrimonio natural y el paisaje; promueve condiciones favorables para mejorar el entorno social y laboral del mundo rural; y promueve condiciones más justas de retribución del trabajo de los productores.

Ecológico es sostenible. Sostenible es ecológico

La FAO define la producción sostenible como un modelo que satisface las necesidades presentes y futuras y garantiza rentabilidad, salud ambiental, equidad social y económica, y que se basa en 5 principios fundamentales:

  1. Aumento de la productividad (más con menos), el empleo y el valor añadido de los sistemas de producción.
  2. Protección e impulso de los recursos naturales y su equilibrio con la agricultura y la ganadería.
  3. Mejora de la subsistencia de los productores y su control sobre el valor de lo que producen.
  4. Aumento de la fortaleza y la resiliencia de las comunidades de productores.
  5. Gobernanza adaptada y equilibrada entre iniciativa privada y pública.

De este modo, producción sostenible y producción ecológica son conceptos análogos: comparten naturaleza, objetivos y requisitos. Por lo tanto, hablar de producción ecológica es hablar de sostenibilidad y viceversa.

greenwashing cosmética
123rf Limited©troyanphoto

La amenaza del greenwashing o “blanqueo ecológico”

Los valores de la producción ecológica tienen una aceptación creciente entre los consumidores a la hora de elegir un producto o servicio. De esta tendencia se aprovechan cada vez más empresas, y no sólo del sector agroalimentario, para tejer estrategias de venta que, básicamente, consisten en:

  • Incorporar a un proceso productivo alguna acción con supuesto efecto positivo sobre alguno de los principios de la producción sostenible (bienestar animal, compensación de emisiones de CO2, convenio con productores locales, o sustitución de energías fósiles por otras menos contaminantes).
  • Sistematizar el proceso y acoplarle una certificación privada que avale esa característica y facilite su publicidad, creando una imagen de confianza a través de un sello de certificación privada a medida.
  • Diseñar y ejecutar una campaña de marketing que relacione esa característica del producto -y de paso, de la marca empresa-, con el concepto global de sostenibilidad.
  • Provocar en el consumidor final una asociación “producto-sostenible” aunque no se argumente ni su efecto positivo ni su nivel real de impacto.

Estas estrategias son doblemente perversas. No solo pervierten y banalizan el concepto “sostenibilidad” llamando sostenible a algo que no cumple todos los requisitos que definen el concepto. También desnaturalizan y deslegitiman las producciones ecológicas certificadas que sí son sostenibles en un sentido amplio, creando la falsa sensación de que estas producciones vestidas de sostenible son asimilables a la producción ecológica.

La producción ecológica tiene efectos positivos mayores que los de otros sistemas sobre su entorno

La amenaza es relevante hasta el punto de que la Comisión Europea ha lanzado en 2023 una iniciativa de elaboración de un Reglamento de protección del término “sostenible” y de regulación de su aplicación y uso sólo para producciones consideradas como sostenibles. En este sentido, el apoyo institucional es oportuno y bienvenido, y el sector debe manifestarse así siempre que tenga ocasión. Pero el propio sector debe participar activamente y desde dentro en la defensa y apoyo de la producción ecológica, sin esperar que sean otros quienes resuelvan sus problemas.

¿Cómo responder desde el sector?

Para consolidar el sector en las nuevas circunstancias y garantizar su futuro es necesario evolucionar, y hacerlo rápidamente. Revisar la posición sectorial -que ha cambiado más bien poco desde el Reglamento 2092/1991- unificándola y adaptándola a los cambios en la producción de alimentos, la sociedad y el mercado actuales, es una de las prioridades. Del mismo modo que lo es alcanzar un consenso entre todos los eslabones de la cadena de valor bio (producción, elaboración, distribución y venta) y que todos los operadores asuman un compromiso de defensa común con una única voz de la posición acordada.

Las bases legal y técnica, el sistema de certificación y etiquetado de la producción ecológica actual cubren perfectamente la necesidad de garantizar una producción sostenible de alimentos. No es tan necesario crear una nueva reglamentación sostenible como reforzar y defender la actual, incidiendo en la sintonía entre ambos conceptos y sus valores: ambientales, sociales, de salud, bienestar animal y de viabilidad económica.

No es tan necesario crear una nueva reglamentación sostenible como reforzar y defender la actual

Se debe vigilar la proliferación de iniciativas, tanto oficiales como privadas, de creación de sistemas facultativos o voluntarios de certificación en relación con la producción sostenible, reforzando a la vez la certificación ecológica actual. Se debe reflexionar sobre la política y estrategia de divulgación bio que mejor contribuye a dar a conocer la naturaleza y los valores de la producción ecológica. Ser capaces de distinguir qué es necesariamente bio (criterios intrínsecos sostenibles) y qué no es necesariamente bio (atributos no exclusivos de la producción bio: local, sano, etc.), qué contar de este modelo productivo y cómo hacerlo.

Una vez alcanzado el consenso, pelear el término sostenible-ecológico y denunciar acciones de blanqueo ecológico basadas en el uso perverso del término, luchar contra la proliferación de sellos públicos o privados de sostenibilidad a la carta y ejercer acciones contra evidencias claras de blanqueo ecológico.

Todo ello acompañado por un plan de fortalecimiento del sector empresarial bio y un plan de divulgación -basado siempre en el aspecto positivo y la historia del producto y su producción-, difundiendo los valores bio-sostenibles, reforzando el conocimiento de la Eurohoja, y desarrollando una estrategia de cuantificación del nivel de impacto de la producción bio sobre factores diferenciales estratégicos: consumo de recursos, impacto sobre el medio ambiente, huella de carbono, contaminación de suelos, aguas, aire, etc.

Autor: Pedro López Salcedo, Director de PROVOTEC

Suscríbete a la Newsletter y recibe Bio Eco Actual gratis cada mes en tu correo

Bio Eco Actual, tu mensual 100% ecológico
Leer
Bio Eco Actual Mayo 2023