La Comisión Europea publicó el pasado 5 de julio una propuesta para modificar la regulación de las plantas obtenidas mediante edición genética usando alguno de los métodos NGT (Nuevas Técnicas de Ingeniería Genética), un hecho que desde el movimiento ecológico europeo (IFOAM Organics Europe en su representación) se califica como “peligroso para la autonomía europea de semillas, y una distracción de las soluciones agroecológicas necesarias para mover la agricultura hacia la sostenibilidad”.

NGT
123rfLimited©andriano. Científico testando planta OGM en el laboratorio

Se trata de una desregulación muy peligrosa, que obvia el rigor y criterio científico. La actual propuesta de legislación sobre NGT plantea liberar Organismos Genéticamente Modificados (OGM) no probados y sin etiquetar en los campos, comercios y platos europeos, ignorando la sentencia del Tribunal de Justicia Europeo de 2018, que confirmó que las NGT deben estar sujetas a evaluación de riesgos, trazabilidad y etiquetado. Es, pues, un ataque a la agricultura y la producción de alimentos libres de OGM en la Unión Europea.

La propuesta, además, sigue políticas similares a las de la línea del gobierno estadounidense de desregulación de los transgénicos y de permisividad ante la concentración del mercado. Por ejemplo, según un informe del Departamento de Agricultura de EE.UU (USDA), el precio de las semillas transgénicas aumentó un 463% entre 1990 y 2020 debido a la concentración del mercado. El aumento del 193% en el precio de las semillas transgénicas respecto al de las no transgénicas durante este período responde al monopolio ejercido en los mercados de semillas de maíz, soja y semillas de algodón transgénicos. El USDA confirmó que los rasgos transgénicos propiedad o bajo licencia de Monsanto se utilizaban en el 95% de los cultivos de soja, el 81% de maíz y el 79% de los de algodón en los Estados Unidos. Un requisito fundamental para la investigación y la evaluación de riesgos debería ser la independencia de intereses económicos particulares para enfocarse en el bien común. Evidentemente, esto no sólo es relevante para la ingeniería genética y la biotecnología, sino también para los productos farmacéuticos, los plaguicidas o la nanotecnología. En los últimos años, varios estudios han demostrado importantes conflictos de intereses dentro de las autoridades reguladoras europeas en el ámbito de la biotecnología y la ingeniería genética y se ha demostrado una carencia severa de independencia.

Desde la Sociedad Española de Agricultura Ecológica y Agroecología (SEAE) consideramos que no se puede permitir que Europa avance en su propuesta, dejando fuera de regulación a las plantas obtenidas mediante aplicaciones NTG, entre ellas las CRISPR/ Cas. Tampoco se puede permitir que solo se requiera un breve período de notificación para liberar al medio y comercializar sin control plantas obtenidas mediante una nueva ingeniería genética cuyas consecuencias negativas aún desconocemos, pero algunas de ellas ya se están detectando. Y mucho menos se puede permitir que se exima a las empresas fabricantes de la evaluación de riesgos obligatoria y no se les requiera investigación de cambios genéticos no deseados.

Ante esta propuesta de reglamento desregulador, debemos exigir que las instituciones prioricen a la población y el bien común. Queremos que nos protejan de amenazas innecesarias, puesto que si algo está mostrando el tiempo es que la ingeniería genética en más de 20 años no ha sido capaz de solucionar los problemas del sistema agroalimentario, sino que los ha agravado.

Autora: Aina Calafat, Coordinadora de Proyectos Internacionales e Incidencia Política de SEAE

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Bio Eco Actual Noviembre 2023