La producción industrial de Foie Gras implica altas dosis de sufrimiento animal se mire por donde se mire. Las aves son alimentadas de forma forzosa a través de unos tubos aplicados a su tráquea mediante unos sistemas que implican la sujeción individual e inmovilidad de las aves durante largos periodos de tiempo.

Foie Gras contexto legal

No quiero explayarme más en descripciones detallistas sobre el horror de vida de ocas y patos ya que en este caso con imaginarlo basta. Seguro que acertamos.

En estos casos tan extremos de abuso premeditado y consciente cabe pensar si su práctica es posible debido a la falta de normativa que ponga límite a tanto desmán, si a la legislación existente se le han buscado, y encontrado, sus vericuetos y torceduras legales o si directamente nos da igual lo que diga porque no pensamos cumplirla y nadie va a hacer nada por evitarlo. También podemos encontrarnos un cocidito con un poquito de todo.

Bien. Vamos a centrarnos en estas pobres aves que se utilizan para la fabricación del tan preciado Foie Gras. Aunque en un principio se utilizaban las ocas, hoy en día está más extendido el uso de patos. Los pobres engordan su hígado más rápido y con menos comida (o sea, más barato) que sus hermanas las ocas.

Desde 1998 existe una Directiva Comunitaria supuestamente dirigida a la protección de los animales en las explotaciones ganaderas. Esta Directiva nace como consecuencia de la necesidad legal de la Unión Europea de hacerse eco de un texto similar que ya había sido publicado por el Consejo de Europa (entidad en la que se encuentran todos los países europeos, pertenezcan o no a la UE). Aunque su escueto articulado no justifica su rimbombante enunciado sí que es cierto que exige a los ganaderos que sus animales se alimenten de forma adecuada a sus necesidades, utilizando métodos que no les causen dolor y manteniéndolos de una forma acorde con sus necesidades fisiológicas.

“Malos tiempos para las aves. Solo espero que tras leer este artículo también despeguen los malos tiempos para la venta de Foie Gras”

No hace falta ser muy inteligente para darse cuenta de que la alimentación forzosa y el uso de jaulas individuales de inmovilización no hay forma de encajarlas, por mucho que se intente, en los requerimientos de esta Directiva que dejaba a todos los productores de Foie Gras en el ámbito del entredicho legal. Por este motivo los engranajes intelectuales de la Comisión Europea y del Consejo de Europa echaron a rodar uno tras otro con el fin de llegar a una declaración que estuviera basada en la objetividad y la sapiencia.

Fue primero la autoridad científica EFSA, dependiente de la Comisión Europea la que declaró, tras los estudios pertinentes, que las aves dedicadas a la producción de Foie Gras estaban sujetas a una vida que además de garantizar un sufrimiento continuo, era ilegal en el nuevo marco legislativo. Ahora bien, la EFSA es un órgano científico que expresa su opinión empírica pero no es vinculante. Sus opiniones son luego valoradas por los organismos de la UE, u olvidadas, según los intereses y la balanza de poder de los Estados Miembros.

Sin embargo, el concienzudo estudio de la EFSA no cayó en saco roto. El Consejo de Europa lo asumió y su Comité Permanente del Convenio Europeo para la Protección de los Animales de Granja publicó unas Recomendaciones. No nos fijemos en la extrema longitud del título del organismo sino en los resultados prácticos de sus Recomendaciones: vinculan a todos los Estados miembros del Consejo de Europa que hayan ratificado ese Convenio Europeo, tal y como en su momento hicieron Francia, Bulgaria y España, principales productores de Foie Gras.

Las Recomendaciones vieron la luz en 1999 y, sin poder dar la espalda a las técnicamente impecables conclusiones de la EFSA, intentaron salvar lo que se podía. De esta manera establecía que, evidentemente, la alimentación forzosa y la inmovilidad obligatoria de las aves no se ajustaban al cuerpo legislativo derivado de la Directiva. Dicho esto, las Recomendaciones introducen una serie de apreciaciones de carácter más político que técnico. Así por ejemplo, y aunque indica que debe trabajarse en la potenciación de métodos alternativos, contempla una excepción a la aplicación de las Recomendaciones para aquellas zonas en las que la producción de paté sea tradicional, pero sin definir ni lo que es “zona” ni lo que se entiende por “tradicional”, abriéndose el campo de la casuística a interpretaciones torcederas y siempre abusivas.

Se establecía una fecha tope para la aplicación de estas Recomendaciones en su totalidad: 31 de Diciembre del 2010. Francia consiguió que, para la producción francesa, esta fecha se pospusiera ocho años. Además, el estado francés exigió que los artículos etiquetados como Foie Gras procedieran de aves alimentadas de forma forzosa, lo que en la práctica supuso desprenderse de toda la competencia que producía Foie utilizando métodos alternativos “naturales”, entre ellos una empresa española.

Por si la desgracia aviar fuera de poca enjundia, el Reglamento 543 del año 2008 exige para poder etiquetar como Foie Gras que el peso mínimo neto del hígado sea de 300 grs, en el caso de los patos y de 400 grs, en el caso de las ocas. Si pesa menos, no puede venderse como Foie. El que les escribe puede garantizarles que la única forma de alcanzar esos pesos es mediante la alimentación forzosa que, inevitablemente, implica la inmovilización del animal.

Malos tiempos para las aves. Solo espero que tras leer este artículo también despeguen los malos tiempos para la venta de Foie Gras.

Autor: Alberto Díez, director de ANDA (Asociación Nacional para la Defensa de los Animales)

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