Disruptores endocrinos (EDCendocrine disrupting chemicals) es el nombre que se asigna, en 1991, durante una conferencia internacional en EEUU que reunió científicos de diversos ámbitos, para nombrar un conjunto de sustancias químicas sintéticas, bajo el efecto de las cuales se llevaba ya, desde mediados del s.XX, observando y documentando los trastornos y problemas que sufrían los animales salvajes en distintos lugares del planeta.
Mamíferos, aves, peces, anfibios, reptiles e invertebrados presentaban una notable pérdida de capacidad reproductiva, malformaciones en órganos sexuales, mortandades masivas, y disminución del sistema inmunológico.
Desde 1999, la Comisión Europea ha financiado centenares de estudios y proyectos de investigación, a los que hay que sumar gran cantidad de estudios internacionales realizados en otros muchos países. Y a pesar de que, según los expertos, casi a diario, nuevas publicaciones advierten sobre estos compuestos químicos, las medidas de la CE para reducir la exposición a EDC se han visto paralizadas por la presión del lobby de la industria química, entre otros motivos.
Las medidas de la CE para reducir la exposición a EDC se han visto paralizadas por la presión del lobby de la industria química
Finalmente parece que toda la información de dichos estudios queda reservada a la comunidad científica. Afortunadamente, algunos de nuestros reconocidos científicos internacionales, como el Dr. Nicolás Olea, catedrático de la Universidad de Granada, o como el Dr. Miquel Porta, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, están llevando a cabo un trabajo de divulgación de sus estudios, en ámbitos científicos y no científicos, con el fin de llegar a un público más amplio. Estos estudios demuestran que los mismos efectos que empezaron a verse en la fauna, llevan tiempo dándose en los humanos:
- Daños en el sistema reproductor masculino: criptorquidia (no descenso testicular), hipospadia (malformación del pene), y reducción de la calidad del semen.
- Daños en el sistema reproductor femenino: pubertad precoz, reducción de la fecundidad, abortos espontáneos, síndrome de ovarios poliquísticos, endometriosis y fibroides uterinos, partos prematuros, bajo peso del bebé al nacer y daños congénitos entre otros.
- Cáncer en órganos hormono-dependientes: mama, próstata, testículos y tiroides.
- Daños al sistema neurológico: déficit de atención, reducción del coeficiente intelectual.
- Enfermedades metabólicas: síndrome metabólico, diabetes y obesidad.
- Desórdenes del sistema neuroinmunológico: síndrome de fatiga crónica, fibromialgia y esclerosis múltiple.
Nuestro sistema endocrino es un complejo sistema de comunicaciones que regula funciones vitales del organismo, incluso el embrionario, y está estrechamente ligado con los sistemas nervioso e inmune. Los EDC tienen la capacidad de alterarlo, actúan a dosis muy bajas, pero también muy variables, pudiendo tener unos efectos a dosis mínimas y otros a dosis mayores.
En el siguiente artículo hablaremos de dónde se encuentran estas sustancias químicas y qué medidas podemos tomar para reducir la exposición.
- Leer Parte II: Tipos de disruptores endocrinos
Autora: Alba Cànovas, arquitecta
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