Hablando con personas que han superado un cáncer (o incluso más de uno), la mayoría coinciden en que lo primero que se les pasa por la cabeza es miedo, terror, pánico, decepción, sorpresa e incredulidad.
La mayoría llega a casa con una saturación brutal de pensamientos negativos, pero por fortuna, la mayoría también tiene ganas de luchar y, poco a poco, se lanza en busca de respuestas, de estímulos que les aporten paz y serenidad para poder entablar la batalla de su vida, encontrando fortaleza donde creían que no la había.
Según varios estudios publicados, solo un 35% de los enfermos de cáncer cae en depresiones agudas al conocer su enfermedad, lo cual nos abre la puerta a la esperanza, pues la motivación sigue venciendo a la depresión. Son muchos los casos que buscan fortaleza en Dios, otros directamente en su médico, en quien confían ciegamente y otros se lanzan en busca de terapias alternativas, incluyendo cambios en su dieta y en su estilo o modo de vida. La mayoría se centra en su familia o en sus amigos, buscando compartir su situación con gente de confianza.
La motivación sigue venciendo a la depresión
En el 65% de los casos, siempre prima el poder buscar una vía de escape positiva. Una vía de escape que para muchos puede ser la montaña, con todo lo que nos ofrece a nivel deportivo y emocional. Cada persona es un mundo y cada problema es único, pero en la montaña todos somos iguales y todos podemos beneficiarnos, desde el respeto y la admiración, de todo lo que la naturaleza nos ofrece. Luchar para superar un trauma o una enfermedad no es tarea fácil, hemos vivido muy de cerca la ansiedad y el pánico que genera no solo el cáncer, sino el estrés post-traumático o la ansiedad, incluso las secuelas físicas que puede dejar una guerra.
Luchar por la supervivencia es muy duro, pero todavía resulta más duro preparar a un ser querido para su último viaje. Nos educaron pensando que nunca se está preparado para morir y más que a la muerte, tenemos miedo a la forma de morir, nadie quiere morir sufriendo.
Decía Paulo Coelho: El miedo a sufrir es peor que el propio sufrimiento, recordándonos que siempre llegamos al miedo. La montaña nos ayuda a superar miedos, inseguridades y situaciones complicadas, convirtiéndose no solo en una válvula de escape, sino en un auténtico catalizador de emociones.
Autor: Víctor Riverola, periodista, escritor y alpinista
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