Parece haber una corriente bastante acentuada que insta a beber un par de litros de agua al día. Para mí esta práctica es controvertida. La cantidad necesaria depende de factores ambientales y personales: edad, peso, actividad física, o tipo de alimentación.

cuánto bebes quant beus

Cuando llevamos una alimentación basada en productos de origen animal, el cuerpo necesita más líquido porque el contenido de estos productos es en general alto en sodio, escaso en agua y porque el exceso de toxinas y purinas que se generan en su metabolismo  hacen que el cuerpo nos pida más líquido para así poder “lavar” estos excesos. Hay otro tipo de alimentos que son también densos y que consumidos en exceso requieren más hidratación; me refiero al consumo de harinas: pan, pizzas, galletas, madalenas, etc.

Si nuestra comida se basa en productos integrales de origen vegetal: cereales y legumbres (que se cocinan con agua) y verduras y frutas (que contienen abundante agua), la situación cambia radicalmente, y la necesidad de líquidos queda reducida al estar incorporada en la propia alimentación. Así no es necesario “forzarnos” para llegar a un nivel de ingesta supuestamente óptimo. Es más, el exceso de líquido hace trabajar también en exceso a los riñones, agotándolos, y sobrecarga al sistema circulatorio.

Aunque cada uno necesita encontrar su punto de equilibrio podemos seguir unas pautas comunes a todos:

Beber cuando se tiene sed y evitar beber durante las comidas ya que disminuye la eficacia de los jugos gástricos; si hay tendencia a levantarnos por la noche o si la vejiga suele estar irritada es mejor no beber antes de dormir; en esta época del año además es mejor tomar las bebidas a temperatura ambiente, no frías.

Es recomendable evitar refrescos y bebidas carbonadas, y si compramos zumos “naturales” fijarnos que no lleven azúcar. También  reducir el consumo de café (que además da sed) o eliminarlo sobre todo si se padece algún problema de salud o si se tiene ansiedad.  Y lo mismo con las bebidas alcohólicas, tomando preferiblemente las de menor gradación como la cerveza o el vino.

Podemos tomar tés (preferiblemente sin o con poca teína), como el Kukicha, el Bancha, el Rooibos, etc; café de cereales, infusiones de plantas (en esta época es preferible que no sean muy aromáticas o picantes, ya que las que tienen esta cualidad tienden a sacar el calor del cuerpo), y optar por zumos naturales de vegetales o de frutas.

Pero ante todo bebamos agua, ¡que es lo que nos ofrece la naturaleza!

Autora: Eva López Madurga. Médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública Nutrición y Macrobiótica – www.doctoraevalopez.com

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