Hace unos pocos años que el uso de la equinácea se ha popularizado en toda Europa; si nos trasladáramos a unos cincuenta años atrás, solamente la conocían algunos estudiosos botánicos y estaba muy lejos aún de la popularidad que más tarde tomaría.

La equinácea, una bella planta de la cual existen veintitrés especies, crece de forma natural en los prados de América del norte, desde Nuevo México hasta Florida y hacia el norte hasta Canadá. La zona de mayor riqueza de especies se encuentra en Oklahoma y Missouri. En otras zonas del mundo debe ser cultivada ya que no crece espontáneamente. Dada la belleza de sus flores muchos países la producen como planta decorativa por lo que su cultivo se ha extendido por todo el mundo.

Diversas tribus americanas la conocían y usaban desde tiempos inmemoriales, tenían una rica tradición en su uso: comanches, crows, dakotas, delawares, cheyennes, sioux (entre muchas otras tribus) y la dedicaban a la curación de todo tipo de enfermedades.

Fue descubierta por los exploradores y botánicos europeos en el sudeste de América del Norte en el siglo XVII, en los viajes de exploración del nuevo mundo,siendo enviada por primera vez a Inglaterra en 1699 por el naturalista y reverendo John Banister, que había viajado a Virginia para estudiar la flora y fauna norteamericanas.

Carl von Linné, el ilustre botánico la clasificó y, posteriormente Conrad Moench, botánico y químico alemán, catalogó el género de las equináceas dentro de la familia de las asteráceas o compuestas.

El que dio un fuerte impulso a esta planta fue H.C.F. Meyer de Pawnee City, (Nebraska) que se hacía llamar doctor, aunque hay dudas al respecto, que sobre el año 1870 supo del uso de equinácea por los indígenas e inició la fabricación y venta de un elixir llamado: “Purificador de la sangre de Meyer” en cuya composición se encontraba la equinácea. A dicho elixir se le atribuían todo tipo de virtudes “curalotodo” lo que llevó a la popularización de la planta.

Posteriormente los farmacéuticos John King y Kohn Uri Lloyd sobre el año 1931 realizaron su introducción dentro de la farmacopea.

De los estudios efectuados con distintas especies de equinácea, se ha comprobado que la Echinacia angustifolia y la Echinacia purpurea, junto con la Echinacia pallida son las que mejores resultados proporcionan.

De la revista científica “Pharmacognosy Reviews” de Junio de 2015, extraemos la siguiente información del articulo títulado: “Echinacea purpurea: Pharmacology, phytochemistry and analysis methods”. Echinacea purpurea (Asteraceae) es una hierba medicinal perenne con importantes propiedades inmunoestimulantes y antiinflamatorias, y especialmente para el alivio de los síntomas del resfriado.

La actividad inmunoestimulante de la planta o de sus preparaciones es causada por tres mecanismos: la fagocitosis, la estimulación de los fibroblastos y la potenciación de la actividad respiratoria que se traduce en el aumento de la movilidad de leucocitos.

Hay numerosos estudios “in vivo” en que los efectos inmunomoduladores y anti-inflamatorios de la E. purpurea sugieren que la inmunidad innata se ve reforzada por la administración de la planta y que el sistema inmune se fortalece contra las infecciones de patógenos a través de la activación de los neutrófilos, macrófagos y leucocitos. Por esta razón, puede ser adecuado para la prevención y el tratamiento de diversas enfermedades infecciosas tales como infecciones del sistema respiratorio superior e inferior, infecciones de heridas e infecciones pélvicas crónicas.

Los resultados de los estudios, que son polémicos, revelaron que a pesar de los grandes experimentos realizados con éxito utilizando E. purpurea, quedan muchas preguntas sin respuesta. Investigaciones futuras pueden tener como objetivo el reconocimiento completo del mecanismo de acción de la planta mediante la utilización de nuevos métodos complementarios.”

La droga o parte activa de la planta es principalmente la raíz, aunque se utiliza también la parte aérea de la E. pallida y de la E. angustifolia  preparándose jarabes, cápsulas, pastillas, extractos, tisanas y pomadas.

Debido a su eficacia como inmunoestimuladora, está indicada en la prevención de enfermedades respiratorias como resfriados, gripe, amigdalitis, faringitis, laringitis, rinitis y bronquitis. También es efectiva en el tratamiento y prevención de inflamaciones de las vías urinarias.

Para prevenir enfermedades respiratorias invernales podemos tomar a finales de otoño una vez al día 20 gotas de extracto de equinácea. Se puede reforzar la acción tomándola junto con propóleo.

Se aconseja que no tomen esta planta aquellas personas que sufran de enfermedades autoinmunes o esclerosis múltiple, infección del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) o síndrome de inmunodeficiencia adquirida, o las que toman inmunosupresores.

Autora: Montserrat Alsina Marquez. Ex – Profesora de Plantas Medicinales del Gremio de Herbolarios de Cataluña
Bio Eco Actual Junio 2017