Tener tadelakt aplicado en casa, en el mundo árabe, siempre ha sido sinónimo de lujo y riqueza. Este arte milenario ha estado celosamente guardado en secreto por los maalems bereberes del Sahara. Hoy en día se ha convertido en tendencia para los románticos de la arquitectura vernácula y sobre todo, para los apasionados del mundo de la bioconstrucción.

Tadelakt, del verbo marroquí “dellek” significa amasar, aplastar, en la pronunciación berebere “dalk”. Con frecuencia emplean el prefijo “ta” o sufijo “t” para expresar el nombre comercial, Tadelakt.

La técnica de tadelakt ha sido históricamente empleada por bereberes que transmitieron de generación en generación los secretos de la selección de las materias primas, las recetas y su metodología de cocción. El material que hace único al tadelakt es un tipo particular de cal hidráulica, originaria de Marrakech, que se obtiene de la calcinación de piedra caliza impura cocida en hornos de leña de oliva y aceite de palma durante unas 30 horas. A continuación se apaga con una pequeña cantidad de agua, se macera con un tamiz de 2 mm y se ensaca para su distribución.

Para crear tadelakt, esta cal hidráulica especial se compacta mediante el frote o bruñido constante de una piedra lisa de gran dureza y se le aplica jabón negro de aceite de oliva. El potasio del jabón reacciona con la caliza, cristalizando y generando una superficie hidrófuga que repele el agua. Esto la convierte en una técnica única muy apta para su utilización como revestimiento en baños, cocinas y zonas de salpicadura de agua. Tradicionalmente, su uso había sido principalmente en hammams, baños turcos, riads, aljibes, palacios o mezquitas por su capacidad hidrófuga y de resistencia al agua, sin embargo en los últimos años se ha ido integrando en obras de estilo modernista por su indeleble belleza, supeditando a menudo sus bondades técnicas.

El color uniforme tan característico del tadelakt depende de la luz a la que esté expuesto en su vida útil y al tacto del aplicador. En las zonas donde el material se compacta de manera más intensa, surge una tonalidad más oscura, más profunda y en las zonas de menos presión quedan aguas más claras. Como resultado obtenemos una superficie de supina belleza totalmente continua, con tonalidades de color superficial fascinante, ondulado, vivo, natural y orgánico que ejerce una atracción instintiva hacia todos, haciendo imposible evitar acariciarla.

Autor: Joan Romero Clausell, Socio cooperativista en Okambuva. Gestión y ejecución de proyectos de bioconstrucción | www.okambuva.coop

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Publicado en 
Bio Eco Actual Febrero 2018