El actual ritmo de vida, el aumento de las enfermedades crónicas y autoinmunes y los efectos secundarios y agresivos de muchas terapéuticas, conducen a un creciente número de personas a buscar diferentes soluciones para su salud y su bienestar físico y mental.

Como mencionamos en el número anterior, la utilización del agua con fines terapéuticos, la hidroterapia, se remonta a los orígenes de la humanidad y es una terapia natural que no ha dejado de utilizarse. Actualmente, sin llegar al esplendor del siglo XIX, los balnearios se han vuelto a poner de moda. En algunos países de Europa, como Alemania, Francia o Italia, “tomar las aguas” es una tradición nacional y el tratamiento termal se contempla dentro de las prestaciones del Sistema Sanitario. Sin embargo, en otros países europeos, como España, esta posibilidad no se da y aunque contamos con el IMSERSO como financiador de estancias en balnearios para los mayores, se considera todavía más bien un objetivo social que sanitario.

La cura termal es una medicina holística (global) que integra diversos factores. El principal es el agua, pero también se incluyen factores climáticos, higiénico-dietéticos, psíquicos, sociales,  ejercicio físico, reposo, etc…, que juntos actúan sobre el organismo tanto en estado de salud como en diferentes enfermedades y trastornos.

La Sociedad Española de Hidrología médica, en su manifiesto en defensa de los beneficios que aportan los tratamientos de balneoterapia (siempre y cuando estén correctamente prescritos y aplicados), afirma que “retrasan la evolución de enfermedades crónicas, con lo que esto supone en cuanto al mantenimiento de la autonomía, independencia y en definitiva, de la calidad de vida”. Por otro lado, hace referencia a la reducción de costes en consumo de otros recursos sanitarios que supone (consulta médica primaria y especializada, consumo de fármacos, ingresos hospitalarios, urgencias, absentismo laboral, etc…). Sin olvidar que se utiliza para ello un recurso natural y propio del país, como son las Aguas Minero Medicinales, Aguas Minerales Naturales, Aguas Marinas y otros productos derivados (lodos, aerosoles, piedras…)

Los diferentes estudios evidencian que la hidroterapia es muy efectiva en la reducción de los dolores osteoarticulares y en la mejora de la función articular, la calidad de vida física y psíquica, la flexibilidad, además de reducir la ansiedad y depresión e incrementar la autoestima.

hidroterapia terapia natural con agua

Aguas mineromedicinales: las diferentes propiedades y los tratamientos personalizados como clave para obtener resultados

Es muy importante conocer bien las características del Agua Mineromedicinal, sus efectos sobre el organismo, sus contraindicaciones e individualizar el tratamiento termal a cada persona que acude a un Balneario. Además, el buen arte a la hora de aplicar las diferentes técnicas termales es fundamental para obtener buenos resultados con la terapia, por lo que se requiere de personal especializado y cualificado con conocimiento de dichas técnicas.

Las aguas minero-medicinales casi nunca se encuentran en estado puro, más bien se encuentran mezcladas, en distinta proporción, de ahí su acción polivalente ante los distintos tipos de problemas de salud. Tampoco podemos olvidar la climatología y el entorno que rodea al propio balneario a la hora de entender los beneficios de la terapia termal. Los que están ubicados en zonas de montaña, tienen clima tónico y estimulante y están indicados, sobre todo, para afecciones respiratorias. Sin embargo, no son recomendables para personas con patología cardiaca. Los de altitud media o baja (por debajo de los 400 metros sobre el nivel del mar) con un clima menos cambiante y más suave, en principio están indicados para cualquier persona o enfermedad. La toma oral de aguas (llamada cura hidropínica), se suele realizar en ayunas seguida de un paseo tranquilo. Es útil en procesos digestivos y renales. Lo más frecuente es que se compatibilice el uso externo con el interno de las aguas mineromedicinales. Las principales son:

  • Aguas sulfatadas (llevan sulfatos disueltos y tienen un sabor amargo y el olor asociado a “huevos podridos”) permiten la absorción de azufre a través de la piel. Son beneficiosas para las articulaciones y mejoran la vascularización. Suelen ser utilizadas como laxantes, diuréticas, en alteraciones intestinales y gastritis.
  • Aguas cloruradas(llevan cloruros) aumentan las defensas de la piel y se utilizan en lesiones musculares, traumatismos óseos, alteraciones ginecológicas y como estimuladoras de la función gástrica, hepática y biliar.
  • Aguas bicarbonatadas (llevan bicarbonatos que pueden ser cálcicos o sódicos). Se utilizan en procesos digestivos. La mayor parte de las aguas embotelladas son bicarbonatadas cálcicas. Las bicarbonatadas sódicas tienen un origen distinto y presentan frecuentemente gas carbónico en su composición. Se emplean también como agua de mesa y se utilizan en afecciones gástricas, hepáticas y renales.
  • Aguas ferruginosas (alto contenido en hierro) indicadas en casos de anemia, trastornos del crecimiento, obesidad y regímenes de adelgazamiento.
  • Aguas radiactivas (poco frecuentes, contienen litio, cobalto, níquel, radio, etc…, en cantidades muy pequeñas). Están indicados en el estrés, la ansiedad, la depresión y alteraciones nerviosas. También para reúma, afecciones musculares, ginecológicas (no tuberculosas ni tumorales), eczemas, psoriasis. Además favorecen la producción de ciertas hormonas.

En próximos números seguiremos hablando de las diferentes técnicas y sus beneficios. Más información en: www.hidromed.org , www.balnearios.org

Autora: Marta Gandarillas, Periodista

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